Capitulo 16

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Sebastian abrió la puerta y apenas vi sus ojos me aferré a el y comencé a llorar – Espera ¿Que pasa? – Me preguntó mientras me abrazaba.

– Tengo que irme. – Respondí entre sollozos y apartándome de el para mirarlo – Debo volver a Denver. – En el rostro de Sebastian se dibujo confusión y tristeza.

– ¿Por que? –

– Mi papá tuvo un accidente de auto y está grave. – Las palabras salieron de mi boca a duras penas mientras volvía a envolverme en un mar de lagrimas.

– Iré contigo, necesitas apoyo. – Negué con la cabeza mientras Sebastian peinaba mi cabello hacia atrás – Claro que si; tengo que estar contigo ya no puedo dejarte sola, y mucho menos ahora. – Lo mire y volví a sollozar.

Durante todo el trayecto del viaje me mantuve en silencio, mirando a través de la ventanilla mientras mis lágrimas no dejaban de correr por mis mejillas.

– Todo va a estar bien, te lo prometo. – Susurró Sebastian mientras sujetaba mi mano y besaba mi cabeza.

Cuando el avión al fin aterrizó, pedimos un taxi, Lucas nunca soltó mi mano y para cuando llegamos a casa, a quien menos esperaba ver, me recibió.

– Dios mío, prima, que horrible tener que verte en estas circunstancias. – Confesó Joseph mientras me abrazaba.

– ¿Como está mi papá? –

– Está muy mal, nada hago con mentirte cuando más que nadie tu sabes lo que realmente le pasa con solo verlo. – Respondió mientras yo sentía como si el suelo bajo mis pies desapareciera y el oxígeno a mi alrededor dejara de existir, haciéndome sudar, pero a la vez morir de frío – Lo siento tanto, prima. – Confesó, a lo que Asentí ligeramente antes de secar mis lagrimas de nuevo.

– ¿Donde está Adam? – Pregunté intentando cambiar el tema.

– Está en el hospital con mi mamá y mi tía. –

Asentí ligeramente y entre a la casa, seguida de Sebastian y Lucas; apenas abrí la puerta de mi habitación, todo seguía exactamente igual, mis cojines sobre la cama, el vaso de agua vacío que había dejado en mi mesa auxiliar hace un año, y mis pinturas de uñas; todo estaba tal cual lo había dejado.

– Mi tía mando a decir que Lucas puede dormir en la vieja habitación de Adam, yo dormiré en el ático. – Dijo Joseph entrando a mi habitación, le regale una sonrisa, bastante forzada y me senté al borde de la cama.

– Tengo miedo de ir a ver a mi papá. – Confesé mirando a la pared, mientras sentía mis ojos arder por todo lo que ya había llorado – ¡No se que hacer! – Exclamé rompiendo a llorar mientras Sebastian se paraba frente a mi y yo apoyaba mi frente en su abdomen.

Lucas se sentó a mi lado y acaricio mi espalda mientras lo único que yo podía hacer era sollozar.

– Si no quieres verlo está, bien, no es una obligación. – Respondió Sebastian acariciando mi cabello.

Cuando al fin, logre juntar mis piezas y ponerme de pie, me di una ducha y me vestí, mi rostro estaba demacrado y parecía que acaba de salir de una película de zombis.

Apenas llegamos al hospital, mi madre, mi tía y Adam se levantaron de sus asientos, corrieron hacia a mi para abrazarme y apenas nos tocamos, los cuatro comenzamos a llorar, era una situación difícil, mi mamá y mi papá son un pilar importante para la integridad de esta familia, y el que uno faltara era como quitarle una pata a la mesa y dejarla coja, quizás se sostendría pero no por mucho.

– ¿Que han dicho los doctores? – Pregunté secando mis lágrimas y tratando de mantener la compostura.

Mi tía sujeto la mano de mi madre y fue a sentarse de nuevo, mientras Adam se paraba frente a mi y suspiraba – Hay casi un noventa por ciento de que quede vegetal. – Cerré los ojos, ya no podía llorar más, pero por más que lo intentara las lágrimas que corrían por mis mejillas parecían cataratas – Mientras el auto giraba por toda la autopista luego de que el camionero lo golpeara por detrás, su cabeza se golpeó demasiado, y tiene, por así decirlo, el cerebro roto. – Ya sabía lo que era, algo tan simple como un traumatismo craneal, y por como lo decía Adam, quizás no era sólo un golpe, si no varios, y era peor.

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