Sentir

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Narradora

Hayate Kuro aun permanecía impactado mientras sostenía al cuerpo sin vida de su padre, Masao Kuro, entre sus brazos.

Sin percatarse de que alguien con máscara de Monokuma se lanzó hacia donde se encontraba él.

¡Oh no! ¡Kuro cuidado! –Gritó Himura.

Kuro miró hacia delante nada más escuchar el grito de Himura y ver que la persona ya se encontraba cerca de donde se encontraba él con el bate alzado hacia arriba dispuesto a dar un fuerte golpe. Se quedó sorprendido durante varios segundos hasta que se escuchó un disparo, y la persona con mascara se desplomó viendo el así el pequeño agujero provocado por la bala en la frente.

Ah... Uff... -Kuro suspiro de alivio para poco después girar y...

Ver que Takaki Ishimaru era el que había disparado.

Eso ha faltado poco –Dijo Takaki mientras guardaba su arma.

Himura se acercó y se agachó nada más llegar donde Kuro.

- Sé que querrás estar con tu padre por mucho más tiempo, pero... no estamos seguros estando aquí quietos...

Kuro alzó su mirada hacia su padre sin decir nada.

Lamentablemente tiene razón –Dijo Takaki- Se que querrías dar un entierro digno a tu padre, pero... no lo podemos hacer por lo que está pasando ahora mismo.

- Kuro... por favor... se que tu padre querría que estuvieras a salvo.

El ex guardaespaldas soltaría un ligero suspiro por los dos comentarios.

- Me resulta raro no ver a mi madre ya que ambos suelen estar juntos...

- Puede que tu padre le dijera a tu madre que se pusiera a salvo en algún lado de esta ciudad.

- No es mala idea a lo que ha comentado, Himura. Así que... lo dicho, nos tenemos que ir, Kuro. Y lo siento mucho.

No tardarían mucho en irse de donde se encontraría la biblioteca. Kuro se había ido con sus dos acompañantes con gran tristeza y... con mucho más odio que antes.

Narra Ishimaru

Me encontraba sentado en un sillón con la manta por encima. Había una chimenea al lado, así que me sentí con mucha más calidez.

Una calidez que reconfortaba el alma.

- Hey.

Aquella voz hizo que mi mirada fuese al de esa persona.

Esto relaja muchísimo –Le dije- Ojala estuviera así para siempre.

- Lo mismo digo, pero... lamentablemente hay que moverse.

En eso llevas razón –Sonreí ante su comentario- Pero de vez en cuando está bien tomarse un descanso. Es lo que me sueles decir, Mondo.

Así es –Él me mostró una bonita sonrisa – No veas lo que me costó convencerte de ello. Eres un jodido cabezota.

Ja ja, mira quien fue a hablar –Ambos nos reímos – Luego si eso podríamos hacer ejercicio, que te parece.

- ¿De nuevo?...

- Nunca es tarde para hacerlo otra vez.

- Aaah... ya te vale, joder. En fin, de todas maneras te iba a decir que sí. Que por cierto, aun no me has ganado con las sentadillas.

Mondo me sonrió luego de que me dijera aquello.

¡Esta vez si te ganaré! ¡Me he entrenado muy duro para ello! –Alcé mi brazo derecho con el puño cerrado con orgullo.

Fortaleza a la desesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora