Parte sin título 8

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El cuerpo de aquella criatura estaba en los huesos, los médicos al mirarla no podían creer que aun tuviera pulso, casi imperceptible pero eso era suficiente para prestarle ayuda inmediata, la internaron; varios días después comenzó a mostrar mejoría, varios tubos y cables conectados a aquel esqueleto viviente ayudaron a que la muerte no se la llevara, a pesar del grado enorme de desnutrición pudo superar varios días en el hospital, cuando había pasado un par de semanas abrió los ojos, una luz intensa inundaba el lugar, se asustó al distinguir una figura masculina frente a ella, se sentó con brusquedad sobre la camilla y se arrancó inconscientemente los cables y las manqueras que le habían conectado, cuando por fin la vista se adaptó a la luz de la habitación miro como el hombre que vio al despertar vestía una bata blanca, él la tranquilizo y se presentó, tranquila, soy el medico que te está tratando hace ya varios días, no te preocupes que aquí estamos para cuidarte; dicho esto la chica pregunto qué hacía en aquel lugar, por lo que el médico le conto todo lo que había pasado cuando le encontraron y el tratamiento que recibía; al parecer faltaban unos días más para poder darle de alta, aunque eso no le libraría de tener que visitar varias veces el hospital en los meses futuros.

Después de aquella platica el medico salió de la habitación sin antes decirle que pronto seria la hora de las visitas y que su mama volvería como todas las tardes a cuidarla, entonces la chica recordó aquellos momentos que le habían llevado a ocultarse entre los objetos inservibles, sintió como un apretón en su corazón le enfriaba la sangre puesto que sabía que la realidad a la que huía en algún momento regresaría para tender sus largas manos y envolverla otra vez en aquel apretón asfixiante del que no sabía cómo escapar, a pesar de saber que su madre la estaba cuidando, según palabras del médico, sabía que ella no tardaría en volver a aquella vida donde sus hijos no formaban parte de la ecuación.

No deseaba verla, se acostumbró a pasar las noches a solas, en su mundo, en ese lugar donde nadie le hacía daño, pero por ahora sus fuerzas no le permitían escapar así que fingía dormir todas las tardes cuando sabía que su mamá llegaba a visitarla, prefirió no dar explicaciones sobre lo que había sucedido; mientras cerraba los ojos y fingía dormir, su madre le hablaba entre susurros sobre cuanto la quería y que había tenido miedo de lo que ocurrió, se lamentaba al no tener a su padre, es decir el monstruo para cuidarlas; a veces lloraba por aquel ser repulsivo que de saber lo que hacía con su hija de seguro terminaría odiándolo.

Varios días después un médico llegó a la habitación y trato de platicar con la chica, ya había mejorado mucho desde que despertó por lo que le recomendaron caminar, además el médico le pregunto lo que había pasado aquella vez cuando desapareció, antes le platico que según versiones de la policía, unos delincuentes habían asesinado a su padre y todos creían que fue por defenderla, la versión de la madre era que su padrastro se había interpuesto y había luchado contra los delincuentes para proteger a su familia, nada más lejos de la realidad; y según las personas que conocieron la historia él era un héroe, la chica al oír esto lloro, el medico interpreto que la pena que le causo la noticia había provocado esa reacción, pero solo ella sabía la verdad, decidió callar, y con enojo pidió al médico y a las enfermeras que la dejaran sola, no quería platicar con nadie, no quería revivir el calvario que sufrió cuando aún estaban en casa al cuidado de aquel monstruo y al que ahora todos creían que era un héroe.

Harta de los interrogatorios decidido una noche levantarse en silencio, recogió un par de sabanas , se cubrió con ellas y escapo del hospital, en realidad no sabía a donde, pero le torturaba escuchar cada día a un médico que decía que la ayudaría cuando no tenían idea del infierno que vivió por muchos años, ese infierno que dejo heridas abiertas y que con el pasar del tiempo no sanaron; camino entre pasillos, esquivando la presencia de las personas, aun débil, cada paso le costaba mucho esfuerzo, pero nada la iba a detener, recordó su lugar preferido y en su mente dibujaba la ruta que lo llevaría hacia aquel lugar donde un ser le prometió cuidarla y que la madre le había arrebatado de su lado, sabía que en aquel sótano oscuro y sucio encontraría paz; pero cuando estuvo ya cerca de cruzar la puerta del hospital una mano la detuvo, forcejeo pero fue inútil, aun no tenía la fuerza necesaria para liberarse del guardia de seguridad, la maniataron y la llevaron de vuelta a la habitación, esta vez ataron sus manos y sus pies a la camilla.

La terapia en lugar de ayudarla le causaba cada vez furia, tristeza y dolor, cada día un médico entraba para intentar ayudarla, pero siempre terminaban aquellas sesiones con llantos gritos y tristeza, no sabían cómo proceder, a pesar de que la chica siempre pedía que la liberasen, los médicos le impedían, aseguraban que su mamá la cuidaría, ella contradecía todo aquello, puesto que ellos nunca conocerían lo que vivió en aquella casa, que era el único recuerdo que tenía, de todas las pesadillas que sin saber porque tuvo que vivirlas a muy temprana edad.

Un monstruo bajo mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora