Capítulo 12

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En algún momento de mi vida, seguramente cuando tenía catorce años, deseé tener amistades que me protegieran como si fuera su propia hermana, o parte de su familia. Supongo que esa sensación surgió a raíz del fallecimiento de mi hermano Abraham; me sentía culpable cada minuto del día, y el hecho de que mi madre cayera en depresión y evitara hablarme en ese momento provocó un sentimiento de odio hacia mí misma, pero en el fondo quería tener a alguien con quien desahogarme sobre ello.

Luego del abandono de mi padre, la sensación de culpabilidad pasó a segundo plano, ya solamente estábamos mi madre y yo, y juntas comenzamos a salir adelante. No necesitamos a terceras personas para sentirnos protegidas, y crecí con la idea de que podía cuidarme sola de cualquier adversidad.

Quizás por ello, la idea de tener que ir a cualquier parte fuera de la mansión con todos los chicos, exponiendo sus vidas por mí persona me resultaba incómodo.

—¿Qué esperas, Alec? ¡Mueve ese trasero! —observé al castaño amante a los cuchillos abrazar por los hombros al ruloso con cara de perro—Las mejores chicas se fijan en los primeros competidores.

Me incorporé en el asiento cuando supe que habíamos llegado, y aunque dudé varios minutos en si era buena idea estar en un lugar así, el rostro de Williams esperándome afuera me hizo recobrar fuerzas. Los chicos se habían bajado ya de sus autos, no obtuve señas ni visualicé por ningún lado a Cameron. Era extraño estar en un lugar sin sentir su presencia irritando mi vida, creo que por ello tenía más ganas de salir.

—Pensándolo bien, creo que no fue prudente venir a un lugar como este.

Solté una risa—. No hay nada prudente en esta situación, Will. —volteé a los lados, estudiando el lugar—Al menos podemos hablar decentemente sin la música propinando cáncer auditivo.

Él soltó una risa y me abrazó por los hombros.

—Intentaré que despejes tu mente lo más que puedas, ¿puedes intentar pasarla bien al menos, por esta noche? —preguntó con cierta preocupación.

No mentiré, deseaba estar en cualquier otro lugar que no fuera ese. Pero estaba intentando ayudarme a sobrellevar todo eso, no quería hacerlo sentir mal.

—Prometo evitar quejarme o preguntar cuándo nos iremos. —sonreí.

—¡Excelente! —saltó de emoción—¿Qué te parece si vamos a anotarnos? La carrera no tardará en empe,—

—Les traje un par de cervezas. —Lorenzo le entregó la bebida a Will, me miró unos segundos más y me entregó una a mí—¿Podría robarte a Williams por un rato, pelirroja?

—¿De qué hablas? No iré a ningún lado. —exclamó enojado.

Frunció el ceño levemente: —Una marca roja de tu plaza está aquí, Harrison.

Bajo las Reglas de un Criminal © (PASADO #1) ✓ EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora