Prólogo

85 10 1
                                    

"A veces, los finales más dolorosos son los que nos enseñan las lecciones más importantes."


Tomaba su café a pequeños sorbos, aunque ya estaba frío. Sus pensamientos vagaban hacia lo que harían al llegar a casa tras un agotador día de trabajo. Tal vez una ducha juntos, o simplemente recostarse en el sofá para ver una película, algo que no hacían desde hacía tiempo.

El anochecer trajo consigo una creciente preocupación. Él no llegaba. Lo llamó varias veces, le envió mensajes, pero no hubo respuesta. No era algo nuevo; en los últimos años, la distancia entre ellos se había vuelto rutina.

Casi a medianoche escuchó la puerta de la habitación abrirse. Sintió su mirada recorrer el cuarto. Cerró la puerta lentamente y se sentó al borde de la cama, pensativo. Después de un rato, se acostó en el extremo opuesto, lejos de ella.

Había llegado solo a dormir, tras cuatro días fuera de casa.

Ella jamás habría imaginado que esa sería su última noche juntos.

Al amanecer, ella se despertó primero. Lo observó dormir plácidamente y decidió no molestarlo. Se levantó, fue a la cocina y miró por la ventana. El día parecía triste. El cielo estaba nublado y las gotas de lluvia amenazaban con caer.

Recordó entonces que era su cumpleaños. Hoy cumpliría 23 años.

Pensó en sus padres. Quizás podría arreglar las cosas con ellos, hacer que aceptaran su relación, demostrarles que él era un buen chico, que todo estaba mejor. Pero la vida seguía su curso.

Preparaba el desayuno cuando escuchó su voz.

—Bulma —dijo él.

Se giró para verlo, pero su sonrisa se apagó al notar que traía una maleta.

—¿Y esa maleta? —preguntó, con un nudo en la garganta.

Él solo bajó la cabeza.

—Bulma, me voy. Esto ya no funciona —dijo mientras dejaba su teléfono y sus llaves sobre la mesa.

—¿Pero si todo estaba bien? —respondió ella con incredulidad.

—Lo siento, Bulma. Tenía que pasar tarde o temprano. Somos muy diferentes. Tal vez nunca estuvimos destinados a estar juntos. Lo mejor es que regreses a casa con tus padres. Yo ya no puedo seguir aquí... Bulma, ya no te amo —sentenció, con frialdad.

El corazón de Bulma se rompió en mil pedazos. Un sabor amargo subió por su garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas. Todo su cuerpo comenzó a temblar.

—Yamcha, esto tiene que ser una broma —dijo mientras se acercaba a él, desesperada—. Eres el amor de mi vida. Dejé todo: a mis padres, a mis amigos, los lujos... todo por ti, porque te amo —murmuró entre sollozos.

Él evitaba mirarla, sabiendo que ella tenía razón. Todo lo que había sacrificado por él pesaba en el ambiente.

—Adiós, Bulma. No me sigas, solo empeoraría las cosas. ¿No lo entiendes? —dijo mientras recogía su maleta y caminaba hacia la puerta.

Ella quedó paralizada. No podía ser real.

—Yamcha... ¿por qué haces esto? —preguntó mientras lo seguía, cada paso cargado de desesperación.

Él se detuvo un segundo, desvió la mirada. ¿Cómo explicarle que había alguien más?

—Suéltame, Bulma —pidió, con la voz rota.

Era el último adiós, el fin de lo que alguna vez fue amor. Tal vez ya había terminado mucho tiempo atrás, pero ahora era definitivo.

Yamcha salió al corredor, decidido a dejarlo todo atrás, mientras ella lo seguía, intentando detenerlo. Sus palabras se ahogaban en el aire y él, incapaz de ofrecerle respuestas, continuaba su marcha.

La lluvia empezó a caer, como si el cielo mismo llorara por ellos. Yamcha caminaba con determinación, tirando de su maleta. Bulma, empapada, seguía detrás de él, rogándole por una explicación.

Finalmente, ella se plantó frente a él, la lluvia empapándolos a ambos.

—Dime la verdad, Yamcha. ¿Por qué te vas? —preguntó, con una mezcla de dolor y rabia.

Él dudó un momento. La lluvia caía con fuerza, acentuando la tensión entre ellos. Sabía que era hora de decir la verdad, aunque esta sería devastadora.

—Bulma, no te amo. Tal vez nunca lo hice. Al principio pensé que todo sería diferente. Eras una chica rica, podías darme todo lo que yo quería. Pero cuando tus padres decidieron casarte y decidiste dejarlo todo por mí... algo cambió. El amor se acabó en ese momento. Luego todo se complicó. Conocí a alguien más. Y ahora ella me da todo lo que esperaba de ti —dijo finalmente.

Las palabras de Yamcha se mezclaron con el sonido de la lluvia, cada gota parecía cargar con el peso de la verdad.

El corazón de Bulma se desmoronó. Había renunciado a todo por él, ignorado las advertencias de su familia, dejado atrás una vida cómoda. Y ahora, la traición era más dolorosa de lo que jamás había imaginado.

Finalmente, lo soltó. Él no dijo nada más, solo siguió caminando bajo la lluvia, alejándose de ella, de lo que alguna vez fueron. Bulma quedó de pie, llorando, perdida y sola.

Minutos después, mientras caminaba por la calle, perdida en sus pensamientos, un auto apareció de repente. No lo vio venir.

El sonido del impacto resonó en la noche lluviosa.

El dolor invadió su cuerpo y todo se volvió confuso. Solo sentía el calor de su sangre esparciéndose por el asfalto.

Antes de perder el conocimiento, deseó una última oportunidad. Una oportunidad para corregir sus errores, para hacer las cosas diferentes, talvez podría tener un buen futuro.

Pero ya era demasiado tarde.

La Venganza perfecta [Vegebul][AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora