Déjame Enseñarte

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Jueves.

—Bakugo me pidió ayuda, ya te lo comenté de hecho, pero creo que estaba tan nervioso que no logré explicarle nada.—Explicó el peliverde avergonzado, el bicolor lo escuchaba mientras asentía, no había mucho que él pudiese hacer.

El proyecto se terminó, como los sentimientos del bicolor por el peliverde, y a pesar de que dolió, la calma que aquello le trajo lo hizo dar un suspiro de alivio. Luego de que el peliverde se retirara, el bicolor cayó en cuenta de que aún era temprano. Marcó el número del rubio y esperó hasta que el otro contestara.

—¿Qué mierda quieres?—Preguntó el rubio con su típico sonar enojado.

—Déjame enseñarte inglés, para el ensayo.—Soltó el de doble quirk, el otro lado de la línea se quedó en silencio por unos segundos.

—¿¡POR QUÉ QUERRÍA TU MALDITA AYUDA BASTARDO!?, ¡NO SOY UN IDIOTA!—Gritó el rubio del otro lado de la línea, necesitaba ayuda pero su orgullo se interponía.

—Se que no lo eres, tienes uno de los promedios más impecables de hecho. Inglés simplemente no es tu fuerte.—Explicó el bicolor.—Se cuan importante es esta nota para ti, por eso, déjame enseñarte.—Pidió el bicolor.

Luego sonó el tono de que la llamada había sido colgada. 

"Maldita sea... Esto se siente como todo menos como yo, y lo más raro, es que no estoy seguro de que realmente me moleste"

De pronto una notificación sonó de su celular, un mensaje del rubio, era su dirección junto a un mensaje.

"El viernes, después de clases, si te demoras más de 10 minutos en alcanzarme no te abro la puerta".

El bicolor solo sonrió ligeramente mientras bajaba las escaleras de su casa por un vaso de agua.

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Viernes.

Cuando las clases terminaron, el bicolor dirigió una mirada al rubio después de que este término de gritarle a sus amigos que iba a irse solo y justo antes de qué saliera del salón, el rubio desvió la mirada y asintió ligeramente.

El bicolor se retiró luego de despedirse de sus amigos, siguiendo el camino por el cuál el rubio se había ido hasta encontrarlo.

El rubio sacó sus llaves mientras entraban en la vivienda y entró hasta que una copia del rubio versión femenina los vio.—¡Ah, llegaste!¿Como fue tu día, mocoso?—Estaban en la dirección correcta. La mujer los dejó pasar y cortésmente disculpó la intromisión.

—Ya te dije que venía un compañero a enseñarme inglés, vieja.—Dijo el rubio.

—¿Así se le llama ahora a los novios?—Bromeó la rubia mirando al rubio con sus cejas levantadas.

—¡Calla!—Gruñó el rubio, su madre frunció el ceño y le gritó algo a lo que el bicolor no prestó atención.

Ambos subieron las escaleras y se dirigieron hacía la habitación del más bajo, se sentaron después de poner todo sobre el escritorio del rubio y comenzaron a trabajar en diferentes temas, ampliación del vocabulario y conjugación de verbos.

—Ah, maldita sea... ¡Ese error fue a propósito! Así el idiota de Kirishima la tendría más difícil al momento de revisar el ensayo.—Se justificó el rubio, incapaz de poner su orgullo en juego aceptando aquél error.

—Sí, por supuesto, realmente creíble—Expresó el bicolor en un tono monótono, manteniendo su poker face.

—¡Nunca sería tan imbécil cómo para no notar ese error!—Gruñó el rubio.

—No tienes que mantener esa capa de orgullo irrompible siempre, ¿Sabes?, todos cometemos errores. No te hace menos. Me gusta que cometas errores, pues conlleva a tu determinación por areglarlo. Me gusta tu determinación, y si no tuvieras en que mejorar, serías aburrido—Dijo el bicolor lentamente, era una de las pocas veces que le decía algo así a alguien más.

—¡NO ME IMPORTA LO QUÉ TE GUSTE, NADIE PIDIÓ TU OPINIÓN!—Gritó el rubio, levantándose en dirección al baño. El bicolor no sabía con seguridad si lo había jodido, o si lo había hecho bien, se inclinaba más por la primera. El rubio se inclinaba por la segunda, jamás lo aceptaría obviamente.

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—Ah, maldición, esto es malo...—Dijo el rubio mirándose en el espejo, mientras escuchaba sus latidos resonar en su pecho.—Voy a echarlo, voy a echarlo, voy a hacer que se largue. No voy a permitir que esto siga.—Susurró el rubio, determinado. Un estruendoso grito lo interrumpió en sus susurros

—¡Todoroki!—Reconoció esa voz automáticamente, era su madre.—¿Quieres quedarte a cenar? Sería malo si te vas sin comer nada.—El rubio rápidamente soltó un grito de enojo en tono de interrogación. No iba a permitir que ese idiota se quedase a cenar.

—No, gracias, no me gustaría molestar.—Expresó cortésmente el más alto.

—Insisto en que te quedes, la cena ya esta lista.—Insistió la madre del rubio. Antes de que el bicolor pudiera contestar, Bakugo gritó algo en signo de protesta a lo que el bicolor no prestó atención, iniciando una discusión con su madre.

"De tal palo, tal astilla" Pensó el bicolor el cual no tenía otra opción más que quedarse a cenar, aún eran las siete de la tarde, así llegaría antes de que oscureciera a su casa, seguramente.

Esta vez los chicos bajaron acompañados de la madre del más bajo, donde la mesa se encontraba ya colocada, tomaron asiento y esperaron a que los padres del de ojos carmesí llegase a la mesa.

Todoroki comía lentamente, como siempre. Alguna conversación casual surgía cada cierto tiempo entre los padres y el bicolor, el ambiente hubiese sido muy ligero de no ser por la constante mirada de furia que el rubio le dirigía al otro muchacho.

Para cuando Todoroki estaba por irse empezó a oscurecer pero no le preocupó mucho, aún tendría tiempo de llegar. La madre del rubio insistió en que acompañase a su compañero para que no fuese solo, a pesar de las múltiples quejas que presentó, la mirada que Mitsuki le dirigió a su hijo hizo temblar hasta al bicolor, el rubio gruñó y luego se dio media vuelta, haciendo una señal para que el bicolor le siguiese.

Ambos salieron de la casa, el rubio con su tipíco ceño fruncido mientras caminaba junto al bicolor. El de doble quirk no sabía realmente que decir, así que caminaba en silencio junto a su acompañante. Aunque no dijeran nada, a Todoroki no le molestaba la compañía del rubio, era agradable cuando el ambiente no se llenaba de sus gritos.

—Estuvo bien lo de hoy.—Fue la manera de agradecer del rubio, su orgullo era agotador hasta para él mismo a veces.

—Si, no fue difícil. Aprendes rápido.—Fue la manera del bicolor de decir "De nada, no fue realmente un gran esfuerzo"

—¿Vas a tomar el metro?—Preguntó el rubio.

—No, no traje dinero.—Mintió el bicolor, sin intención de sacar el dinero de su bolsillo trasero. Ni siquiera él era capaz de justificar su propia mentira.

—Eres una maldita molestia, ahora tendré que caminar hasta tu puta casa.—Se quejó el rubio.

—¿No te vas a devolver antes?—Preguntó el heterocromático, un pequeño rastro de ilusión escapó entre las palabras del más alto.

—Mi madre se enteraría, sabe que la casa más cercana es la del bastardo de Deku, que esta a quince minutos.—Explicó el rubio con un suspiro enfadado escapando de sus labios.

Mientras el silencio volvía entre ellos sus manos chocaron, una corriente de nerviosismo inundó a los dos chicos, se quedaron en silencio y Bakugo guardó sus manos en sus bolsillos.

"Por una jodida vez que camino sin las manos en los bolsillos" gruñó el rubio en sus propios pensamientos, maldiciendo los nervios que el bicolor le provocaba.

Mientras tanto el bicolor se perdía pensando en sus latidos repentinamente acelerados, dio un suspiro ante el pensamiento que irrumpió su acostumbrada paz mental. "Creo que me estás gustando" dijo en su mente el bicolor, estaba dentro de una amarga ironía. "Esto debe ser una puta mala broma" insultó luego de mucho tiempo el bicolor.

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Lejos [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora