Zeuseidón

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Disclaimer: Todo lo que reconozcáis le pertenece a Rick Riordan.

Los OCs son míos y también de algunos maravillosos lectores que me prestan a los suyos.

Muchas gracias.

Nota: Este capítulo contiene escenas de sexo explícito y lenguaje fuerte y obsceno.

El que avisa no es traidor.

Capítulo 83.

Zeus tiró de su hermano por el pasillo con impaciencia.

-Vamos. Date prisa. -Refunfuñó.

Estaba tan estresado que se olvidó por completo de que podía transportarse a donde quisiera en unos segundos.

-Hermano, no soy tu puta. -Gruñó el dios del mar. -No puedes tenerme siempre que quieras...

-Deja de quejarte. -Dijo con malos modos. -Ambos estuvimos de acuerdo. Sexo sin compromiso y sin reproches.

-Pero es que solo te beneficias tú. Solo lo hacemos cuando tú quieres...

-¿Hacemos? Vaya hermano. ¿Por qué no lo llamas por su nombre? Se dice follar. Las palabras están por algo.

Al llegar a una puerta decorada con ornamentos dorados, el rey del Olimpo detuvo su andar y la abrió.

La estancia era grande y circular.

Contra la pared había un pequeño armario, una mesita y una puerta que daba a un baño triangular.

En el centro de la habitación redonda se hallaba una gran cama tamaño emperador.

Nada más cerrar la puerta, el dios del rayo lanzó a su hermano a la mullida superficie colocándose él encima.

Pero el agitador de la tierra no estaba por la labor.

No seas crío, Poseidón. Vamos a sentir placer los dos. ¿Qué más da quien sea el activo o el pasivo?

-Podría hacerte yo la misma pregunta. -Gruñó zafándose del agarre del menor.

-Pero como yo soy el rey...

-Pues o me dejas ser el seme esta vez, o no habrá sexo para ti hoy. -Dijo con firmeza.

-Bien. Si no vas a dejar que te la meta, buscaré a otro que sí me lo permita.

El dios de los mares se sintió herido pero no supo por qué. O al menos, no quiso admitirlo.

Empujó a ese imbécil cabeza de aire y se levantó muy digno dispuesto a irse.

-Busca a otro si quieres. No me importa.

¡No te atrevas a irte! -Bramó.

-¿O si no, qué?

Zeus acorraló al mayor contra la pared y le besó con furia.

Le tiró del pelo que le nacía tras la nuca para evitar que se moviera.

El de ojos verdemar le empujó con fuerza y cuando cayó a la cama, le inmovilizó.

-Voy a ser el activo te guste o no. O si no, juro que voy a asegurarme de que no tengas relaciones con nadie en medio siglo.

-No serías capaz...

-Rétame, hermano. -Gruñó Poseidón.

Le besó y le mordió dejando marcas rojas en el cuello del dios más pequeño.

Destrozó su camiseta sin contemplaciones y la lanzó a un lado del cuarto sin preocuparse en absoluto de donde caía.

El rey de los cielos tuvo que admitir que esa vena posesiva de su hermano le excitaba.

¡Por los dioses! ¡Son nuestros hijos! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora