Sonrisas Sabor Vainilla

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El peliverde entró a la habitación del bicolor después de pedir permiso educadamente, siguieron hablando de cosas triviales hasta acomodarse frente al escritorio de Todoroki.

Sacaron sus libros, unos cuadernos y comenzaron a trabajar en el ensayo que tenían que preparar. Una parte del bicolor estaba realmente feliz de tener al peliverde con él y la otra seguía en su dilema, "¿Qué más hay en él? si, escribe bien y tiene una mirada profunda, pero conociéndote debe haber otros mil motivos seguramente".

—Ah... No puedo concentrarme en lo absoluto—Se quejó el peliverde envolviendo sus manos en sus cabellos revueltos, un color muy ligero adornaba sus pecas, el bicolor sintió una ternura crecer en él.

—¿Es por él, verdad?—El peliverde solo asintió apenado, escondiendo su rostro entre sus brazos, el bicolor solo dio un suspiro para disolver aquel nudo en su garganta más ligero que la última vez, probablemente por lo repentino de la situación, pensó para si mismo el bicolor.

—¿Qué puede traerte tan loco? si, tiene una mirada interesante pero eso es todo, ¿No?—Habló el bicolor con un tono neutral, aun así atento a la respuesta del peliverde

—Supongo que jamás has visto su sonrisa, aunque es muy obstinado con ello, de vez en cuando se le escapan sin quererlo aquellas sonrisas suaves.—Dijo el peliverde, su mirada pareció perderse por unos segundos.

—No es muy común verlo sonreír, pero definitivamente es algo bonito.— la voz del más bajo sonaba extremadamente suave, a Todoroki le pareció un tono realmente inofensivo.

El resto de la tarde se pasó con normalidad, su trabajo estaba curiosamente avanzado y con unas dos tardes más, estarían listos.

Todoroki suspiró cuando vio al peliverde marcharse, sabiendo a la perfección que nunca hablaría con aquel tono de él, solo le quedaba avanzar y él lo sabía perfectamente. Aún dolía pero debía ser fuerte. "Un héroe nunca pierde la calma, y si lo hace, debe saber manejarlo" fueron las palabras que resonaron en la cabeza del bicolor. Era verdad, no tenía tiempo para ser un adolescente con el corazón roto y la mejor versión de si mismo simultáneamente.

Dio un largo respiro entrecortado mientras lágrimas bajaban en contra de su voluntad, debía dejarlo ir para poder olvidarlo. Se tranquilizó con el paso de las horas, sus ojos aún estaban hinchados pero sus sentimientos se iban con cada gota, era increíblemente difícil pero no imposible. Él era un héroe, iba a actuar como tal.

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Martes.

A la mañana siguiente, el bicolor se sentía mas animado de lo usual, llorar le había hecho bien incluso aunque ahora tenía ese dolor martillante, sabía a la perfección que se iría después del desayuno. Se levantó e hizo su rutina usual, cuando llegó al salón ya no había ningún rubio escribiendo, tampoco su mirada carmesí cargada en gruesa tristeza. El bicolor solo suspiró ante la observación que alguien había realizado sobre él, ni siquiera se había dado cuenta hasta ayer.

Ahora que Todoroki conocía aquella nueva mirada en el rubio, quería seguir mirándolo. Era una mirada interesante y eso le llamaba la atención, era entendible, pensó para si mismo el de rostro sereno. Su mirada nuevamente se dirigió al reloj colgado en la pared, los minutos se habían mas lentos e insoportables. 

Por primera vez, durmió antes de clases, sabía que luego tendría aún más sueño pero el aburrimiento le ganó y la escapatoria más rápida era dormir para pasar el tiempo. En un pestañeo, el salón estaba lleno y el peliverde le estaba llamando para despertarlo al parecer.

—¿Estás bien? No es muy común verte dormir antes de clases.—Expresó el peliverde, aquello era verdad, el bicolor sólo dejó escapar un no mientras se estiraba para acomodarse, incluso durmiendo aún quedaban 20 minutos para el comienzo de las clases, se excusó y fue hacía el baño

Mientras se lavaba las manos, escuchó una puerta abrirse atrás de él, de allí vió una cabellera rubia salir con mochila y todo. Le dirigió una corta mirada y volvió a mirar sus húmedas manos, las secó y se quedó quieto un momento

—Huh, imaginé que elegirías un lugar más calmado, aunque este es el más discreto si quieres escribir.—Se dijo a sí mismo analizando la elección del rubio, cosa que se recriminó casi al instante. Lo que él decidiera hacer o no, no era de su incumbencia.

Después de aquello se dirigió a su salón de clases mientras veía la hora, diez minutos, pensó para si mismo. Estaba ansioso por algo, quería que el tiempo pasara rápido pero sin saber para qué, se distrajo de sus pensamientos cuando escuchó que Midoriya lo llamaba.

—¿Que ocurre?—Preguntó Todoroki, de allí surgió una conversación trivial la cual terminó en cuanto el profesor ingresó en el salón, nada nuevo ocurría durante clases, y a Todoroki no podía importarle menos.

Las siguientes mañanas no fueron diferentes, Todoroki seguía pensando en el rubio, en sus poemas y palabras. Al menos el peliverde se había enamorado de alguien interesante.

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Viernes.

Cuando las clases terminaron Deku se dirigió a su hogar, saludó a su madre y se sentó a realizar su tarea de matemáticas mientras comía, unos minutos después de que terminó el sonido de su celular inundó la habitación y su corazón se aceleró cuando vió que se trataba de Bakugo.

Deku podía escuchar su corazón resonar en sus oídos mientras atendía la llamada, tenía los nervios a flor de piel.

—¿Ho-hola?—En ese momento agradeció que su tartamudeo no fuese algo raro en él, a Bakugo no pareció importarle mucho.

—Hey, necesito ayuda, hay algo del ensayo que no entiendo y los estupidos de Kirishima y Kaminari saben aún menos. ¿Puedes venir a mi casa esta tarde?—Se escuchó del otro lado de la línea, Midoriya sentía que su corazón iba a explotar de los grandes latidos que daba.

—A-ah, sí, estaré allá en media hora—Dijo mientras jugaba con sus dedos, esperando una respuesta de confirmación.

—Esta bien, adiós—Dicho esto colgó, Midoriya se quedó viendo un momento la ya finalizada llamada y luego se levantó, se cambió de ropa y avisó que iba a casa de Bakugo.

Lejos [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora