Capítulo 6

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- Este es el resultado que se esperaba. - dijo Merlina con notable brillo de emoción en su mirada - ¡Es incluso mejor de lo que realmente imaginamos! ¿No lo cree, Sir Lancelot?

El moreno no esperaba que la hechicera le dirigiera la palabra, estaba completamente hipnotizado por la increíble nueva apariencia de quien se encontraba frente a él y debía admitir que lo que más le excitaba de ello era saber que debajo de toda esa lujosa y femenina vestimenta se encontraba el cuerpo de Arthur.

- S-sí, es...mucho más irresistible de lo que se pensó que sería en un principio... - respondió el caballero, mirando intensamente a su rey, sin pensar muy bien lo que ya había dicho.

La vestimenta usada consistía en un largo vestido de color carmesí de aproximadamente 6 pies de largo, con un característico escote que mostraba su pecho, el cual era cubierto por un velo negro que adornaba esa zona para no parecer indecente. Las mangas eran anchas y cubrían los brazos del azulado por completo. Este vestido era especialmente estrecho en la zona de la cintura y ancho en la parte de las caderas, haciendo que el cuerpo del azulado se viera sumamente femenino y atractivo a los ojos de quien lo viera.

Y quien lo estaba viendo daría ello por hecho aunque no se lo preguntaran.

El monarca se sentía realmente extraño. No podía evitar sonrojarse con furia al percatarse de la intensidad de la mirada que su caballero le daba. Se dio cuenta de lo mucho que le gustaba la atención que estaba recibiendo, sin embargo, dentro de sí aún no lograba admitirlo, sintiéndose avergonzado por ello.

- ¡Muy bien! Es hora que le enseñe los modales que toda dama de la nobleza debe incluir en su vida cotidiana. - interrumpió Merlina en medio del incómodo silencio - Acompáñenme, iremos al lugar de práctica. - señaló la joven dama para después llevarse a los dos erizos a una gran salón que les serviría como campo de entrenamiento para su rey.

Esto tan solo estaba empezando.

...

Por otro lado, con Mephisto, Galahad y Percival, la búsqueda parecía sin sentido y sin rumbo. Todo lo que sabían era que el plateado encontraría el Santo Grial ¡Pero no cómo ni dónde! Los ánimos del equipo estaban por los suelos, cuando hace tan solo unas horas habían empezado la marcha. El hechicero percibió como la inseguridad comenzaba a instalarse en el caballero de ojos ámbar, se veía claramente como la duda carcomía poco a poco su mente ¿A caso era cierto lo que su rey le había dicho unos dias atrás? ¿De verdad sería él quien llevaría ese objeto sagrado a su amado reino para traer la paz? Muchas preguntas como esa asediaban la cabeza del más joven, haciéndolo sentir agobiado por la gran responsabilidad que cargaba en sus hombros. Todo dependía de él.

Solo un suspiro bastó para que el moreno decida hacer algo al respecto.

- Madame Percival, al parecer los miembros del equipo que están detrás de nosotros están demorando mucho. - comentó el de ojos verdes a la mencionada, los tres líderes marcaban el paso a la cabeza de todo el equipo para que todos los siguieran, pero aún así algunos miembros de la expedición se atrasaban - ¿Podría hacerme el favor de ir a apretar el paso de los demás caballeros?

- Por supuesto que sí. - respondió con simpleza la minina obedeciendo al pedido.

Una vez que ella dejó a solas a los dos erizos en la cabeza, el erizo de púas oscuras se acercó a Galahad de prisa mientras continuaban con el trayecto sin que este se diera cuenta. El erizo plateado se sobresaltó al darse cuenta de la cercanía de su maestro y, al no percibir la presencia de la otra paladín, se tranquilizó.

- Sé lo que estas pensando. - dijo Mephisto llamando la atención del menor.

Aunque habían estado caminando durante casi todo el día, el caballero sintió la necesidad de echarse a correr sin parar y así quedar completamente solo. No deseaba enfrentar al mayor, tenía en mente a lo que se refería.

¡Por el rey! | LancelotxArthur |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora