Perdido entre la realidad y el sueño

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Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 17 de enero de 1600 - Madrid, 25 de mayo de 1681) fue uno de los más insignes y universales poetas y dramaturgos españoles. Fue el tercer hijo del matrimonio entre Diego Calderón de la Barca y Ana María de Henao y Riaño ―una familia acomodada―.

Su padre era el secretario de Contaduría (un cargo similar al actual de «ministro de Hacienda») del rey Felipe III, cargo que hará que la familia de Calderón de la Barca se traslade a Valladolid (España) en 1602, cuando el rey decidió establecer la corte en esta ciudad castellana.

Al destacar en sus primeros estudios, su educación fue severa y estuvo orientada por su padre a conseguir una capellanía familiar y al orden sacerdotal. Por ello, al volver la Corte a Madrid, su padre ingresa a Calderón de la Barca en el Colegio Imperial de los Jesuitas, donde permanecerá hasta 1613.

A los 14 años, Calderón de la Barca ingresó en la Universidad de Alcalá de Henares para estudiar Lógica y Retórica. Un año más tarde, muere su madre, Doña Ana, y culmina su formación universitaria estudiando Leyes Civiles y Canónicas en la Universidad de Salamanca hasta 1620. En 1621 consigue un tercer premio en el concurso poético celebrado en Madrid en honor a la beatificación de San Isidro.

Ya decidido a dejar la carrera eclesiástica, acoge la vida de las armas y recorre Flandes y el norte de Italia con el Duque de Frías. Al volver a Madrid escribe sus primeras comedias: Amor, honor y poder es la primera, y data de 1623. Lleva una vida desordenada y tumultuosa, donde destaca la pendencia del Convento de las Trinitarias, en 1629: el actor Pedro de Villegas había herido al hermano de Calderón de la Barca; entonces persiguiendo a aquel saltó la pared del convento, prorrumpiendo en terreno sagrado. Este episodio le granjeó la enemistad de Lope de Vega (que había hecho encerrar a una de sus hijas en aquel convento).

En la década de 1630, ya apagada la luz de Lope de Vega en los Corrales de Comedia madrileños, Calderón de la Barca se consagró como dramaturgo de éxito con La dama duende, y otras comedias de tono humorístico. En 1635 ya tenía escrita quizás su obra cumbre: La vida es sueño. Siendo su teatro del agrado de la Corte, Calderón de la Barca obtiene el favor del rey Felipe IV, quien en 1636 le nombra Caballero de la Orden de Santiago, año en que publica ―una vez levantada la prohibición real de imprimir comedias en Castilla―, la Primera parte de las comedias de don Pedro Calderón de la Barca.

En 1640 acude a sofocar el intento de rebelión de Cataluña, uno de los fatídicos episodios de sangre en la historia de España. Dos años más tarde es herido en Lérida (Cataluña) y obtiene la licencia total de armas y una pensión vitalicia. Calderón de la Barca se consagra a la escritura de comedias. Sin embargo, entre 1645 y 1647 el dramaturgo pierde a sus dos seres más queridos: sus hermanos Diego y José, y nace su hijo natural, acontecimientos que le llevan a replantear su vida.

Así las cosas, Calderón de la Barca decide ingresar en la orden franciscana de los Terciarios, y se ordena sacerdote en 1651, por lo que ya puede acceder y accede a la capellanía de Toledo (España) en la que tenía derechos familiares heredados. En esta época en su producción literaria da prioridad a los autos sacramentales, pequeñas piezas dramáticas de temática teológica que tenían como finalidad ensalzar el sacramento de la Eucaristía, principalmente. Sin embargo, el rey Felipe IV desea tenerlo cerca de su corte y le concede el nombramiento de «capellán de honor», por lo que el autor trasladará definitivamente su domicilio a su ciudad natal, Madrid.

Muerto el rey Felipe IV en 1665, le sucede en el trono el rey Carlos II el Hechizado, quien un año más tarde confirma a Calderón de la Barca en la capellanía real.

Calderón de la Barca murió en Madrid el 25 de mayo de 1681 de un ataque cerebrovascular.

En Calderón confluyen muchos estilos barrocos porque crea cuando todas las tendencias barrocas han llegado a su pleno desarrollo. En él confluyen gongorismo y conceptismo y hace uso de innumerables figuras: correlaciones y paralelismos, contrastes, cuantiosas hipérboles en el lenguaje y en la conformación de los personajes, comparaciones.

Sus personajes también muestran su barroquismo: dotados de ilimitada violencia, rasgos desmesurados, trazos muy marcados y se contraponen entre ellos.

La vida es sueño nos enseña que el libre albedrío es válido y que no tiene de malo seguirlo, porque recordemos que en aquellos tiempos se podría ver como un delito, además que como seres humanos que somos debemos de ser empáticos, amables y entender a los demás, porque siendo egoístas no lograremos nada y recordar que todo lo malo se te regresa. La relación entre padre e hijo a pesar de los retos que enfrentan siempre existirá una conexión entre ellos, pues a pesar de todo sigue siendo tu progenitor.

Es una obra muy buena, llena de dramatismo, perdón y amor, que refleja el movimiento barroco profundamente, es muy entretenida y al momento de leerla si se logra hacer la conexión entre las escenas, aunque en cuestión de redacción es difícil entender, pero si le ponemos la suficiente atención la lectura será muy grata.

Por Natalia Cervantes

La Vida Es SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora