♡21♡

2.1K 165 49
                                    

Yoongi abandonó la plaza a grandes zancadas. Estaba de un humor de perros y las palabras del sacerdote habían levantado ampollas en su pecho del tamaño de puños.

Los sintió segundos antes de oír sus pasos. Miró de soslayo por encima de su hombro, eran cuatro. Lo siguieron a través del laberinto de callejones, hasta una zona de bares y pubs donde la gente bebía y reía en plena calle. A través de las puertas de los locales la música surgía distorsionada y a un volumen muy alto, aun así podía sentirlos cada vez más cerca.

Continuó avanzando sin intención de despistarlos, tenía que sacarlos de esa zona abarrotada de testigos humanos. Dobló una esquina, un olor nauseabundo surgió del callejón sin salida. Se detuvo junto a unos cubos de basura con el logotipo de un restaurante, esa debía de ser la parte de atrás de la pizzería. Sacó la daga que llevaba escondida en el tobillo, bajo el pantalón. Un instante después los vampiros aparecieron en el callejón. No intercambiaron ni una sola palabra y se abalanzaron sobre él. El eco de un puñetazo atravesó el aire y el primer Renegado cayó de espaldas sobre un cubo de basura.

Una punzada de dolor atravesó el hombro de Yoongi, cuando una daga lo ensartó. Gruñó airado y devolvió la puñalada, penetrando con la hoja en el estómago del proscrito. Alguien lo golpeó con una barra de hierro en los muslos, cayó de rodillas a la vez que un puño impactaba en su mandíbula. Sin saber cómo, se encontró tirado en el suelo con uno de los renegados sobre su pecho, inmovilizándolo, mientras el resto le propinaban patadas por todo el cuerpo. Se sacudió para deshacerse del peso que tenía encima. Levantó la pierna y golpeó al que le estaba machacando las costillas. Consiguió ponerse en pie de un salto, a tiempo de ver como otros dos vampiros se dejaban caer desde el tejado. La situación empezaba a ponerse muy fea.

Los proscritos se alinearon frente a él y lentamente avanzaron. Yoongi no podía hacer otra cosa que retroceder, se miró las manos y comprobó que estaban vacías, había perdido la daga. Desarmado y en evidente desventaja, empezó a considerar en serio las posibilidades que tenía de salir de allí, y de repente se dio cuenta de que las tenía.

El aire cambió a su alrededor, electrificándose, las luces amarillas del callejón comenzaron a parpadear y a lanzar chispas. Sintió que la energía lo rodeaba. Su interior se expandió con aquella luz blanca que nacía desde lo más profundo de su ser. Los cubos de basura comenzaron a temblar, los cristales vibraban; y él mismo se sorprendió de lo que estaba haciendo, cada día era más fuerte. Extendió la mano y con un gesto los invitó a acercarse, rebosante de soberbia.

X: ¡Pero… qué demonios! —exclamó uno de los proscritos dando un paso atrás.

X2: No seas cobarde, está solo —dijo otro a su lado.

De repente, Yoongi sintió una fuerza extraña que lo paralizaba. Un lazo invisible que lo mantenía inmóvil, anclado al suelo, y lo mismo les sucedía a los renegados.

Una ráfaga de aire frío cruzó el callejón y uno de los renegados salió despedido contra la pared, al caer al suelo su cuerpo se convirtió en polvo. Yoongi pudo ver de reojo cómo una figura avanzaba desde su espalda hasta su posición. El hombre se detuvo junto a él, hizo un gesto con la mano y dos proscritos ardieron por combustión espontánea. Un nuevo movimiento y los otros tres restantes se estrellaron contra las paredes, desintegrándose al instante.

Yoongi apretó los dientes y miró al hombre con insolencia, seguro de que sería el siguiente en morir y demostrándole que ese detalle no le preocupaba lo más mínimo. Él ya estaba muerto y en el infierno, así era como se sentía desde que había dejado a T/N. Entonces el hombre le sonrió con frialdad y volvió a recuperar el control de su cuerpo.

X: Salgamos de aquí, este olor me repugna —dijo el hombre.

Yoongi lo contempló atónito, vestía un pantalón oscuro, mocasines y una camiseta negra. Tenía el pelo largo hasta los hombros, ligeramente ondulado y del color del trigo en verano. Pero lo realmente llamativo eran sus ojos, parecían de plata y en ellos apenas se distinguían las pupilas. El hombre le sostuvo la mirada un instante y, dando media vuelta, comenzó a caminar hacia la calle, dejando atrás el callejón y también a él. En ese mismo momento, pasada la impresión inicial, Yoongi se dio cuenta de que acababa de salvarle la vida un ángel de carne y hueso. No entendía muy bien por qué, pero sabía que lo era, su cuerpo lo reconocía.

Mi Destino Eres Tú  (Yoongi y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora