Capitulo III

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Primera respuesta de Margaret

Querida Lucy 

Te escribo en respuesta a la pregunta que me hiciste antes.
"¿Que crees que le depara en el futuro a dos personas tan distintas?"

Pienso que ambos podrían complementarse y hacer del viaje de la vida mucho más divertido. Pienso que todos merecemos conocer a alguien así en nuestras vidas, después de todo una vida sin riesgo, es también una vida vacía.

Con mucho amor, Margaret.

Cuarta CartaPor amor al arte

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Cuarta Carta
Por amor al arte

Querida Margaret

Me alegró obtener tu respuesta y estoy muy de acuerdo contigo. Sabes, ahora recordé algo sobre aquella vez cuando Even fue forzado por su madre a asistir a una fiesta de un noble que estaba celebrando el regreso de su hijo mayor del extranjero. Se decía que el hijo de aquel noble, Leonardo, era un fantástico artista, y entre muchas cosas, todo un galán.

En aquella fiesta ni los caros pendientes en el cuello de la primera dama lograron alejar los ojos de Leonardo de la elegante postura de Even. Por lo tanto, se acercó aquella noche y le dijo:

__ Por amor al arte estaría dispuesto a hacer un retrato de usted, si me lo permitiera.

Todos quedaron boquiabiertos al ver como Loren sin mucho esfuerzo había cautivado al invitado de honor de la noche. Pero para su mala pasada, se trataba de Even, el joven que sin necesidad de verte directamente a los ojos podía destruir cualquier argumento con sus palabras. Así que acarició su bastón y le respondió:

__ Para su suerte, no soy un hombre que le apasione el arte.

Leonardo no satisfecho con esta respuesta, trató algo distinto.

__ Bien, lo entiendo perfectamente, aún más si no ha tenido la oportunidad de ver mis piezas de arte— dijo con arrogancia.

La madre de Even se paseaba por la sala, nerviosa de lo que podría salir por la boca de su hijo. Entonces, Even se puso de pie y le dijo:

__ Es una persona tan llena de si mismo, que ni siquiera entiende el mensaje oculto entre las palabras de las demás personas. Señor Leonardo Di Valdi, quise ser discreto, pero ahora seré más tosco y franco. No soy un hombre que le apasione el arte porque en primer lugar no soy capaz de verlo con estos ojos— se quitó los anteojos negros y profundos como la noche, y agregó:

__ Mi actuación ha de ser impecable ya que nadie parece percatarse de mi ceguera.

Leonardo, algo avergonzado por todo el mal entendido, sujeto la mano derecha de Even y le dijo:

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