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Cerca de la seis de la mañana, salen del bar cayéndose de borrachos para llegar juntos a casa de Santiago, donde los espera Estela un poquito enojada.

-Santiago López, ¿me puedes explicar qué significa esto? -pregunta Estela furiosa, al verlos entrar a la casa.
-¡Estelita! ¿Cómo estás? Cuánto tiempo sin verte -exclama Alex, al abrazarla bruscamente.
-¡Suéltame! ¡Apestas a alcohol!... ¿de dónde vienen y por qué están borrachos? -pregunta molesta, alejándose de Alex.
-Estela, yo te quiero como a una madre, pero, por fa, no grites que me está estallando la cabeza -responde Alex tropezándose una y otra vez, mientras Santiago permanece callado y serio.
-¿Y tú? ¿De cuándo acá llegas borracho a las siete de la mañana? -exclama Estela, al dirigirse a su hijo.
-No, no son las siete... ¡son las seis cincuenta y nueve! Y no estoy borracho, simplemente... -aclara Santiago, y repentinamente comienza a reírse sin parar-. Simplemente salí a tomar una copa con Alex porque tu adorada nuera no quiso salir conmigo. Prefirió quedarse con su amiga Aidé. Entonces, si ella se queda con Aidé, yo me quedo con Alex -exclama Santiago, al abrazar a su amigo y reírse con él.
-Cuando Mariela se entere de esto te va a matar, ¡y yo no haré nada para defenderte! -advierte seriamente Estela.
-Maya sabe que salí con Alex -responde enseguida el hijo.
-Lo que no sabe es que se emborrachó y llegó a las seis cincuenta y nueve de la mañana -añade Alejandro, muriéndose de risa.
-Y no tiene por qué enterarse, al menos que alguien le diga -comenta Santiago, volteando a ver a su mamá.
-¡Eres un irresponsable!... Imagínate que tu hija te viera así -dice muy molesta Estela.
-¡Mi princesa! Voy a verla -dice el doctor, subiendo las escaleras.
-¡Que princesa ni que nada!... Vete a dormir ya, por favor, Santiago, no tengo ganas ni fuerzas de estar lidiando con borrachos -exclama ella bastante cansada.
-No me regañes que no soy ningún niño -le dice Santiago, al abrazarla.
-¡Pues eso pareces!... Vete a dormir ¡ya! -responde Estela verdaderamente molesta.

Alex y Santiago suben con trabajo las escaleras, pues los tequilas que traen encima les impiden mantener el equilibrio. Ambos ríen descontroladamente, mientras Estela los observa y se queja de su escándalo.

El doctor Carmona entra a su habitación y segundos después se queda completamente dormido, mientras que Alex se duerme en el cuarto de visitas.

Por su parte, la escritora se levanta a las nueve para arreglarse, ya que su novio quedó de pasar por ella para pasear con la pequeña Marijó. Sin embargo, dan las diez, las once, las dos y el doctor Carmona no se presenta ni se comunica con su novia.

Todo esto le parece muy extraño a Maya y hasta presiente que algo anda mal con Santiago. Intenta llamarlo al celular, pero está apagado, y la joven comienza a molestarse.

Llama a casa de su pareja, y es atendida por Estela.

-Hola, Maya, ¿cómo estás? -pregunta Estela al teléfono.
-Bien, señora. ¿Y usted? -contesta la escritora sonriendo.
-Muy bien, hija. ¿En qué te puedo ayudar? -pregunta amablemente Estela.
-Lo que pasa es que Santiago quedó de pasar por mí para salir con Marijó, pero ya es tardísimo y no llega... ¿Estará por ahí? -comenta desconcertada Maya.
-Ay, hija... -exclama apenada Estela.
-¿Qué pasa? -pregunta Mariela.
-Santiago está durmiendo -responde Estela.
-Pues, ¿a qué hora llegó anoche? -pregunta Maya, algo seria.
-Es que no llegó anoche, llegó hoy a las siete de la mañana -dice Estela, y Mariela se enoja aún más.
-¡Borracho! -supone la escritora, y su suegra lo confirma.
-¿Quieres que lo despierte? -dice Estela.
-No, gracias -contesta Maya.
-Maya, me da mucha pena, de verdad -asegura Estela, con sinceridad.
-No se preocupe, señora, usted no tiene la culpa... ¿Puedo pedirle un favor? -le dice Maya.
-Claro que sí. ¡Dime! -contesta Estela con una sonrisa.
-Cuando despierte su hijo, si es que despierta hoy, dígale que no venga por mí porque no iré con él a ningún lado -dice seria Mariela.
-Así lo haré, hija -promete Estela.
-Y, por favor, discúlpeme con Marijó -añade Maya.
-No te preocupes, hija. Veré qué le invento a la niña -responde Estela.
-Yo voy a estar con mi familia en el restaurante de mi tía Betty, si usted necesita algo, ahí puede localizarme -se ofrece muy amable la escritora.
-Gracias, Maya -responde Estela.
-O ¿no le gustaría darse una vuelta por allí con Marijó? -propone repentinamente la escritora.
-Me encanta la idea, hija, porque la pobre anda nada más dando vueltas esperando que el papá despierte o le abra la puerta -responde la señora.
-Perfecto. Nos vemos allí más tarde -indica la joven, con una leve sonrisa.
-Gracias, hija -responde Estela.
-A usted -termina Maya.
-¿Qué pasó? -pregunta Cecy, al ver enojada a su hermana.
-Pasó que Santi, tu cuñadito, llegó a su casa a las siete de la mañana cayéndose de borracho -responde bastante molesta Mariela.
-¡O sea, que tomó bien y bonito! -exclama Ricardo, riéndose.
-¡Aaaggghhhhh! ¡Me dan ganas de matarlo! -clama Maya furiosa.
-¡Tranquila! Mejor vamos con mi tía Betty -dice Cecilia, para animar a su hermana.
-Claro que me voy a ir. No me voy a amargar por culpa de un borracho -responde enseguida Mariela.
-Hermanita, ¡tú te amargas con o sin borracho! -le dice Ricardo, al dirigirse los tres a la puerta.


 "El sueño de un Ángel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora