Capítulo 5

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El resto de ese trágico día fue de pura tensión. Una vez que el peligro pasó, todos los habitantes del reino fueron escoltados hasta sus hogares mientras los integrantes de la mesa redonda y los hechiceros del reino se reunían para oír la estrategia que su rey tenía en mente.

Esa sesión fue larga y agotadora, todos estaban tratando de aplicar toda la sabiduría en tácticas de guerras que tenían para no dejar ningún detalle a la suerte. Nazo era un ser no muerto resultado de la invocación de las fuerzas oscuras que lo convirtieron en un vampiro, una abominación a los ojos de todo quien lo viera. El plan principal era hacer que el joven Galahad encontrara el Santo Grial y lo llevara cuanto antes al reino, pues este sagrado objeto era de suma importancia para lograr acabar con la amenaza de una vez por todas.

- Entonces está decidido... - finalizó Arthur con firmeza - Mañana a primera hora se emprenderá la búsqueda del Santo Grial. Mephisto, Galahad y Percival estarán a cargo de ella, liderando el paso y dando órdenes a la tropa que les sea asignada.

Los tres mencionados le dedicaron una reverencia a su rey, en señal de respeto y obediencia.

- Cumpliremos con sus órdenes, su majestad. - dijo Mephisto poniéndose de pie - Encontraremos el objeto cuanto antes y se lo traeremos, confíe en nosotros.

 Dicho esto, la reunión se dio por terminada y todos los presentes se retiraron de la habitación. Cada uno de ellos se retiró para descansar, mientras que los asignados a cumplir con la búsqueda se alistaban para el día de mañana, el cual sería el comienzo de un carrera contra el tiempo para poder cumplir con su misión.

- Déjeme pasar la noche con usted, por favor. - le susurró el caballero de púas plateadas a su maestro cuando se retiraron a reposar por fin.

- Como desees, caballero. - le sonrió, tomando la mano del menor para llevarlo a su habitación.

Cuando llegaron a los aposentos del mayor, ambos a penas y podían contener las ganas que tenían de besarse. Se deshicieron de su armadura y ropajes en un ambiente de pura tensión sexual. Cada uno estaba tratando de ocultar la necesidad que tenían sus cuerpos de tocar al otro sin éxito, haciendo que la situación se tornara un poco incómoda. Mephisto se estaba hartando, tenía un límite y ya había llegado a este.

Sin previo aviso, tomó a su estudiante de la muñeca, lo lanzó a la cama y se puso encima de él. La ventana que se encontraba justo debajo de esta logró hacer que la luz de la luna iluminara el cuerpo del caballero, tan esbelto, tonificado y, sobre todo, muy hermoso a los ojos del moreno.

- No aguantaré más, debo probar de sus labios de nuevo en este instante. - dijo el hechicero mientras unía sus labios con los de su aprendiz en una danza peligrosa que los guiaría a la unión tanto corporal como espiritual que deseaban tener.

- Mephisto... - suspiró Galahad en medio de los besos, derritiéndose en el acto ante tanta atención dada.

El erizo de púas oscuras se había hecho paso en la cavidad bucal del plateado, el beso se volvía cada vez más caliente con el aumento de la intensidad de sus movimientos. El otro erizo no se opuso a ello, rodeando el cuello de su maestro para unirlo más a él y seguir el beso hasta el final, hasta que la necesidad de respirar los detuvo y sus sentimientos correspondidos se volvieron uno. Fue entonces que Mephisto se permitió besar a lo largo y ancho del cuerpo de su amado caballero, iba a besar cada parte de él sin dejar nada fuera de su alcance. Empezó por el cuello de este, plantando dulces besos y marcándolo fuertemente, haciendo gemir al plateado con ganas. Terminó todo su recorrido en los muslos de este, donde también dejó notorias marcas rojizas llenas de lujuria y placer. El menor se sentía abrumado por esos simples besos y toques recibidos. Estaba enloqueciendo.

¡Por el rey! | LancelotxArthur |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora