thirty-one - the one that got away (MID-CREDITS)

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chapter xxxi.
( mid-credits )

nunca quise llegar tan hondo
nunca quise que esto significara algo
oh, desearía que fuera el único
desearía que fueras el único que tuvo que irse
the one that got away ─── the civil wars

nunca quise llegar tan hondonunca quise que esto significara algooh, desearía que fuera el únicodesearía que fueras el único que tuvo que irsethe one that got away ─── the civil wars

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washington d.c.
1 de abril, 2014
( capitán américa: el soldado de invierno )

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—Gracias por dejar que me quede contigo estas próximas dos semanas, por cierto —le sonrío a Steve, corriendo escaleras arriba hacia su apartamento para seguirle el ritmo.

—Ya lo has dicho, Lees —me sonríe de nuevo, haciendo sonar sus llaves en la mano.

—Sí, lo sé, pero solo quiero asegurarme de que supieras que realmente lo aprecio. Papá sigue diciéndome —Imito la voz de mi padre—: ¡tómate un descanso, pequeñaja! ¡Pareces la versión de bajo presupuesto de Ígor! —suspiro y refunfuño para mí misma.

Steve me devuelve una expresión confusa.

Frunzo el ceño.

—¿Es un personaje ficticio? Una cosa de niños. ¿Una caricatura? ¿Winnie the Pooh? Oh, no importa, lo agregaremos a la lista.

—Conozco Winnie the Pooh, Lisa —me informa con una pequeña risa—. Existían sus cuentos cuando era pequeño.

Agito mis manos.

—No importa. Mi punto es que él quiere que me tome un descanso, especialmente después de todo el asunto del Mandarín y la enfermedad a finales de 2012 y, bueno, recientemente con la vida y... —miro hacia la distancia antes de parpadear a Steve.

—No pasa nada, chavala —Steve se encoge de hombros, caminando hacia el pasillo detrás de mí—. Me alegra tener un poco de compañía. Me siento un poco solo.

Le sonrío.

—Prometo no causar tantos problemas como los otros Stark que conoces o has conocido.

Él se ríe, sacudiendo la cabeza y mirando a sus pies.

—Tengo la sensación de que pasará lo contrario.

Cepillando mi salvaje cabello despeinado por el viento, me río y me encojo de hombros.

—No tengo excusa.

Él se ríe en voz baja mientras nos movemos hacia el apartamento en el que ya me he alojado durante los últimos dos días. Una rubia alta, vestida con una bata rosa de enfermera que reconozco como la vecina de Steve, Kate, aparece a nuestro lado. Lleva una canasta de ropa y habla por teléfono.

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