As You Wish [Ten]

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¡Majestad!— uno de los nobles del pueblo gritó— este hombre es un rufián, ha dañado a nuestras familias robando dinero o objetos de valor para beneficio propio. ¡Todos acá hemos sido víctimas de sus constantes robos y burlas!— empujaron levemente a Bang, sonriendo al sentirse superiores. Este dibujo una risa llena de ironía en su rostro cabizbajo, claro, ahora que no podía defenderse se animaban a hacer algo en su contra. Hipócritas, cobardes—. ¡Merece un castigo! ¡Hágalo majestad!

El hombre observó al pálido, no se le hacía alguien realmente peligroso a decir verdad. De hecho lo único que creería a simple vista es que era un vagabundo. Estaba mal vestido, con ropas andrajosas, sucias. El solo hecho de que estuviera de rodillas en su palacio le desagradaba. Suspiró, mientras aclaraba su garganta dispuesto a dar su veredicto.

Encierrenlo, unos cuántos años en la cárcel lo harán pensar— terminó por hablar mientras hacía caso totalmente omiso a las miradas llenas de furia de los nobles, quiénes claramente no estaban satisfechos con el resultado que habían obtenido.

Majestad, eso no es suficiente para reparar los daños que ha hecho, nunca lo será. Me sorprende que una persona tan justa como usted lo deje ir tan fácilmente. Merece la muerte por todos los daños que ha hecho, ¡La muerte!— Chris se paralizó, levantando su mirada mientras miraba al hombre en el trono, con una expresión sombría mientras parecía meditar. El noble alzo su puño sonriendo al pueblo tras el quién seguidamente comenzó a protestar en contra del veredicto que le habían dado al pálido, gritando una y otra vez que debía morir. Minho se aferró rápidamente al pilar antes de caer al suelo.

Debía hacer algo, necesitaba hacer algo, no podía dejar que lo condenarán a muerte. No podía verlo morir, Chris no podía dejarlo.

Sus piernas se movieron a rastras hasta el centro de aquel lugar, extendiendo sus brazos mientras su ropa se desordenaba levemente. Su garganta quemaba, apretó sus labios mientras tenía en su campo de visión al pueblo, en el frente a Bang, le daba la espalda a su padre, pero poco le importaba su cargo como príncipe actualmente. Sus pupilas se dilataron mientras su respiración se aceleró, su mundo se venía abajo, pero iba a mantenerlo, quería mantenerlo, necesitaba hacerlo.

¡Paren por favor!— gritó logrando que su garganta quedara rasposa además de que la sala quedará sin ninguna voz audible. El hombre en el trono se sorprendió. Sin embargo había tomado una decisión—. Padre, escúchame, él-...

— ¡Será decapitado!— el mundo se congelo para ambos amantes, la sala estalló en gritos de victoria mientras Bang se perdió. No, no podía morir. Su mirada se vacío, su cuerpos se paralizó al igual que sus pensamientos y su existencia misma.

¡Majestad, que grande es usted!

— ¡Es el mejor rey que hemos tenido!

— ¡Le adoramos majestad!

— ¡Majestad, por favor reconsiderelo!— Minho gritó en angustia— ¡No puede matar al hombre que salvó a su hijo! ¡Usted no puede hacer eso! ¡Él no puede morir! ¡No lo hará! No, no, no puede. ¡Majestad!— se postro de rodillas frente a aquel hombre, toda la sala quedó estática, Bang miro la escena.

Minho... Levántate... ¡Minho!— gritó también. Un golpe en su estómago lo sorprendió.

Otro noble le había pegado.

— Escoria, cómo te atreves a llamar tan casualmente al príncipe. Majestad, está claro que este hombre ha engañado al joven Minho.

El hombre miró a su hijo:
— ¿Él te salvó?— Minho asintió rápidamente, repetidas veces mientras enterraba sus uñas en su ropa— que es verdad que no puedo matar al hombre que salvó a mi hijo.

— ¡Pero majestad!

Minho sonrió retorcidamente mientras una pequeña felicidad lo comenzaba a invadir.

— Pero tampoco puedo perdonar lo que ha hecho. Así que reduciré tu castigo, como favor real— todos guardaron silencio— ¡Muerte pública!

Y en ese instante la cordura de ambos se perdió. Bang gritó:

— ¿Cómo es eso reducir un castigo? Cerdo, asqueroso, ¡Tú eres el ladrón!— recibió otro golpe de parte de un noble.

Agradece a la nobleza de majestad, serás ejecutado por espadas pero tu cabeza no rodará.

Bang río amargamente. Toda la sala hizo eco con su risa que comenzaba a mezclarse con lágrimas.

— Ustedes, no son más que unos hipócritas sirvientes de este cerdo, ¡No valen nada!

— ¡Llevenlo a su celda para que espere su ejecución!

Minho se había derrumbado sobre el suelo. Apoyando sus brazos contra el pulido piso. Estaba sudando, ¿Qué era esa sensación que lo invadía? Sentía que estaba al borde de la locura, que sus sentidos se estaban saliendo de control. Sin pensarlo corrió hasta los guardias para intentar que evitarán llevarse al rubio.

— ¡Chris!— el rey hizo una señal para que lo detuvieran— ¿Qué hacen? ¡Sueltenme! ¡Chris! ¡Chris!

— Lo siento Minho... No creo que podamos salir otro día— susurró.

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