Permanecía ante la ventana, con los dedos entrelazados a la altura de la cintura, y los ojos perdidos en el horizonte. Bajó la cabeza pensativo y se giró. Ante él estaba Roger Parker, su brazo derecho, Michael Guinian, y su subordinado, James Ford, y la vicepresidenta del gobierno, Andrea Roberts. El presidente miró a todos los presentes y de inmediato todos comprendieron el matiz extraordinario de la situación que estaban viviendo. El profesor de investigación científica paranormal de la universidad de Yale, el señor Guinian, recibió con orgullo el gesto del presidente, y se dispuso a explicar la situación:
-Tenemos dos problemas, señor presidente, en primer lugar como ya sabrá el virus que comenzó enfermando ganados en Arizona, ha...bueno, no estamos seguros, pero creemos que podría haber mutado afectando ya a otras especies.
-¿A qué se refiere exactamente, señor Guinian?- preguntó Parker con mirada inquisitiva. Intentaba proteger a su colega, de problemas efímeros, porque tenía la absoluta certeza de que había otras prioridades sobre la mesa...
-Ocultamos al vulgo la presencia de este mutágeno, porque ustedes, dijeron que así lo hiciéramos, pero ahora tenemos perros muertos en todas las calles, y doscientos humanos, en estado crítico infectados por la nueva mutación. Sus síntomas, vómitos descontrolados, fiebres extremas, y hemorragias externas de todo tipo, acabarán desembocando en muerte en pocos días. Hemos observado que el agente mutágeno es una evolución del que apareció con anterioridad en Arizona, una evolución que ha provocado una invulnerabilidad ante el remedio que habíamos encontrado.
-¿Está manteniendo en secreto esta investigación?- preguntó el presidente visiblemente preocupado. Comenzó a dar vueltas en torno a los presentes, mientras la vicepresidenta Roberts tomaba notas, y Parker negaba con la cabeza.
-Por supuesto. Seguimos con minuciosidad sus órdenes, señor presidente. Pero...
-¿Cree que podrán controlar la epidemia?- la vicepresidenta se giró sobre su trasero y dejó reposar suavemente la punta del pilot que sostenía, sobre la hoja del papel, esperando una respuesta...negativa, por supuesto, pero con matices, evidentemente.
-Si, creo que analizando los enfermos podríamos averiguar la mutación que ha sufrido el virus, e intentar provocarla en el antídoto. Si tenemos suerte, trabajando duro, tendríamos buenos resultados y menos problemas. Pero los ingresados morirán antes de que podamos encontrar la solución – la presidenta sonrió, pero no apuntó aquellas frases de optimismo hipócrita, sabía que ahora vendrían los peros.
-Bueno...y una reunión tan urgente, ¿Entonces para qué? Si lo tienen todo controlado...
-Dijimos que había dos problemas...-el señor ford posó su maletín sobre la lustrosa mesa de madera del presidente y sacó un abundante taco de folios que distribuyó con sumo cuidado entre el presidente, la vicepresidenta, y Parker.
-¿Qué cojones...-dijo Parker al ver la primera foto del archivo.
-Si, señores, esa foto y unas...mil más estaban guardadas en el archivo secreto de nuestra investigación, hasta que hace pocos días, como ya les informamos, se renovaron, por el extraño suceso del viejo Clinman. Que por si no lo recuerdan, reventó.
Pues bien, el problema estriba, en que esas fotos, y nuestros archivos, se han filtrado.
-¿Qué? ¿Qué quiere decir con eso?
-La prensa tiene en su poder, el archivo completo de lo que en su momento se dio en llamar "Area 72". Si no hacemos algo, el pueblo sabrá pronto, que hemos tenido..."visitantes externos" y que probablemente, estos, sean los culpables del nuevo virus que ha atacado a nuestra población.
-Dios mío...¿Pero como ha podido pasar esto?- el presidente se levantó de su silla visiblemente alterado y subiendo la voz mas de lo necesario mandó a la vicepresidenta avisar a Viltirrelly, uno de sus "mecánicos".- Yo confiaba en ustedes, joder, dediqué vigilancia y tiempo a esos archivos. ¿Sabe cuales pueden ser las repercusiones de todo esto?
-Lo imagino, señor. Por eso aconsejé que se produjera esta reunión hace dos semanas. Si ustedes se lo hubieran tomado con mas seriedad...
-Y una mierda- gritó Parker- como caigamos nosotros, ustedes caerán también.
-NO me importa caer, mientras no caiga la raza...Oh, el teléfono. Vuelvo enseguida.- el señor Guinian se excusó y salió del despacho mientras Ford se quedaba dentro discutiendo con dos hombres que habían pasado de ser honorables a ser despreciables. Bueno, quizá siempre fueron despreciables.
-Encima no tiene el menor respeto a la autoridad. En una reunión con el móvil encendido, ¿Dónde coño se ha creído que está? ¿En su jodido laboratorio financiado por el gobierno?- preguntó Parker perdiendo la paciencia.
-Bueno, ¿Y que piensan hacer ahora?- el presidente estaba visiblemente nervioso. Gotas de sudor comenzaban a surcar sus cabellos mientras intentaba soltar adrenalina golpeando su mesa con los dedos suavemente pero de forma continua.
-Habíamos pensando en pagar, una importante suma de dinero, al grupo periodístico que tenga esa información, por cerrarles la boca y recuperar lo que es nuestro.
-Eso es imposible. De hecho, ¿Cómo sabemos que no están ustedes compinchados con ellos? ¿Y sino quieren negociar? Habría que acabar con ellos, matarlos, o aislarlos. Ya saben, hacerlos desaparecer.- Parker comenzaba a perder la razón. El miedo que se había introducido dentro de él dominaba su cerebro y lo alteraba.
-¡¡No diga memeces, Parker!! – tras estas palabras del presidente, el señor Guinian volvió de nuevo al despecho, en mangas de camisa, y con una bellota de hachís entre los dedos y murmuró
-El virus ha mutado. El primer muerto de los ingresados, falleció por...a ver como explico esto. Se está gestando algo, dentro del cadáver, que se ha alimentado de su sangre, ha replicado su ADN, y lo ha sumado al suyo que todavía no hemos podido estudiar.
-¿Y porqué no lo han estudiado, maldita sea?- gritó Parker. Ford se acercó hacia él, completamente fuera de sí, y le propinó un puñetazo que le tiró de la silla. Nadie intentó detenerlo, ni se preocuparon por el estado de parker que comenzaba a levantarse con la sangre saliendo a borbotones e inundando su boca.
-Nadie se atreve a tocarlo, porque el cadáver donde se encontraba el...bicho, se está desintegrando como si se tratara de un muñeco de plástico.