As You Wish [Five]

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Sacarselo de la cabeza era tan... Jodidamente complicado.

En toda la extensión de la palabra, Minho era como un chicle pegado a la mente de Chan. A cada segundo del día, cada hora, cada mínimo detalle, de pronto le parecía que la vida debía cambiar su nombre a Minho y eso le aterraba en cierto punto.

Maldición, es que, justamente ¿Por qué tenía que ser él?— se revolvió el cabello con desesperación.

Entre todas las personas en aquel gran pueblo, pudo haberse fijado hasta en el más viejo vagabundo y no le importaba, pero al parecer aquel príncipe masoquista era quien estaba comenzando a entrar a su corazón lentamente, tanto que Bang no quería aceptarlo.

En primera, ¿Qué demonios tenía de bueno? No es posible que el cayera tan rápido ante alguien si nunca, siquiera había sentido atracción hacia otra persona, todo debía ser una estúpida broma que le estaban jugando sus sentimientos.

Porque su cabello negro no era para nada atractivo, no era más que una cabellera sedosa, completamente suave que si enredas tus dedos en ella probablemente las caricias que le puedas brindar a la persona —y que esa persona te brinde a ti— sean las mejores. O mucho menos sus labios rosas, que se curvaban en una sonrisa cuando menos lo esperaba, o esa tez pálida que tenía debido a que pocas veces se exponía a la luz solar. Posiblemente sus caderas fuesen otro punto menos, aunque siempre parecía colocarse una vestimenta que las remarcaba, sus manos tan acogedoras y suaves, o el simple hecho de como...

¡Maldición!

Se vio a sí mismo cayendo por el borde de un precipicio para perderse en el vacío, ¿Por qué sabía tantos detalles luego de haberlo visto tan pocas veces?

Ahora se encontraba más frustrado consigo mismo. Tanto que se hecho a correr hacia algún lugar que lo llevará lejos de las tierras del reino Lee.

[🏹]

Padre, tengo miedo.

Minho se encogió en su asiento mientras sentía como la mirada de aquel hombre lo analizaba cruelmente para después ignorar sus palabras, aunque en la mente de Lee, habían salido de su boca lo suficientemente claras y fuertes como para que su padre lo entendiera.

— Cállate, debes aprender a comportarte como un príncipe.

Bajo su cabeza con un poco de tristeza mezclada con la frustración que su cuerpo, mente y corazón habían sentido en los últimos días cuando su progenitor siguiera abría la boca. Le era desesperante incluso escucharle hablar con suprema autoridad y algunas veces ese tono irónico que solía tener. Apretó un poco sus manos apoyadas sobre los muslos de sus piernas, quizás debía haberse quedado en casa, poner la excusa de que estaba enfermo o algo así, no sería del todo mentira puesto que se sentía mal desde hace varios días atrás. Nego suavemente.

Estaba siendo un poco cobarde, se supone que debía apoyar a su padre. Era su deber como príncipe y en su lugar estaba ahí teniendo pensamientos absurdos de como evadir la situación sumando a qué se estaba quejando, se sintió mal consigo mismo en cuanto se dió cuenta de ello. El carruaje dónde aquella familia —por lazos de sangre— real, viajaba, se detuvo de golpe. Minho sintió como su cuerpo se dirigió hacia adelante violentamente, logrando detenerse del borde de su asiento mientras que su padre se había aferrado a las paredes del carruaje. Todo se mantuvo en silencio por unos segundos. Incluso el aire parecía haber detenido su rumbo, un silencio abrumador e inquietante se instalo para ser irrumpido por uno de los guardias reales que iba junto a el hombre que guiaba los caballos.

— Majestades, fuera del carruaje ¡Vamos!

Aquel hombre tenía su pulida armadura cubierta de sangre, el resto de los guardias rodeaban el carruaje mientras sus espadas estaban firmemente sujetas a sus manos, Minho observó a su alrededor, no comprendía nada de lo que pasaba, sus ojos divisaron a los caballos chillando, sus pupilas se dilataron en cuanto el rastro de sangre proveniente del cuello de aquel hombre que aún mantenía la cuerda con la que estaba manejando a los mismos, brotaba en ligeras cantidades manchando el camino. Sus labios de abrieron para intentar decir algo pero nada salió de su boca, quería aclarar todas las dudas que tenía, pero su cuerpo fue empujado por los guardias que lo incitaban a correr. Obedeció sin saberlo, su cuerpo se movía por si solo mientras su vista y mente quedaban sobre el cadáver de aquel hombre.

El rey corría al frente mientras los guardias empujaban al príncipe, la tierra comenzó a temblar mientras todos giraban su vista hacia atrás. Un grupo de bandidos se acercaban a ellos galopando en sus caballos. Los ojos de Minho fueron hasta el frente para divisar a su padre huir, luego volvieron hacia aquel grupo de ladrones, sus piernas tomaron impulso y sintió como los caballos pasaban cerca de él. Sin saber de dónde saco energías, todo comenzó a ir en cámara lenta, aquel hombre estiró su brazo en dirección hacia su padre mientras los guardias que estaban tras él y debían cuidarlo caían muertos bajo la espada que portaban. Llegó hasta su padre empujándolo con las fuerzas que tenía, sintió como sus pies despegaban del suelo y era subido al caballo junto con aquel bandido.

El ritmo volvió a su normalidad, los guardias miraron como aquel grupo se alejaba con el príncipe Minho, como rehén.

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