CAPÍTULO 13: Felicidad ( final )

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En un abrir y cerrar de ojos, Loki pasó de estar sentado desnudo en su habitación a encontrarse tumbado en un lecho circular, situado en una estancia que tenía todo el aspecto de ser la tienda de un harén en mitad de un desierto. Estaba cubierto por una
pieza de seda de color blanco que se transparentaba y solo le cubría la parte inferior, tan liviana y suave que se escurría sobre su piel como si se tratara de agua.
Intentó moverse pero no pudo. Aterrorizado, abrió la boca para gritar.
— No te molestes —le recomendó Balder, acercándose al lecho. Deslizó los ojos
sobre su cuerpo con una hambrienta mirada, justo antes de subir a la cama y colocarse de rodillas al lado de Loki—. No puedes hacer nada a menos que yo lo desee. —Le pasó un dedo, huesudo y frío, por la mejilla, como si quisiera comprobar la textura y la calidez de su piel—. Entiendo por qué te desea Thor. Tienes fuego en la mirada. Inteligencia. Valor. Es una pena que no hayas nacido en la época del Imperio Aesir. Hubieras sido mi pareja preferida.
Balder suspiró mientras su mano descendía hasta el hueco de la garganta de Loki.
— Pero así es la vida y así son los caprichos de las Nornas. Supongo que tendré que conformarme con utilizarte hasta que me canse de ti. Si me complaces hasta que llegue ese momento, puede que después permita que Thor se quede contigo. Claro después de tener noches interminables de pasión y tu cuerpo ya no me sirva ni sirva para Thor.
Sus ojos ardían de deseo, y Loki no podía dejar de temblar bajo su escrutinio.
El egoísmo de Balder le resultaba increíble. Al igual que su vanidad. Aterrorizado,
quiso hablar, pero él se lo impidió.
¡Tenía poder absoluto sobre el!
Una fuerza invisible lo alzó para colocarlo de espaldas sobre los almohadones mientras Balder se quitaba la túnica.
Los ojos de Loki se abrieron como platos al verle desnudo y con una erección completa. El terror lo asaltó de nuevo.
— Ahora puedes hablar —le dijo mientras se acercaba para recostarse junto a él.
— ¿Por qué quieres hacerle esto a Thor?
La ira oscureció los ojos del dios.
— ¿Que por qué? Ya lo escuchaste. Su nombre era reverenciado por todo aquél que lo escuchaba, mientras que el mío apenas si se pronunciaba aun en los templos de mi madre. Incluso ahora se burlan de mí. Mi nombre se ha perdido en la antigüedad, al contrario que su leyenda, que se cuenta una y otra vez a lo largo y ancho del mundo.
Pero yo soy un dios y él no es otra cosa que un bastardo a quien ni siquiera le está permitido habitar en el Palacio Dorado. Además hice que odiara a mi madre, Ja! Fue un estúpido hubieras visto como estaba de aterrorizado cuando mi madre lo busco para que la hiciera suya…
—Así que fuiste tú, maldito… aparta las manos de Loki. Siempre has sido tan inútil que has acabado relegado en el olvido. Ni siquiera mereces limpiarle los zapatos.
El corazón de Loki comenzó a latir más rápido al escuchar la voz de Thor. Alzó la cabeza de entre los almohadones y lo vio justo al pie del estrado donde estaban ellos.
Sólo llevaba puestos los jeans e iba armado con el escudo y la espada.
— ¿Cómo…? —preguntó Balder mientras bajaba de la cama.
Thor le dedicó una perversa sonrisa.
— La maldición ha desaparecido y estoy recuperando mis poderes. Ahora puedo localizarlos e invocarlos. A cualquiera de ustedes.
— ¡No! —gritó Balder, y al instante, apareció cubierto por su armadura.
Loki luchó por librarse de aquella fuerza que lo mantenía inmovilizado mientras Balder
cogía su espada y su escudo, situados en la pared en la que se apoyaba el lecho, y atacaba a Thor.
Hipnotizado por el espectáculo, observó cómo luchaban los dos hermanos.
Jamás había visto nada semejante. Thor giraba ágilmente, como si estuviese ejecutando una macabra danza que devolviera los golpes de Balder, uno por uno. El suelo y la cama temblaban por la intensidad de la lucha.
No era de extrañar que Thor hubiese llegado a ser un personaje legendario.
Pero tras unos minutos, vio cómo se tambaleaba y bajaba el escudo.
— ¿Qué te pasa? —se burló su hermano, utilizando el escudo para empujarlo—. ¡Ah, lo olvidaba! Puede que la maldición haya desaparecido, pero aún estás debilitado.
Tardarás días en recuperar toda tu fuerza.
Thor meneó la cabeza y alzó el escudo.
— No necesito toda mi fuerza para acabar contigo.
Balder se rió.
— Valientes palabras, hermanito. —Y bajó la espada, que se estrelló directamente sobre el escudo de Thor.
Loki contuvo el aliento mientras observaba cómo los golpes comenzaban de nuevo.
Justo cuando pensaba que Thor iba a ganar, Balder utilizó una táctica para
desestabilizarlo: dejó que ganara terreno. Tan pronto como Thor perdió la protección de la pared en uno de sus flancos, Balder blandió la espada y la hundió en el vientre de su hermano. Thor dejó caer su espada.
— ¡No! —grito Loki, aterrado.
Con el rostro transfigurado por la incredulidad, Thor se tambaleó hacia atrás, pero no pudo ir muy lejos con la espada de Balder hundida en su cuerpo y su hermano aún sosteniéndola.
— Vuelves a ser humano —le espetó mientras hundía la espada un poco más y retorcía la hoja. Levantó un pie para apoyarlo en la cadera de Thor y le dio una patada.
Libre de la espada, Thor trastabilló y cayó. Su escudo resonó con fuerza al golpear el suelo, justo a su lado.
Balder no dejó de reír mientras se aproximaba a Thor.
— Es posible que ningún arma humana pueda acabar contigo, hermanito, pero no eres
inmune a un arma inmortal.
La fuerza que inmovilizaba a Loki despareció en ese instante, liberándolo. Tan rápido
como pudo, cruzó la habitación hasta llegar junto a Thor, que yacía en un charco de sangre. Respiraba de forma laboriosa y no dejaba de temblar.
— ¡No! —sollozó Loki mientras sostenía su cabeza en el regazo. Contemplaba, horrorizado, la herida abierta en su costado.
— Mi hermoso Loki —dijo Thor, mientras alzaba una mano ensangrentada para rozarle la mejilla.
El limpió la sangre que manaba de sus labios.
— No me abandones, Thor—rogó.
Él hizo una mueca de dolor, dejó caer la mano y luchó por respirar.
— No llores por mí, Loki. No lo merezco.
— ¡Sí lo mereces!
Él negó con la cabeza y entrelazó sus dedos con los de Loki.
— Has sido mi salvación, Loki. Sin ti, jamás habría conocido lo que es el amor.
—Tragó y se llevó la mano al corazón—. Y nunca habría vuelto a ser quien fui.
Loki observó cómo la luz desaparecía de sus ojos.
— ¡No! —Volvió a gritar, acunando su cabeza sobre el pecho—. ¡No, no, no! No puedes morir. Así no. ¡¿Me oyes Thor?! Por favor… ¡No te vayas! ¡Por favor!
Lo abrazó con fuerza mientras la agonía que invadía su corazón y su alma brotaba en forma de lágrimas.
— ¡No! —resonó con ferocidad a través de la estancia, haciendo que las paredes temblarán.
Loki vio que el color abandonaba el rostro de Balder al escuchar el chillido. Se escuchó un trueno y, en mitad de un brillante destello de luz, apareció Frigga delante de el. Su rostro estaba contraído como reflejo de la indescriptible agonía que sufría al contemplar el cuerpo exangüe y frío de Thor.
Incapaz de asimilar lo que tenía delante, miró furiosa a Balder.
— ¿Qué has hecho? —le preguntó.
— Fue una pelea justa, madre. O él o yo. No tenía otra opción.
Frigga dejó escapar un grito agónico directamente desde su corazón.
— Invoqué la ira de Bor y la de las Nornas para conseguir su libertad. ¿Quién demonios crees que eres para hacer esto? —Miró a Balder como si su mera presencia le provocara náuseas—. ¡Era tu hermano!
— Era tu bastardo, pero nunca fue mi hermano.
Frigga gritó de furia.
— ¡Cómo te atreves! Ahora ya sé porque había perdido la memoria y no me explicaba ese hecho, habías sido tu idiota! Como es posible que le hicieras algo así a tu
hermano.
Cuando la diosa miró de nuevo a Thor, Loki vio el dolor que reflejaban sus ojos.
— Mi precioso Thor—sollozó la diosa—. Jamás debí permitirles que te hiciesen daño.
¡Ymir! ¿A dónde me ha llevado mi egoísmo? —Cayó de rodillas a su lado—. Te dejé
solo cuando debía haber estado contigo para protegerte.
— ¡Vamos, madre, déjalo ya! —dijo Balder, como si la aflicción de su madre hubiese conseguido aburrirlo—. Thor te conocía, igual que te conocemos nosotros desde el comienzo de los tiempos; no piensas más que en ti misma y en lo que los demás debemos hacer por ti. Es tu naturaleza. Y, al contrario que Thor, todos la aceptamos hace eones.
Frigga no se tomó muy bien esas palabras. De hecho, su rostro se convirtió en una máscara de granito y se puso en pie con toda la dignidad y la elegancia que se espera
de una diosa.
Arqueó una ceja y miró a Balder.
— ¿Has dicho que fue una lucha justa? Bien, tengamos una lucha justa. ¿Estás de acuerdo? Hela aún no ha reclamado su alma. Todavía no es demasiado tarde. Lo único que necesitamos para devolverlo a la vida es que su corazón comience a latir de nuevo.
Loki sintió una repentina oleada de calor atravesando el cuerpo inerte de Thor.
Se echó hacia atrás y observó cómo un aura dorada lo rodeaba mientras la herida de su costado se cerraba por sí sola y los jenas se desintegraban, siendo reemplazados por unas grebas de oro y unas sandalias. El resplandor dorado subió hasta cubrir su pecho que, al instante, quedó oculto a la vista por una antigua armadura dorada, repujada con cuero rojo, y una túnica. Sobre los brazos aparecieron unas anchas tiras de cuero marrón.
El tinte azulado desapareció de su rostro.
De repente, tomó una profunda bocanada de aire que hizo que todo su cuerpo se estremeciera, y abrió los ojos, mirando a Loki con aquella sonrisa que conseguía derretirle hasta el alma.
El se mordió los labios mientras la felicidad lo traspasaba. ¡Estaba vivo!
— ¿Qué diablos pasa aquí? —rugió Balder.
Sobre ellos apareció una mujer, flotando plácidamente. Su pelo negro lanzaba destellos mientras miraba con furia a Balder.
— Como muy bien ha dicho tu madre, ya es hora de que contemplemos una lucha justa, Balder. Llevamos retrasándola demasiado tiempo y, esta vez, no habrá ninguna mujer que distraiga a Thor e impida que lleve a cabo su venganza.
— ¿Qué? —preguntó Frigga—. Idunn, ¿qué estás diciendo?
— Estoy diciendo que fue él quien la envió intencionadamente para distraerlo, mientras acudía a refugiarse a tu templo por temor a la furia de Thor.
Por la cara de Balder, Loki supo que era verdad. El dios curvó los labios en un rictus furioso.
— Darcy, ¡puta traicionera! Siempre lo mimaste.
Darcy se rió mientras se desvanecía en el aire para volver a aparecer junto a Frigga.
— Nadie lo mimó nunca. Eso lo convirtió en el mejor guerrero que jamás salió de las filas asgardianas; y eso es lo que va a ayudarle a darte una buena patada en el culo en este momento.
Thor se puso en pie. La ceñuda mirada con la que enfrentaba a Balder consiguió que Loki sintiera un súbito escalofrío.
Frigga se movió hasta quedar entre sus dos hijos y, cuando alzó la mirada hacia Thor,
Loki vio que sus ojos estaban llenos de orgullo.
— Ésta es la segunda vez que te doy la vida, Thor. Me arrepiento de no haber sido la madre que necesitaste la primera vez. No tienes ni idea de lo mucho que desearía poder cambiar el pasado. Lo único que puedo hacer ahora es darte mi amor y mis
bendiciones. —Frigga miró por encima del hombro, buscando los ojos de Balder—. Y ahora dale una buena patada en el trasero a este malcriado mal hijo.
— ¡Madre! —gimoteó Balder.
Thor miró a su hermano y balanceó la espada alrededor de su cuerpo mientras se acercaba a él.
— ¿Estás preparado?
Balder atacó sin avisar. Pero tampoco es que importara demasiado.
Loki se quedó boquiabierto al verlos luchar. Si antes había pensado que Thor era un buen guerrero, ahora su destreza era infinitamente superior.
Se movía con una agilidad y una velocidad que jamás habría creído posibles.
Darcy se puso a su lado. Alzó un brazo y rozó ligeramente la seda con la que se envolvía.
— Bonita tela.
Loki la miró con el ceño fruncido por la incredulidad.
— ¿Están luchando a muerte y tú te dedicas a estudiar cómo voy vestido?
Darsy se rió.
— Confía en mí; siempre elijo con mucho cuidado a mis generales. Balder no tiene ninguna posibilidad frente a Thor.
Loki volvió a dirigir su atención a los hombres en el mismo instante que Thor golpeaba a Balder con su escudo. El dios perdió el equilibrio, se tambaleó y Thor aprovechó para hundirle la espada en el costado.
— Púdrete en el Hell, bastardo —dijo Thor con desdén mientras el cuerpo de Balder se desintegraba entre destellos multicolores.
Loki corrió hacia él.
Thor arrojó a un lado la espada y el escudo, y lo alzó en brazos para girar con el alrededor de la estancia.
— ¡Estás vivo! ¿Verdad que sí? —le preguntó.
— Sí, lo estoy.
Loki se dejó caer sobre él. Thor lo bajó, deslizándolo muy lentamente sobre su armadura centímetro a centímetro, hasta que sus pies se apoyaron sobre el suelo y reclamó sus labios con un beso.
Loki escuchó que alguien se aclaraba la garganta.
— Discúlpame, Thor—dijo Darsy, al ver que no soltaba a Loki—. Debes tomar una decisión. ¿Quieres que te envíe a casa o no?
Loki se echó a temblar.
Thorlo miró de forma abrasadora y acarició con mucha suavidad su mejilla como si estuviera saboreando el tacto de su piel.
— Sólo he conocido un hogar en todos los siglos de mi existencia.
Loki se mordió el labio mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. Iba a abandonarlo en ese mismo momento. Dios santo, sólo rogaba tener la fuerza necesaria para soportar el dolor.
Thor se inclinó y le besó la frente.
— Y es con Loki —susurró sobre su pelo—. Si él me acepta.
Loki puso los ojos en blanco; se sentía tan aliviado que tenía ganas de gritar y reír a la vez, pero sobre todo quería abrazarlo y retenerlo junto a él para siempre.
— ¡Thor! —exclamó con una apatía totalmente falsa—. No lo sé… Ocupas toda la cama, y llevas unos boxers espantosos… ¿Crees que voy a poder soportarlo? Si
vuelves conmigo tendremos que hacer que desaparezcan. Y nada de volver a acostarse con los jeans puestos por la noche; me raspan las piernas.
Él soltó una carcajada.
— No te preocupes. Para lo que tengo en mente, el nudismo viene mucho mejor.
La risa de Loki se unió a la suya mientras Thor le tomaba la cara entre las manos.
Al intentar besarlo, el se alejó de forma juguetona.
— ¡Ah, por cierto! ¿Ésta es tu armadura?
Él lo miró ceñudo.
— La misma; o al menos lo era.
— ¿Podemos quedárnosla?
— Si tú quieres… ¿por qué?
— Porque… Mmm honey —ronroneó Loki lanzando una mirada lasciva sobre su fantástico cuerpo—, te queda tannn bien. Si te la pones, te prometo que pasarás un buen rato en la cama cinco o seis veces al día.
Darsy y Frigga se rieron al unísono.
Aparecieron en la habitación de Loki con otro de aquellos destellos cegadores; exactamente en la misma posición que se encontraban cuando Balder apareció.
— ¡Eh! —exclamó Loki enfadado—. ¿Dónde está la armadura?
Apareció súbitamente junto con el yelmo, la espada y el escudo, en un rincón del dormitorio.
— ¿Ya estás contento? —le preguntó Thor mientras lo acomodaba sobre su pecho.
— Delirante de felicidad.
Alzó la cabeza y lo besó de tal forma que Loki se estremeció de la cabeza a los pies y gimió al sentir la calidez de su boca sobre la suya. Al sentir su cuerpo bajo el.
Jamás permitiría que volviese a marcharse.
— Por cierto…
Thor se apartó de los labios de Loki con un gruñido y alzó la sábana con rapidez para taparlos a ambos con el.
Loki lo apretó con fuerza a la altura de la barbilla.
— Darcy!! —dijo Thor—, ¿piensas seguir interrumpiéndonos?
La diosa no parecía avergonzada en lo más mínimo mientras se aproximaba a la cama. Llevaba una caja dorada en las manos.
— Bueno, es que se me ha olvidado darles una cosa.
— ¿Qué? —preguntaron al unísono con suma irritación.
Antes de que Darcy pudiese contestar, apareció Frigga.
— Ya lo tengo —le dijo a Darcy antes de quitarle la caja de las manos.
Darcy se desvaneció.
Frigga se acercó a la cama, dejó la caja al lado de Thor y la abrió.
— Si vas a quedarte en esta época, necesitarás varias cosas: un certificado de nacimiento, un pasaporte, un permiso de residencia… —Frigga miró la tarjeta verde y frunció el ceño— No, espera, esto no lo necesitas. —Y entonces miró a Loki—. ¿O sí?
— No, señora.
Frigga sonrió mientras la tarjeta se evaporaba.
— También hay un carné de conducir pero, si aceptas un consejo maternal, deja que sea Loki quien se encargue del coche. No te lo tomes a mal, pero eres un completo desastre al volante. —Y suspiró—. Es una pena que no tengamos un dios para esas cuestiones. Pero qué se le va a hacer. —Cerró la caja y se la ofreció a su hijo—. Aquí tienes; puedes echarle un vistazo luego.
Cuando Frigga comenzaba a alejarse, Thor se incorporó en la cama y la cogió de la mano.
— Gracias por todo, madre.
La diosa lo miró con los ojos llenos de lágrimas y le dio unas palmaditas en la mano.
— Siento muchísimo no haberme enterado de lo que les ocurrió a tus hijos hasta que fue demasiado tarde. No tienes idea de lo mucho que me arrepiento de no haberlo descubierto hasta después de que Hela reclamara sus almas.
Thor le dio un apretón cariñoso.
— ¿Me llamarás si necesitas cualquier cosa? —preguntó la diosa.
— Te llamaré aunque no necesite nada.
Frigga se llevó la mano de Thor a los labios y la besó mientras sus ojos se clavaban en Loki para, de inmediato, volver de nuevo a su hijo.
— ¡Eh! —exclamó Loki sacando de la caja un título universitario—. ¿Le has dado un título de Licenciado en Historia Antigua? ¿Y de Harvard?
Frigga asintió con la cabeza.
— También hay uno de Lengua y Cultura Clásicas. —Miró a Thor—. No estaba segura de lo que querrías hacer, por eso he dejado que seas tú quien elija.
— ¿Podemos usarlos de verdad? —preguntó Loki.
— Claro que sí. Si miras un poco más abajo encontrarás su certificado de notas.
Loki lo hizo y al mirarlo jadeó.
— No es justo, ¡sólo hay matrículas de honor!
— Por supuesto —rezongó Frigga, un poco indignada—. Mi hijo jamás será un segundón. —Sonrió—. No me molesté en hacer un certificado de matrimonio. Supuse
que querían encargarse de eso personalmente.—La diosa rebuscó bajo los papeles y sacó una libreta bancaria—. Por cierto, he convertido el dinero que tenías en Asgard en Dólares para que puedas usarlo aquí.
Loki abrió la libreta y se quedó con la boca abierta.
— ¡Dioses! ¡Eres asquerosamente rico!
Thor se rió a carcajadas.
— Ya te lo dije, se me daba muy bien lo de conquistar.
Frigga alargó una mano y el libro donde Thor había estado atrapado apareció entre sus brazos.
— También pensé que te gustaría buscar un lugar seguro donde guardar esto.
Thor se quedó boquiabierto mientras cogía el libro de las manos de su madre.
— ¿Me estás encargando la custodia de Balder?
Frigga se encogió de hombros.
— Te mató. No podía dejar que se marchara sin castigarlo de algún modo. Acabará saliendo si es un buen chico.
Loki casi se sentía apenado por el pobre Balder.
Casi.
Frigga se inclinó y besó a Thor en la mejilla.
— Siempre te he querido. Pero no he sabido cómo demostrarlo.
Él asintió con la cabeza.
— Supongo que eso suele pasar cuando tu madre es una diosa. No puedes esperar fiestas de cumpleaños y comidas caseras.
— Eso es cierto, pero te he dado muchos otros regalos que a tu novio parecen gustarle muchísimo.
— Hablando de eso —lo interrumpió Loki, repentinamente asaltado por un pensamiento—, ¿no podemos deshacernos de eso que hace que las personas se sientan atraídas por él como por un imán?
La diosa lo miró con una expresión divertida.
— Niño, mira bien a este hombre. ¿Qué persona en su sano juicio no lo querría en su cama? Tendría que dejarlos ciegos a todos o hacer que Thor engordara y se quedara calvo.
— Déjalo, no importa. Acabaré acostumbrándome.
— Eso creo yo.
Frigga desapareció tras el comentario.
Thor envolvió a Loki entre sus brazos y lo acercó a él de nuevo.
— ¿Estás adolorido?
— No, ¿por qué?
— Porque tengo la intención de pasarme el día entero haciéndote el amor.
Él le mordisqueó la barbilla.
— Mmm, me gusta esa idea…
Thorlo besó.
— ¡Ah, espera! —exclamó alejándose de sus labios.
Loki frunció el ceño mientras Thor salía de la cama para coger libro, arrojarlo al pasillo
y cerrar la puerta después.
— ¿Qué estás haciendo? —le preguntó el.
Thor volvió a la cama con su característico andar lento y ágil que lo dejaba sin aliento y conseguía encenderlo. Trepó al lecho con la misma gracia que un animal salvaje, desnudo y sigiloso, y recorrió su cuerpo con una mirada lujuriosa y ardiente.
— Puede escuchar todo lo que decimos. Y, personalmente, no quiero tenerlo al lado mientras hago esto.
Loki jadeó cuando Thor lo puso de costado, acercándolo a él.
— O esto —siguió él, deslizando una mano entre sus muslos y acariciándolo con sus manos expertas.
Se acurrucó contra la espalda de Loki.
— Y sobre todo, no quiero que escuche esto.
Enterró sus labios en el cuello de Loki mientras deslizaba la mano por el interior de sus muslos para separarle las piernas e introducirse en él hasta el fondo.
Loki gimió de satisfacción.
— He estado esperándote dos mil años, Loki Laufeyson —le susurró al oído—, y cada segundo de espera ha merecido la pena.

UN AMANTE PERFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora