No se dio cuenta de cuando, ni cómo acabó en su cama, con su cara angelical cubierta de lágrimas, llorando, con los cascos colocados en sus oídos, esperando a que los suspiros de la esperanza llegasen, como siempre ocurría. Pero está noche estaba más sensible de lo normal ,pues la habían exprimido hasta no dejar ni una gota de felicidad, como a una naranja.
Intentó respirar hondo y tranquilizarse, pero eso solo la puso peor. Su perro se acercó a su dueña, era un beagle de tamaño mediano tricolor, le lamió la mano que colgaba fuera de la cama. Lloriqueando, este se puso a dos patas para lamer la cabeza de la dueña con cuidado y amor.
Esta acarició la cabeza del can para palmear el hueco libre a su lado en la cama, dejando espacio para que su perro pudiera subir. De un brinco, saltó a su lado, se tumbó y puso su cabecita en el regazo de su dueña, su vida.
Ella siempre aguantaba las cosas que le hacían, que presenciaba y que escuchaba. Porque siempre se mantenía al margen de todo, no montaba escándalos hacia las estupideces de sus amigos ni tampoco se quejaba de ser ignorada por muchos, no era capaz, porque ella no era así ,nunca le gustó el ser el centro de atención en ese tipo de situaciones, siempre piensa que no merece la pena, porque, ¿para qué? Si luego no le hacen ni caso, ni sus palabras ni sus acciones valen, a nadie les importan.
Y es por esto por lo que ahora se encontraba así, con lágrimas resbalando por sus mejillas abultadas y rosadas. Hace unas horas se encontraba bien, siendo hipócrita hacia sus amigos, sonriendo y haciéndose la interesada.Y es que cuatro personas de su grupo habían pensado en quedar una hora antes para ir luego juntos a ese restaurante de veinticuatro horas tan famoso entre los jóvenes de su edad, en el que estarían el resto de personas de su grupo. Al principio al ser un grupo pequeño, no fue ignorada, tampoco el centro de atención pero no era como un fantasma merodeando por las calles de la ciudad.
Era invierno, hacía frío y el sol se ocultaba temprano, además de que el cielo lleno de nubes grises que amenazaban con dejar caer gruesas gotas de lluvia en unas horas. Y es que ese día no era el mejor para quedar, cuando en las noticias advertían de un ochenta por ciento de probabilidades de que lloviese.- Vera, ¿me haces una foto? - dijo su amiga mientras le daba su móvil con la aplicación de la cámara ya abierta.
Vera, era el nombre de esta chica. Cada día que pasaba, su nombre sonaba más raro de oír cuando sus amigos la mencionaban, porque con mirarte ya sabías con quién hablabas.
- Sí, claro - contestó Vera con una media sonrisa mientras cogía el móvil en sus manos y probaba diferentes ángulos para conseguir una buena iluminación del paisaje, cuando hizo la foto devolvió el móvil a su amiga - Ten, mírala a ver si te gusta.
- Muchas gracias- contestó observando la foto que había tomado - está chula.
Se quedó mirando el móvil un rato, seguramente las personas que la seguían en Instagram. Volteó a sus otros dos amigos, besándose con cariño y amor, las manos de ella se enrollaban en la cintura de su novio, y él se separó del beso con una sonrisa. Ellos dos habían estado saliendo durante unos meses y su relación iba bastante bien, por lo que no era de extrañar que continuamente se besaran.
Estuvieron en el mirador un rato, hasta que decidieron andar.Bajaron las escaleras y cruzaron la calle por el paso de peatones, no había muchos coches por la carretera ni tampoco muchos peatones, por lo que al menos el riesgo de ser atropellado era bajo.
Minutos más tarde, llegaron a la puerta del restaurante de comida rápida, Vera empujó la puerta y entraron todos al local. Dentro se percibía un ligero olor a frito y productos de limpieza, pues había una mujer fregando el suelo. Se debe decir que no era nada agradable el olor.
Y cuando se juntaron todos, fue cuando el problema se asomó.
Algunos ya se encontraban sentados, otros de pie, haciendo tonterías y otros apoyados en los sofás color beige disponibles a los clientes. Ocupaban dos mesas, ya que eran bastantes.
Vera se sentó en una de los sofás en el que se encontraban unas pocas personas, más o menos cinco, mientras que en la otra habían ocho.
