Capítulo 9

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Lo primero que los ojos de KyungSoo observan al pararse contra la ventana, es la figura alta y musculosa de JongIn, allá metros lejos de él, pero más cerca de lo que había estado desde hace años. Como si un imán hubiese entre ambos, el chico que mantenía el lienzo entre sus manos alzó la mirada apenas la delgada figura del amor de su vida hizo presencia en esa ventana que durante tanto tiempo había visto vacía, y sus miradas se encontraron por primera vez en mucho tiempo.

Aquel efímero contacto entre sus ojos fue suficiente para devolverles el aliento que no sabían habían perdido desde que estaban separados, reflejándose en una sonrisa amplia y verdadera que ambos esbozaron apenas fueron conscientes de la presencia del otro. La felicidad era palpable, pues en la cabeza de KyungSoo se repetían una y otra vez las palabras de amor que JongIn le había escrito y que SeHun, fiel y arrepentido, le había leído con tanto sentimiento.

Saber que JongIn lo amaba como siempre, y que ese amor no había disminuido ni un poco desde su separación, le habían devuelto un poco aquella vitalidad que su enfermedad le arrebataba cada día con cada segundo que pasaba.

El chico bajo su ventana repitió las palabras que había escrito, modulando perfectamente que lo amaba y sabiendo que su amor había entendido su mensaje cuando le vio secarse las lágrimas de las mejillas, riendo despacio sin dejar de mirarlo en ningún momento.

Pero KyungSoo no quería que aquel encuentro terminara sin hacerle saber a JongIn que él también lo amaba. Por esa razón, apoya una de sus manos contra el cristal y, al igual como el otro lo había hecho, en un aliento le murmura que lo amaba, empañando la ventana cuando su aliento chocó con ella.

Para JongIn aquello era suficiente, e incluso más de lo que podía pedir o de lo que había llegado a imaginar que conseguiría después de haber sido sacado a patadas de la casa de su gran amor. Mirarlo era irreal, pues a pesar de su apariencia enferma y desganada, estaba tan hermoso como siempre. Le debía a SeHun el hecho de haberle conseguido ese momento, porque estaba seguro, de alguna forma, que su viejo amigo había conseguido que su KyungSoo leyera las letras que había escrito en un papel y gracias a eso tuvo la oportunidad de saber que él estaba esperándolo en el mismo lugar hace días, pintando como un loco su ventana a la espera de algún milagro que finalmente le fue concedido.

Jamás consiguió escuchar de la propia voz de KyungSoo diciéndole que lo amaba, pero ver sus labios moverse al modular las palabras había sido una especie de consuelo que llegó a lo más profundo de su alma, provocando que su llanto se hiciera presente tal como el del otro hombre que seguía mirándolo desde la ventana.

KyungSoo, con sus últimas fuerzas, alzó su brazo derecho en un gesto de despedida hacia él antes de ser ayudado por SeHun a volver a la cama pese a que era lo que menos quería hacer en ese momento, pues por él seguiría mirando a JongIn hasta morir ahí mismo, siendo lo último que sus ojos vieran.

JongIn se quedó con esa última imagen, sonriendo hacia el amor de su vida en todo momento, recordando su silueta y la señal de despedida dirigida hacia él, pintándolo de esa forma en el último cuadro que alguna vez realizó, el cual años después quedaría en el legado de la familia de SeHun.






—Esa misma noche KyungSoo falleció. — Jenica dijo, terminando el relato que había contado recientemente. — Murió un 12 de diciembre de 1916, tenía sólo veintidós años. Mi abuelo siempre creyó, y lo dijo cada vez que me contaba la historia, que estaba seguro de que KyungSoo solo estaba esperando a tener noticias de JongIn para poder morir en paz, y obtuvo su último deseo. Ellos consiguieron tener su último momento.

Everlasting [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora