‹‹ III ‹‹

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‹‹ Tengo la teoría de que la gente rota es la que más ayuda, pero es a la que peor tratan. ‹‹











Athanasia







Oscuridad.

La luz que se filtraba por mis ojos me empezaba a molestar. Lentamente mis párpados se abrieron adaptándose a la luz, miré a mi alrededor . . .genial.

Me pase la mayor parte de mis años en Hogwarts estando en la enfermería, no me era difícil reconocerla.

Me incorporé en la camilla, primer punto . . . ¿Qué rayos le sucedió a mi ropa?

— Ya habías tardado en despertar Artie — Farfulló la Señora Pomfrey acercándose a mi camilla.

Intenté sonreír, pero me salió un bostezo.

— ¿Señora Pomfrey? . . . ¿Qué me sucedió?

Pomona Pomfrey suspiró.

— El muchacho que te trajo me dijo que te encontró al pie del sauce boxeador, tuviste suerte — Contestó con desgana anotando algo en su libreta.

— ¿Quién me trajo — Pregunté mientras recibí el medicamento que me tendió?

— No recuerdo su nombre, solo sé que es de Gryffindor. — No pasó mucho para recibir una larga y fuerte riña de la Señora Pomfrey.

Fomentaba por qué no había que deambular por el Castillo a altas horas de la noche.

No la culpo la verdad.

Tampoco es como si me agradara que me riña, pero lo veo injusto, que yo recuerde no estaba deambulando sin motivo alguno, en fin, es lo que toca.

Terminé de devorar la comida que me habían traído los elfos domésticos. Estaba deliciosa, creo que es lo más voy a extrañar de Hogwarts.

Al ver la hora en el reloj de la enfermera me paré de un salto, salí corriendo sin más hacía las puertas de la enfermería.

— ¡¡DETENTE ATHANASIA!! — Bramó la señora Pomfrey. — ¡¡AUNQUE SE TU ÚLTIMO DÍA AQUÍ, NO CORRERÁS POR HOGWARTS EN PIJAMA!!

Buen punto.

Me detuve en seco, miré hacia abajo . . . la señora Pomfrey tenía razón.

Con un rápido y grácil movimiento de su varita, madam Pomfrey transformó mi pijama en . . . ¿un vestido?

Color blanquecino, me llegaba por encima de las rodillas, entallado en la cintura con un cinturón de tela dorado y terminaba en un clásico escote recto que tapaba un poco mis hombros.

En lo personal no me gustan los vestidos, a pesar que el diseño es algo antiguo, no está mal.

— Mucho mejor — Exclamó madam Pomfrey con una sonrisa de autosuficiencia — Por qué las chicas de ahora no usan más este estilo?

Preferí reservarme la respuesta, dándole una última mirada de agradecimiento y salí de allí.

No pasó mucho tiempo, a pesar de llevar un vestido retomé la velocidad.

En menos de cinco minutos ya estaba en las escaleras, no miré al frente subir, justo en la cima resbalé en el último escalón al chocar contra algo duro que me desestabilizo.

Cerré los ojos por inercia, esperando el impacto, en su lugar percibí estar sujeta a unos brazos fuertes.

— Eso . . . fue peligroso — Exclamó una voz grave . . . Ya puedes abrir los ojos, no dejaré que caigas.

 Mi Novia es un Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora