Día 4

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~••~mañana~••~

Abrí los ojos para darme cuenta de lo tarde que se había hecho, y en verdad pude despertarme gracias a las sacudidas de Pieck, quien intentaba despertarme.

Lo primero que se me vino a la cabeza es que era muy tarde, pero no, simplemente quería que le ayudase con las típicas tareas de la casa que casi me sentía obligado a realizar por su culpa. Pero así era Pieck, y tampoco podía hacer nada.

Mi vista estaba borrosa y lo único que podía reconocer era el borroso rostro de mi pálida amiga y sus susurros, a los cuales realmente no hacía mucho caso.

El tiempo se paró por un segundo para mí, las peticiones de Pieck no llegaban a mis oídos pero se notaba nerviosa.

—¡Porco! ¿Me estás escuchando?

—No. —respondí sin pensar.

—¡Porco! —pude notar cómo Pieck se enfadó ligeramente por lo que dije, yo por mi parte me lo tomé a broma y empecé a reírme, dando vueltas en la cama.

—¡Porco! ¡Esto es muy urgente!

—Exagerada.

Pieck no dudó en golpearme con la almohada en la cara, siendo lo más a mano que ella tenía.

—¡Ni siquiera sabes lo que ha pasado!

—Dispara.

—¡Hay una rata en la cocina! —Pieck no paraba de sacudir mi cuerpo intentando conseguir mi reacción.

—Sí, y se llama Reiner Braun.

—¡Porco! ¡Esto es serio! —me recriminó Pieck— ¡Ven ahora mismo a ayudarme!

Por obligación de Pieck, tuve que levantarme y ponerme algo encima rápidamente mientras ella apartaba la miraba.

—¿Desde cuándo te asusta a ti una rata? —le pregunté cuando terminé de vestirme.

Pieck era lo suficientemente inteligente para no asustarse con un animal que era poco más grande que su propio pie, ¿verdad?

Ella no respondió, y agarró mi mano mientras me llevaba por toda la habitación hasta la puerta y giró a la izquierda. Me di cuenta inmediatamente de que Pieck no me llevaba a la cocina, porque si no, hubiera ido a la derecha. Pero tampoco la detuve. Ya decía yo que se estaba alarmando por nada.

—Necesito que me ayudes.

—Tampoco tengo nada mejor que hacer aquí, Pieck. —ella inmediatamente me miró como si se sintiese atacada, pero no dijo nada.

Realmente, no me gustaba ser tosco con Pieck, pero me acaba de levantar de una forma demasiado brusca, simplemente no estaba de humor y ella me trataba como si hubiese visto a un Dios en persona y me quisiese llevar a verlo. Y la verdad es que no podía esperar a ver la razón de su comportamiento.

Impaciente, me llevaba mediante un pasillo no muy estrecho ni largo, su ritmo era rápido, pero lo suficiente para que yo, medio-dormido, pudiese seguirle el ritmo sin gran complicación.

Cuando llegó al final, y abrió la puerta con su frenético ritmo, lo primero con lo que me encontré fue con ruido y algunas confusas imágenes que mis ojos visualizaban, aún sin saber muy bien qué estaba pasando.

Solamente pude distinguir las voces de los niños y de Zeke, observé la sala; allí mis compañeros estaban dentro y gritaban algo que, debido a que me había levantado hace nada, no conseguí entender, o al menos hasta que aclaré ligeramente mis ojos con mis manos, y observé que había una pancarta colgada entre las paredes, tuve que verla más tiempo del que quizás era necesario para averiguar lo que estaba escrito en ella:

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2020 ⏰

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𝓛𝓸 𝓘𝓷𝓮𝓼𝓹𝓮𝓻𝓪𝓭𝓸 𝓓𝓮𝓵 𝓜𝓪𝓷𝓪𝓷𝓪 {ᵍᵃˡˡⁱʳᵉⁱ} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora