Capitulo IV

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Quinta CartaEl hombre que no sabía resignarse

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Quinta Carta
El hombre que no sabía resignarse

Querida Margaret

Hace poco te escribí para contarte sobre la grata experiencia de Even en la fiesta de bienvenida del artista Leonardo Di Valdi, ahora quiero contarte la pequeña anécdota del hombre que no sabía resignarse.

Albert Ghost nació en 1889 en una caravana de gitanos que vivían de sus espectáculos ambulantes. Su madre era un omega masculino con piel muy oscura y ojos verdes. Albert vivió junto a su madre los primeros diez años de su vida, hasta que su bisabuelo fue a buscarlo tras la muerte de su bisnieto, quien también era el padre biológico de Albert. Su padre era un noble de alto rango de tez blanca y pelo negro muy ondulado. Lo único que Albert parecía recordar de su padre eran sus rulos en el pelo.

Albert solía vivir como la oveja negra de su familia, ¡y vaya que literalmente lo era!
Él era el único de tez negra en la familia. A los doce años de edad, Albert vivió una experiencia única para él. Se levantó una noche y se paró frente al espejo, entonces al ver su reflejo lo entendió;

—"Este no es mi cuerpo" — pensó al verse.

Albert descubrió que no sólo su familia lo rechazaba, sino que también él mismo. Albert sufría disforia de género y para su suerte nadie nunca lo entendería. Era un pequeño alfa atrapado en un cuerpo vulnerable y diminuto. Comparado con otros niños de su edad, era el más pequeño y el más débil. Le repugnaba su propio aroma, así que lo cubría con fuertes fragancias. Odiaba la forma en que su pelo crecía dócilmente y detestaba lo delicadas y pequeñas que eran sus manos. No podía soportar la idea de casarse y tener hijos. La simple idea de tener algo creciendo dentro de él lo asqueaba. No era su intención verlo de ese modo, no quería sentirse así, no estaba tratando de menospreciar a nadie, pero no podía evitar odiar ese cuerpo en el que habitaba su alma.

Otro secreto se ocultaba ahí, muy dentro de su cabeza. No solo tenía que lidiar con su rechazo involuntario hacia si mismo, también tenía que vivir con la idea de que no sentía ninguna atracción hacia los alfas. Por eso, un día concluyó en que él no era normal. Pero, ¿Cómo arreglas a una persona defectuosa?
Albert no lo sabía, por eso decidió ser normal sólo desde afuera, aunque en su interior, su alma no dejaba de gritar todas las noches.

Albert tomó la decisión de casarse por simple compromiso e interés económico. Supo reconocer que en la sociedad que vivía no conseguiría nada sin astucia. Cuando se casó con un alfa unos treintas años mayor que él, puso sus condiciones en un contrato, las cueles consistían que él le permitiría estudiar, trabajar y conservar sus propios ingresos.

Albert conoció a su esposo a la edad de los nueve años y desde ese momento supo que ese hombre se había obsesionado con él. Aún así era un hombre que gozaba de guardar las apariencias, y Albert sabía que él jamás haría algo sin ser incitado; también reconoció que lo necesitaba para huir de casa. Con tantos sentimientos negativos detrás de ese matrimonio, Albert finalmente llegó a otra conclusión sobre él mismo:

— "Si, así es, soy una mala persona"— pensó

Había llegado tan lejos usando a muchas personas atraías a él por su encanto y belleza exótica. Al principio era normal ser astuto para sobrevivir, pero al final se terminó convirtiendo en la peor versión de si mismo ante sus ojos. Llego a odiar más a su ser humano, de lo que solía odiar su cuerpo.

Pensó que tenía muchas cosas que enmendar en su vida, desde que entró y salió de la familia Ghost y completó sus estudios manipulando a otros. Por eso, el día menos pensado vio a unos soldados reclutando personal para asistencia a enfermeros de guerra, y entonces con todo el coraje de su corazón le dijo a su esposo:

__ Me iré con ellos a la guerra...

Su esposo que se encontraba en la sala leyendo el diario, exclamó:

__ ¡¿Que has dicho?! — entonces, Albert le replicó con fuerza:

__ ¡¡¡Dije que me iré con ellos a la cuarta guerra del estado contra los sirencianos!!!

__ ¿Has perdido la cabeza?— pregunto su esposo Roderick.
Y Albert miro por la ventana una luz que venía de muy lejos, y en una calmada tarde de verano, le dijo:

__ Nunca te he amado y lo sabes. Te he usado toda la vida y lo sabes. Te he sido infiel y lo sabes... y lo peor es que lo sabes... ¡y no haces nada! te quedas ahí esperando a que te ame como tú me amas, pero eso nunca pasará ... ¡y lo sabes!

Roderick bajo su cabeza con mucha indignación, sosteniendo con fuerza el diario que tenía entre sus manos. Entonces, le dijo:

__ ¿Te quieres ir a morir a la guerra? Bien, ¡bien! ... puedes irte, ¡vete! ... sabes que no existe nada que pueda negarte, ni siguiera el destino de muerte que exiges, ¡nada! No hay nada que pueda negarte, ¿no? — dijo él con lágrimas en los ojos y mirando a su joven esposo parado frente a la ventana.

La fuerte luz sobre su cuerpo hacia difícil para Roderick diferenciar la expresión en su cara. Y entonces Albert le dijo:

__ Eso ya lo sabías también. No merezco que me salves, solo deja que me vaya y rompe esta cadena que te ha mantenido atado por tanto tiempo— entonces, le dio la espalda y agregó:

__ Roderick, lo que sientes por mi... no es amor. Solo estás obsesionado y yo me aproveche de tu obsesión por mi. Lo siento...

Su espalda se veía lejana y solitaria, fría como el invierno...
Me pregunto que estaba pensando aquel día frente a la ventana...

¿Tu que crees Margaret?

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