Capítulo 4

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KyungSoo no podía evitar pensar que tener una cara amiga entre las filas, habría hecho de todo ese infierno algo un poco más llevadero. Luego, cuando veía a sus compañeros de combate caer heridos al suelo y él junto a otros tenían que arriesgar sus propias vidas para ponerlos a salvo, se decía que ni la presencia de algunos amigos habría mejorado esa jodida sensación de angustia en su pecho.

Todo era muy frívolo en las trincheras, a tal punto que parecía que dejaba de ser él mismo para convertirse en una máquina asesina que sólo tenía por objetivo deshacerse del enemigo. No tenía tiempo para pensar en nada, aunque le hubiese gustado hacerlo para replantearse un poco las cosas o al menos sentir algo de remordimiento cuando veía que militares del bando contrario caían heridos o muertos producto de las balas que él mismo había disparado desde la distancia.

No podía permitirse ser blando de corazón mientras estaba en la guerra, pues muy a su pesar, serían ellos o él quienes caerían sin vida al suelo en algún minuto, y tenía tantas cosas pendientes que no deseaba morir siendo tan joven.

Sabía que, al regresar a su hogar, sería reconocido como un héroe por poner el bienestar nacional antes que su propia vida, y en algunas ocasiones se preguntaba qué tan orgulloso estaría su padre de él si conseguía volver vivo luego de ese infierno que estaba viviendo.

—¡Serban! — El grito de uno de sus compañeros llamó su atención, sabiendo que aquello significaba que le daban una tregua para salir del frente e ir a la trinchera a atender los heridos.

Fue reemplazado rápidamente, y cubierto en su camino hacia el foso que utilizaban de guarida y en donde los quejidos de dolor y agonía se escuchaban más crudos que nunca.

No había tiempo ni siquiera de higienizarse las manos antes de tener que jugar a ser médico y atender a los heridos, tomando algunas gasas desaliñadas de los maletines y haciendo presión sobre las heridas sangrantes mientras otro pequeño pelotón se encargaba de trasladar a los más graves hacia los camiones que los llevaban de regreso a la ciudad.

—¡Necesito ayuda aquí! — Habría gritado KyungSoo en una oportunidad, haciendo presión con ambas manos, aunque podía sentir de todas maneras cómo la sangre brotaba a borbotones de una arteria destrozada.

—No lo lograré... — Le dijo su compañero, tumbado en el suelo con las pupilas dilatadas y aferrándose a sus brazos, rogando de forma desesperada por un poco de atención. — Díganle a... A mis hijos que fui un héroe... Un héroe.

—No, no, no... ¡No!

No era el primer militar que lloraba por la pérdida de un compañero, eso lo supo más tarde, cuando fue guiado a otro herido que necesitaba su ayuda, pues el que acababa de atender ya había caído muerto y no había nada que hacer por él, sus heridas eran muy graves.

Lamentablemente, tampoco contaba con el tiempo para sentir lástima de sí mismo por la pérdida de compañeros a los que apenas conocía, pero con quienes había creado un lazo en el mismo momento que se miraron cuando formaron el pelotón. Detrás de cada uno de ellos había una familia esperanzada porque volvieran con vida y poder celebrarlos como los héroes que serían al volver.

Pero ¿Cuántos de todos ellos lo conseguirían? ¿Cuántos de ellos serían cortejados en vida y no en un cementerio memorial?

Le estremecía pensar que su propio hermano y amigos estaban pasando por lo mismo, la posibilidad de que ninguno de ellos volviera con vida era demasiado alta y él no había alcanzado a despedirse... No vio a JongIn.

¿Estaría vivo aún?

—¡Necesitamos reforzar el frente, les han llegado nuevos pelotones! — Gritó el capitán al mando, llamando la atención de ellos que estaban salvando vidas, o intentándolo. — ¡Los que no estén atendiendo ahora, tomen sus armas y vuelvan al frente! ¡Ahora!

Everlasting [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora