Prólogo

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<<Cuenta la leyenda que cada ser humano tiene un hilo rojo atado en el dedo meñique que lo une a otra persona, esto se denomina "El hilo rojo del destino", este hilo se puede contraer, enredar o estirar, pero nunca romperse. Se cree que las personas enlazadas por el hilo están destinadas a encontrarse, no importa como, no importa cuando, o si sólo es un pequeño encuentro, sucederá. Algunos podrán reconocerlo, otros tal vez lo dejen pasar, el secreto está en sospechar de las llamadas " casualidades"; ten cuidado, podría ser el destino cumpliendo con su trabajo>>

Wei Ying dejó de leer la publicación en su celular y se quedó meditando aquello un momento. Por su mente pasaba el hecho de que la leyenda tal vez sea real, o tal vez una farsa, como muchas cosas en las redes, pero en el caso de ser real, sería algo muy interesante, hasta romántico.

Con una sonrisa volteó hacia donde estaba su hermano adoptivo, que se encontraba trabajando en su PC, seguramente sobre algo de la empresa.

- Y Jiang Cheng, ¿tú que piensas? - preguntó.

El aludido no respondió al instante, pero ante la constante mirada de su hermano, supo que no se rendiría hasta oír su opinión.

Jiang Cheng soltó un suspiro y dijo: - Pienso que deberías dejar de leer tonterías en internet y ponerte a hacer algo productivo.

Wei Ying rió. - Oh ¿en serio? Bueno no creo que sean tonterías, quien sabe, tal vez tú encuentres a esa persona destinada a ti. Digo, ya tienes veintidós años y nunca has tenido a alguien, esperemos que el cielo compadezca de tu soltería.

El otro consciente de la burla del Wei, lo miró con el ceño fruncido por la rabia.

- Arg fuera - dijo, apuntando a la puerta -. Quiero trabajar Wei Ying, me estás interrumpiendo.

- Jajaja está bien, ya me iré, no te enojes A-Cheng, nos vemos luego, no trabajes mucho, ya casi son las nueve.

Cuando Wei Ying se fue, Jiang Cheng se recargó con cansancio en su silla, estaba agotado, recientemente se le había dado el mando de la empresa familiar y, aunque se sentía orgulloso de su puesto, era agotador tratar con todo.

De pronto, vino a su mente el tema sobre el que su hermano le había pedido su opinión.

Era algo sobre un... ¿Hilo rojo?

Recordaba a ver visto esa publicación también, si su memoria no fallaba, Nie Huaiasang, amigo suyo y de su hermano, al cual conocieron en la universidad, fue el que la publicó y lo etiquetó. Bueno, de todos modos no la había prestado atención.

Y es qué ¿cómo es probable de que algo así existiera?

Él no lo creía, además, para qué querría algo así, siempre ha estado solo y así se sentía mejor.

Pero muy en el fondo, no le molestaría el hecho de que algo así le pasase, no le molestaría encontrar a su persona especial, no le molestaría el amor. Aunque claro, jamás lo admitiría en voz alta.

Sin darse cuenta, se había recostado en su escritorio, y sus párpados pesados por el cansancio y la hora, se cerraron lentamente. Jiang Cheng se quedó dormido.

Mientras que en otra parte, un hombre alto, cabello negro, piel blanca y ojos dorados un tanto  oscuros, terminaba de leer la misma publicación. Apagó el teléfono mientras se acomodaba en la cama y lo dejó en su mesita de noche.

- El destino eh, sería bueno que fuera real. - Lan Xichen dijo, antes de que el sueño cayese en él y morfeo lo atrapara en sus brazos.

SEIS CASUALIDADES DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora