Capítulo 19. Que Sales

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Aquella noche había marcado un antes y un después en la vida de Natalia. No solo por todo el gran acontecimiento que significaba publicar tu primera canción si no por tener allí a su familia de sangre con la que había empezado a elegir poquito a poco. Rompiendo sus propias barreras y ver a Alba, quien se había convertido en una de las personas más importantes hablando con sus hermanos divertida, hacía que se replantease si realmente eran necesarias todas las vueltas que había tomado para llegar a ver esa escena ante sus ojos.

Ya era bien entrada la madrugada cuando empezaron a irse a sus casas. El single había salido a penas tres horas y estaba recibiendo una muy buena bienvenida que no podía hacer más feliz a la morena. Sentada en uno de los sofás con sus padres al lado, miraba con Elena bromeaba con Alba y María. Como si se conociera de toda la vida. Suspiró y su padre rodeó sus hombros con su brazo.

-Lo estás haciendo impresionante, cariño. - Le dijo mirando hacia el mismo punto que ella. - ¿Te ha gustado la sorpresa?

-Muchísimo, papá. - Dijo con un hilo de voz.

- ¿Sabes quién nos llamó?

-Supongo que Miki, que es el único que os conoce.

-Tienes razón, pero no. Bueno, a tu madre la llamó Alba hace un par de días. Si ves su cara al oírla, para enmarcar. - Dijo divertido sin perderse detalle de la reacción de su hija.

- ¿Qué dices? - Dijo abriendo los ojos. - Pero si ella...

-Bueno, pues llamó. Ahí donde la ves convenció a tu madre para cerrar la consulta estos días y quedarnos aquí hasta el concierto. Trabajo le costó, ya sabes como es. Pero mira, aquí estamos.

- ¿Os quedáis tanto tiempo? Madre mía. - Dijo empezando a salir de su asombro. - Así que Alba llamó a mamá, que fuerte.

-Te vas a cansar de nosotros. - Dijo soltando una carcajada. - Pero tranquila que nos quedamos en un hotel.

-Eso nunca, papá. Pero de eso nada, todos a mi casa que hay espacio de sobra.

-No es necesario, cariño. - Respondió el padre.

-No me estáis pagando ese pedazo de piso para venir a quedaros a un hotel, joder papá. Ya estáis cancelando esa reserva.

-Hablaremos luego con tu madre, a ver que dice.

Asintió y se quedó en silencio mirando a su alrededor como todos los que aún quedaban disfrutaban. María había puesto música de fondo para animar un poco la estancia y había comprado cervezas como para la guerra que en su mayoría básicamente se las había bebido ella sola. Desvió la vista en busca de su madre que volvía al salón con una sonrisa de tranquilidad. Natalia se levantó del sofá y fue a los brazos de su madre con una sonrisa.

-Ya le he dicho a papá que os venís todos a casa esta semana. Así que en un rato deberíamos ir a cancelar la reserva y recoger vuestras cosas. - Le dijo rápido sin dejarle decir una palabra y cuando la mujer iba a responder, dejó un tierno beso en su mejilla y se alejó para no darle oportunidad. - Te quiero.

Negó con la cabeza al ver a su hija con esa actitud. La echaba de menos, pero tampoco quería agobiarla con su visita a Madrid. La llamada que le había hecho Alba días atrás, le sorprendió tanto que tardó horas en salir de su asombro desde que había cortado la llamada. Ella, que nunca había cerrado su consulta si no en fiestas de guardar, se dejó convencer por la pasión con la que hablaba aquella muchacha aún desconocida para ella sobre lo que su propia hija había logrado. El concierto de la siguiente semana era muy importante, pero aquella noche en la que se encontraban también lo era y ella no lo había visto así hasta la charla que tuvo con su nuera. O eso suponía. Sospechas que se le confirmaron cuando saliendo de sus propios pensamientos, vio a su hija depositar un beso en los labios de la rubia y la forma en la que se miraban.

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