Capítulo 2

791 123 40
                                    


El estilo de vida por el 1800 d.C venía premeditado desde décadas anteriores, en donde la mayoría de los hombres pertenecientes a familias acomodadas se dedicaban a la milicia o a la política. Las mujeres, en cambio, habían sido criadas para servir a sus esposos y para parir tantos hijos como la vida les entregara, los cuales serían criados por ellas mismas si no tenían una fortuna económica, o por criadas si es que eran parte de la élite del país.

En el caso de la familia Serban, habían comprometido a su hijo mayor con una muchacha de una familia amiga bien posicionada económicamente cuando tan solo tenía diecisiete años y ella catorce. Considerando la costumbre, aquellos jóvenes habían sido comprometidos a edad tardía, pues bien era sabido que en la mayoría de las ocasiones los bebés ya nacían con un futuro cónyuge elegido por sus padres, quienes esperaban la menarquia de la señorita para ser casados y comenzar una vida matrimonial sin importar si estaban listos o no para ello.

La esposa del joven Serban fue madre por primera vez cuando pisaba los dieciséis años, llamando a su primogénito Kris, un niño de cabello rubio y ojos dorados de quien se había sentido enamorada apenas lo vio entre sus brazos. Dos años después, el 12 de enero de 1893, nació su segundo hijo varón, a quien llamaron KyungSoo y quien se convirtió en el orgullo del señor Serban, pues era bien visto que una familia engendrara hijos de sexo masculino.

Para suerte o mala suerte de la señora Serban, su cuerpo tuvo complicaciones durante su segundo parto, provocando que se dañara parte de su aparato reproductor y le impidiera concebir en su vientre más hijos. Sin embargo, aquella mala noticia pareció no importarle a su marido, quien estaba dichoso de alegría con los dos varones que había conseguido darle.

Las labores militares del señor Serban llevaban a que frecuentemente tuviese que abandonar su hogar para asistir a batallas pequeñas entre unas regiones y otras, la mayoría provocadas por problemas territoriales. Cada vez que regresaba sus hijos estaban un poco más grandes y su mujer un poco más hermosa, por lo que se consideraba un hombre afortunado.

Si bien ambos hijos del matrimonio asistieron a escuelas normales, no se vieron libres del entrenamiento militar al que su padre había decidido someterlos cuando KyungSoo cumplió ocho años y Kris diez. Quería que, siguiendo el legado de su padre y de él mismo, sus hijos fueran grandes e importantes soldados que dejaran alguna marca en el futuro para el país, luchando por amor a su patria y sintiéndose orgullosos del servicio que entregaban al país, siendo considerados héroes por el resto de los ciudadanos.

—Debes aprender a cambiar más rápidamente las municiones, hijo. Cada segundo que tardes en ello puede significar tu muerte o la muerte de uno de tus soldados.

—¡Sí, padre! — KyungSoo respondía siempre, siendo disciplinado en estudiar la ciencia de cada una de las armas que su padre les hacía ocupar, aprendiendo cada parte de ellas y practicando después las posturas que le permitieran ser más ágil en sus movimientos.

Como su hermano Kris era mayor, solía ayudarle cuando lo veía demasiado complicado con las armas que eran de mayor tamaño, insistiéndole en que aprendiera a manejar las pequeñas antes de ir por las de mayor categoría.

Cuando KyungSoo cumplió catorce años, fue ingresado al mismo instituto donde su hermano estudiaba.

Ahí fue donde su vida cambió completamente. Cuando lo conoció a él, supo de inmediato que algo estaba mal porque no era normal que se sintiera ansioso por ver a uno de sus compañeros de escuela, mucho menos que tuviera pensamientos indebidos con él por las noches cuando sus primeras erecciones comenzaron a hacerse presentes.

KyungSoo era ignorante al hecho de que conocer a JongIn Vasilescu sería lo que condenara su vida para siempre, trayéndole más penurias que alegrías en su juventud y adolescencia.

Everlasting [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora