Capítulo 16: "El inicio de nuestra amistad"

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Una bella jovencita pelinegra se encontraba frente a un hombre que estaba en una cómoda silla dándole la espalda escuchando lo que ella le decía.

¿Lo estoy haciendo, bien?, decía la pelinegra.

Sí, me tienes sorprendido, lo has logrado en menos tiempo de lo que pensé, si sigues así podrás conseguir lo que deseas en poco tiempo, respondió el hombre.

¿En verdad?, decía la pelinegra con ilusión.

Sí, pero como te dije antes, todo dependerá de ti, no es algo sencillo, hay mucho riesgo en ello, respondía el hombre, sin girar a ver a la pelinegra.

Lo sé, pero si es la única manera yo seguiré adelante como se lo dije, respondió Milk.

Bueno, es tú decisión, no digo más, dijo el hombre.

Entonces, ¿ya me retiro?, respondió la pelinegra.

Si, que tengo más visitas, decía el hombre.

En tanto:

Una rubia de cabello corto se encontraba con su novio en un pequeño restaurante.

Pensé que no vendrías, como te cité tan temprano, decía la rubia mientras miraba a su novio.

Como se te ocurre pensar eso mi rubiecita hermosa, yo no podía faltar a muestra cita y más con tantas semanas de no vernos, además una cita a desayunar es algo que no se puede despreciar y menos si me la propones tú, respondía sonriendo el calvo, mientras abrazaba a su novia.

Sí, es cierto, llevamos muchas semanas sin vernos, me debes muchos abrazos, y besos, decía la rubia.

Lo sé y te los dará hermosa, respondió el calvo, dándole un dulce beso a su novia, que a la distancia fue visto por alguien.

Hora de irme, dijo un joven que llevaba gorra y lentes, al tiempo que tomaba una pequeña mochila para empezar a caminar, sin que el calvo y la rubia notaran su presencia.

Ahora si platícame, ¿cómo te está yendo mi rubiecita?, decía el calvo tras romper el beso.

Pues muy bien,...., decía la rubia de cabello corto, mientras el calvo la escuchaba con atención.

Casa Ouji:

Un joven cabello de flama llegaba al comedor a desayunar con sus padres, haciendo que estos posaran sus ojos en él.

¡Buenos días¡ dijo Vegueta mientras tomaba asiento en la mesa.

¡Qué bueno tenerte en la mesa hijo¡ respondió el señor Ouji, al tiempo que una empleada se acercó a servirse el desayuno a su joven amo.

Si hijo, estoy tan feliz, acoto la señora Ouji con voz entrecortada.

¡Gracias¡ dijo Vegueta mirando a su empleada, haciendo una pausa para luego seguir hablando: A partir de hoy me levantare muy temprano para compartir el desayuno con ustedes, como la familia que somos.

¿Y de allí que harás?, decía el señor Ouji intrigado

¿Cómo que qué haré padre?, iré contigo a la empresa, quiero ver que pendientes hay, aunque de seguro en mi oficina hay muchos, dijo Vegueta mientras llevaba una taza a su boca.

No tantos hijo, yo me ocupe de los pendientes que dejaste, respondió el señor Ouji.

¡Gracias padre¡ ¡gracias por ello¡ prometo que a partir de hoy procurare ser más responsable, acoto Vegueta.

Esa promesa me pone muy feliz, dijo el señor Ouji.

A mí también, acoto la señora Ouji.

En tanto:

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