Capítulo 15.

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Maratón de Seldrum (2/3):

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Maratón de Seldrum (2/3):

    El caluroso y temible territorio de Carbhant hace presencia frente a sus ojos. Grandes montes oscuros rodean la zona, intimidantes. El suelo se encuentra negro, seco y resquebrajado, como si el agua nunca hubiese tocado la tierra en ese lugar. A lo lejos el equipo confunde un par de montañas, para recaer que algunas de ellas se tratan de volcanes activos, expulsando su lava por todos lados, oscureciendo el cielo con su humo. Como consecuencia de ésto, en las lejanías se perciben unos rayos de gran magnitud, llevando por los alrededores el sonido de los imponentes truenos.

     Con sus frentes sudadas y una extrema necesidad de una ducha fresca, revisan el mapa apresuradamente para alejarse de aquel lugar. Cian intenta desplegar sus alas, pero las mismas se ven caídas y agotadas. Es entonces que comienza a caminar lento, advirtiendo a sus compañeros:

Cian: Si vamos demasiado rápido, nos deshidrataremos, chicos.

Rumshum: No me gusta el calor —rezonga otra vez viendo a Cian—. ¿No que a ti no te afectaban las temperaturas?

Cian: Sí en temperaturas demasiado extremas. Mis alas se apagan al intentar moverse en espacios agobiantes como éste. Solo en momentos así, me siento como una verdadera humana...

Eleonora: Si tan solo tuviéramos recipientes con agua, podríamos guardarlos para el camino —piensa en voz alta. A los segundos se corrige—. Pero no, nos arriesgamos a que el agua se hierva y se evapore por completo.

Cian: No creo que podamos regresar rápido, el portal se cerró —comenta secándose las gotas de sudor en su rostro—. Solo tenemos que estar en calma, el calor nos volverá locos si empezamos a pensar en esas posibilidades.

     Eleonora le da la razón y se asegura de meditar mientras avanza. Cierra sus ojos y se concentra nada más que en su respiración: Inhala, y lentamente exhala. Inhala y otra vez, exhala. Repite este proceso un par de veces, empezando a olvidarse de algunas preocupaciones, y del agobiante calor. Pero aquel resultado le dura muy poco cuando abruptamente la voz de Rumshum rompe su espacio de paz:

Rumshum: ¿Por qué Favio hará masacres?

El tema recurrente había regresado al campo de batalla.

Cian: ¿Crees que tenga alguna razón en específico?

Rumshum: Solo digo —aclara encogiéndose de hombros—. Dudo que gane mas fuerza haciendo eso.

Eleonora solo sigue caminando. Inhala, y exhala. Inhala...

Cian: Es decir, es un demonio. Los demonios solo hacen masacres porque sí.

     Y la elfa ya no puede regresar otra vez a su estado de meditación. Tragándose su fastidio ante aquel comentario, espera el chiste discriminatorio de su compañero, el cual llegaría en cualquier momento.

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