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Lentamente las nubes despejan el cielo, y los primeros rayos de sol comienzan a observarse en la ciudad de México.

Solo, recostado en su cama, de manera repentina Santiago toma su teléfono celular y marca de prisa un número telefónico.

-¡Alex, ya sé lo que voy a hacer! ¡Estoy decidido! -exclama Santiago, al iniciar la conversación.
-Santiago, ¿qué te pasa? ¿Ya viste la hora que es? ¡Son las siete de la madrugada y es sábado! ¿Le pasó algo a Marijó? -pregunta Alex entre dormido y despierto.
-¿Marijó? ¿Qué tiene que ver ella en esto? Mi hija está durmiendo en su cuarto -exclama Santiago.
-Exactamente. Porque eso es lo que hace una persona normal, los sábados en la mañana -comenta Alex, molesto.
-Deja de pelear y escúchame, Alejandro. Por favor -exclama Santiago, desesperado.
-Más te vale que esta llamada sea por algo que valga la pena, Santiago... Dime. Te escucho -protesta Alex, sentándose en su cama.
-Ya sé qué haré y lo que le diré -afirma Santiago, sonriendo.
-¿Qué harás de qué? ¿Qué le dirás a quién? ¡Explícate! ¿De qué hablas? -pregunta Alex, al no saber a qué se refiere su amigo.
-Hoy mismo le diré a Maya que la amo y que quiero estar con ella el resto de mi vida -confiesa Santiago, con seguridad.
-Santiago, hoy es su cumpleaños -responde rápidamente Alejandro.
-Precisamente por eso, ¡quiero que éste sea un día especial para los dos! -explica sonriendo Santiago.
-¡Brother, estás loco!... Pero, en fin. ¿Qué piensas hacer? -pregunta Alex, dejándose caer sobre la cama nuevamente.
-Ven a mi casa y te explico -le propone Santiago.
-¿A esta hora? Santiago, ¡enloqueciste por completo! -dice Alex riéndose.
-¡Alejandro, entiéndeme! Te necesito más que nunca. Ven, por favor. Te invito a desayunar -insiste desesperadamente Santiago.
-Brother, en serio que ¡hay veces en que eres insoportable! ... Voy para allá -responde Alex y corta la llamada de inmediato, sin escuchar una palabra más por parte de Santiago.

Después de levantarse de prisa y aventar el teléfono sobre la cama, Alex se cambia de ropa y minutos más tarde sale rumbo a la casa de su mejor amigo.

En punto de las ocho y media, Alejandro toca el timbre de casa de Santiago. Tina atiende enseguida y lo hace pasar al jardín, pues ahí es donde lo espera el doctor Carmona en un pequeño comedor.

-Desde ahorita te digo que el lunes llegaré tarde a la clínica, para reponer las horas de sueño que me estás haciendo perder -se queja Alex al llegar a donde está Santiago y sentarse frente a él.
-Sí, haz lo que quieras. Es más, te doy libre todo el día -responde Santiago, mientras su amigo se sirve un vaso de jugo de naranja.
-A ver, cuéntame tu grandioso plan para conquistar a Maya -dice Alex, en tono burlesco.
-Iré a su casa y la llevaré a un café. Ahí le diré todo lo que siento y lo que pienso de ella desde el día en que la conocí -explica sonriendo.
-¡Uy, qué romántico! -exclama Alex, sarcásticamente.
-Sé que no es nada romántico, pero es la única manera que encuentro para hacerlo -contesta enseguida Santiago.
-Invítala a cenar -sugiere Alex, mientras bebe un poco de jugo.
-No puedo. En la noche es su fiesta de cumpleaños -responde Santiago.
-Bueno, no lo hagas hoy. Díselo mañana -comenta Alex.
-No. Quiero hacerlo hoy mismo. ¡Ya! -afirma Santiago, un poco impaciente.

De pronto, la pequeña Marijó sale de la casa y se dirige corriendo hacia ellos.

-Papi, papi, ¿ya nos vamos a nadar? -pregunta al llegar a donde está Santiago.
-Princesa, discúlpame pero no iremos a nadar -responde él, mientras la abraza.
-¡Pero tú me lo prometiste, papá! -protesta molesta ella.
-Sí, hija, pero tengo que hacer algo muy importante. Lo siento -explica cariñosamente él.
-¿Qué tienes que hacer, papá? ¡No es justo! -exclama Marijó cruzando los brazos, y mirando a su padre seriamente.
-Santi, ¿no crees que con quien tienes que hablar primero es con Marijó? -pregunta de pronto Alex.
-No me ayudes, brother -responde Santiago.
-Me hiciste venir hasta acá para escucharte y aconsejarte, ¿no te gustan mis consejos? ¡Te aguantas!... Voy por más jugo -responde bastante molesto Alex, al levantarse de la mesa, tomar la jarra de jugo vacía y entrar a la casa.
-¿De qué tienes que hablar conmigo? -pregunta Marijó a su padre, al encontrarse los dos solos.
-No puedo llevarte a nadar porque necesito ir a casa de Maya para hablar con ella de algo muy importante -dice él, mientras su hija toma asiento.
-¿De qué? -pregunta ella.
-Le voy a decir que la quiero, que estoy enamorado de ella y le pediré que sea mi novia -responde Santiago, al tomar la mano de su pequeña.
-Sí, papito. ¡Díselo! Estoy segura de que se pondrá feliz. ¡Hazlo, papi, hazlo! -exclama Marijó, al levantarse y abrazarlo muy contenta.
-Sí, mi amor. De hoy no pasa que Maya se entere de cuánto la amo -asegura él, mientras la llena de besos.
-¿Y qué esperas? ¡Vete ya a casa de Maya! -dice la niña emocionada.
-Sí, lo haré. Pero antes tengo que terminar de hablar con tu tío -aclara él, mientras Alex regresa a la mesa con más jugo.
-¿Ves? Era mejor hablar con Marijó primero -repite Alex, al ver en el rostro de la niña una enorme sonrisa.
-Tenías razón, ¡discúlpame! -reconoce Santiago apenado.
-Santi, piensa bien lo que harás. No puedes llegar y decirle todo de golpe -dice Alex, al comer un poco de fruta.
-Sí, papi. Tienes que ser romántico para que Maya acepte ser tu novia -agrega Marijó sonriendo.

Santiago permanece en silencio y ve a ambos a los ojos.


 "El sueño de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora