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No tenía hacia donde mirar, en ambos lados una vida luchaba por quedarse en este mundo, y mucho más por quedarse a mi lado.
Una ya me conocía y la otra yo anhelaba conocerla más que nada.
Antes había tres, ahora solo son dos las que luchan por su vida.
Y a pesar de que una tristeza llenaba mi corazón, la esperanza de irme con mis dos hijas sanas a casa era lo único por lo que aun seguía aquí.
Hailey había fallecido hace más de treinta minutos, lloré amargamente por ello pero me llené de fuerzas cuando me dijeron que mi pequeña bebe luchaba por su vida aún cuando ella ya estaba fuera del cuerpo sin vida de su madre.
Porque como doctor sabia que eso era la cruel realidad, no había nada que hacer. No podía culpar a nadie honestamente. Solo al destino que parecía querer que todo aquello fuera de esta manera.
Ambos quirófanos uno del lado del otro albergaban murmullos en ocasiones gritos, podía ver un poco cuando alguien entraba o salía, no pedía información porque sabía que alguien pronto vendría a darmela.
Nadie sabía mi dolor, mi frustración y desesperación, no le dije a mi madre nada, no le dije a julia nada, no le he dicho a mi mente nada... todo a pasado más rápido que un relámpago.
Pronto la puerta de uno de ellos se abrió nuevamente dejando a la vista un cirujano que quitaba lentamente su gorro en señal de derrota, conocía el sentimiento, sin embargo nunca fue algo mío lo que perdia.
-Alexis- dijo, creo que aunque fuéramos colegas no sabía como dar aquella información.
-Creo que tienes porque decirlo... lo se- dije esto ultimo con un nudo en la garganta. -¿Sufrió?-pregunte
-Quizas o tal vez los medicamento ayudaron a que no sufriera tanto- mi mirada cayó al suelo, al igual que mi alma -Su pulmón se perforó al igual que otros órganos pero ese afecto totalmente- asinti conociendo todo aquello.
-¿podrías ponerlas juntas?- un favor extraño si me lo hubiesen pedido a mi.
-Arreglare todo para que así sea- ya no podía evitar que el nudo en mi garganta me impidiera decir más palabras.
Solo quedaba una vida en juego...
¿Se me podría destrozar más?, me deje caer frente a la puerta con toda la impotencia del mundo, sosteniendo mi cabello entre mis manos hasta el grado de provocar un dolor severo... pero nada comparado ante estas dos perdidas.
Quise gritar pero ningún sonido salía de mi garganta.
Entonces de un momento a otro una mano se posó sobre mi.
-Alexis- llamó otra de mis colegas. Me limité a observarla esperando lo peor del mundo -Ella esta bien, crecerá fuerte...- no podía sentirme feliz porque el mismos dia que perdí dos de mis grandes amores ganaba otro más.
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-¿Puedo?- mi pregunta no fue del todo formulada.
-Claro, está en una incubadora estable ¿Que nombre le darás?- su tono de voz era tan calmado que no mortifica en lo absoluto.
-No... no habíamos pensado en ello- solo podía recordar las discusiones con Hailey ante el nombre de nuestra hija, ha que según ella no tenía la creatividad para poner nombres y al final quedó en un tema libre, Hailey me sorprendería con el nombre el día que ella naciera, pero ahora no podía preguntarle.
-Bien, solo no olvides registrarla- asinti antes de ponerme de pie y seguirla al neonatal. No me había preparado para ver a mi hija por mi sola ¿Y si se parecía a ella? Podría soportarlo, anhelaba inclusive que así fuera, al igual que se pareciera a Alexis...
La pequeña niña se mantenía dormida dentro de aquella incubadora aferrándose a su vida tanto como yo a la de ella.
-Te juro que te protegeremos a muerte- dije haciendo referencia a Harry que estaba seguro la amaría como yo. -Prometo que no te perderé a ti...- sabia que ese tipo de promesas no las podía hacer sin embargo debía hacerlo para que mi mente lo entendiera, no perdería a nadie más, primero perdería la vida yo siendo un viejo antes que uno de mis hijos.
Y así era como me convertía nuevamente en padre... soltero.
Se los advertí. ¿Que les pareció? Tengo aún un extra así que...
