-No comprendo- dijo con la mirada desorientada, agachando la cabeza y jugueteando con sus dedos.
- Papá decía que él, Brian y yo éramos su familia.- levantó la mirada con unos ojos que retenían con fuerza esas lágrimas que no querían salir.
- Escúchame Roger, tu no lo sabías pero hay un familiar que espera por ti, así que ya no estarás solo.- dijo alzando la mirada al menor.
Tenía miedo de todos estos años de haber frecuentado con solo dos personas y ahora que alguien nuevo se le cruce en su vida era algo muy dificil de sobrellevar y muy duro.
Por la cabeza de Roger pasaban muchos pensamientos enredados que trataba de entender cómo de un momento a otro su vida dió un tremendo giro, pero no podía.
Todas las noches se preguntaba si algún día volvería a ver ese frondoso bosque, esa humilde cabaña, sentir pasto húmedo y el agua refrescante de la laguna.
Si algún día poder sentir esas palabras de aliento tranquilizadoras en su oído cuando lloraba en cada abuso que recibía. El abrazo reconfortante dándole la fuerza que al día siguiente todo iría mucho mejor.
Si algún día volvería a ver a esa persona que le dió la fuerza para seguir viviendo, que tanto amaba y quien nunca pensó que de la noche a mañana sería arrebatado de su lado.
Roger no pudo evitar llorar de nuevo, ya no tenía sentido vivir, no le importaba la persona que desde ahora en adelante se encargaría de él. No soportaba toda esa angustia y enojo contenido dentro de si.
Todo era como una jaula.
En un impulso trato de ponerse de pie, pero cayó al dar el primer paso.
-¡No! - dijo tratando de levantarse del piso- ¡quiero a Brian! ¡Quiero ir con él!- dejando el intento arrastrándose por el suelo el doctor Phillips sorprendido al ver todo el alboroto se puso de pié y se dirigió hasta el rubio cargándolo en vilo y acostandolo nuevamente en la cama blanca de hospital.
-¡Déjeme ir donde él!- lloró mientras que el médico tomó al menor de los hombros. Envolvió sus brazos sobre él y lo apretó, era lo único que podía hacer. Se sentía horrible.
Ver que a la persona que te acompañó desde pequeño y ahora ya no esté.
Toda la dramática escena del rubio que ahora sollozaba fuerte en su oído, sentía ganas de llorar él también con cada cosa que Roger decía.
-Acaso ¿él hizo algo malo?- habló con la voz entrecortada y jadeante.- Él me amó, Brian sólo me amó.
Roger se sobaba los ojos y sollozaba en la almohada que de apoco quedaba húmeda- Por qué ya no va estar a mi lado ¿que hice mal para que me castiguen de esta manera?-preguntó.
-Por favor, déjeme verlo una vez, solo una vez más.
Esa última interrogante del rubio fue como un puñal en el pecho para el de bata blanca que trataba de calmarlo. No te tenía la cordura para decirle al pequeño que sollozaba sobre lo que estaba pasando.
Algún día lo sabría pero no a boca de ellos, nide los especialistas, ni enfermeros y todos los del centro en el que se encontraba. Sería un golpe muy duro para Roger y como estaba en proceso de recuperación, no querían lastimarlo más de lo que ya estaba.
Pasaron otros meses de exámenes y recuperación. Los doctores dictaminaron, a pesar de todo lo que sufrió cuando era niño, en su mente varios de esos pensamientos ya habían sido eliminados, aunque se detecto un posible síndrome de estocolmo con su padre y su hermano con quien estuvo cautivo todos estos años.
Internamente había desarrollado el pensamiento de un muchacho de su edad, al igual que su desarrollo físico.
Para ellos fue sorprendente su avance pues al ser rescatado de un lugar con que no tuvo mucho contacto con muchas personas, pudo desenvolverse fácilmente. Concluyendo así que ya era hora de que pueda establecer contacto con la sociedad.
A la mañana siguiente iba a ser trasladado a su nuevo hogar. Los nervios lo carcomian de los pies hasta la cabeza. No sabía donde sería su próximo destino. Estaba temblando.
Fue escoltado hasta la salida donde lo esperaba una camioneta. En el camino se cruzó con muchos periodistas y cámaras de prensa que de haber pasado largos meses aún seguían con el tema del caso de la familia Taylor May.
Todo el camino hasta llegar fue en un incómodo silencio, el doctor Phillips que lo acompañaba le preguntaba cosas y Roger solo asentía y negaba cuando era necesario, pero no decía ninguna palabra. Estaba concentrado al tanto de todo el panorama que tenía de la ciudad por la ventana del vehículo.
No fue problema al estar por primera vez en un auto, su mente divagaba en otros pensamientos y muchas más preguntas que se acumulaban en él. Miró por la ventana y vió que cruzaban un bosque con árboles grabdes así igual de bonito donde él vivía. Dónde muchos recuerdos se quedarán en su memoria.
-¿Por qué no podemos ir hasta detrás de esa montaña Bri?- recostó Roger su cabeza en el hombro de su acompañante. Ambos niños se encontraban trepados en una de las ramas de un enorme árbol.
-Porque no, además papá no quiere.- respondió el ruloso- debemos quedarnos aquí en casa donde estamos a salvo.
-Yo ya no quiero estar más con papá- hizo puchero Roger- Hubo una noche donde me lastimó mucho y yo ya no quiero seguir así.
-Pero es nuestro papá y debemos hacerle caso en todo lo que dice.- respondió el contrario- Tu tienes un gran parecido a a mamá y le recuerdas mucho a ella creo que es por eso que hace eso.
-¿Tan lindo soy?- dijo burlón el menor sacándole risas a Brian. El mayor se acercó y le plantó un beso ena frente
-¿Y si nos escapamos juntos?- dijo el rubio enseñando esa sonrisa pícara que lo caracteriza- ¿habrá algún lugar donde no haya nada verde?
Al recordar ese momento una sonrisa se le formó en los labios. Solo quería tener la presencia de los recuerdos. Quería tener su mente ocupada, para no mirar la realidad en la que estaba.
Haber si con tan sólo pensar en Brian le daba la fortaleza de seguir viviendo.
En cualquier sitio que estés, sigue esperando por mi. Pero no esperes mucho que no tardaré en llegar...
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