Una semana después, al fin concluyo mis clases. Al principio fue bastante duro. Tener que levantarse a las 4:00h no es del agrado de nadie, y menos si después tienes que pasarte ocho horas aprendiendo a servir la comida, a cómo debes colocarte en cada momento y cómo debes hablar a los señores de la casa.
El único consuelo ha sido tener a Aveline junto a mí en todo momento. Al menos sé que no estaré sola en esta inmensa mansión. Es extraño tener a una persona a la que le puedes llamar amiga. En Corwin no existían este tipo de relaciones, al menos en mi caso.Durante esta semana hemos tenido la oportunidad de charlar y conocernos un poco mejor. Aveline ha venido a trabajar para conseguir dinero y así poder comprar una casa con Kilian, claro está que antes han de casarse, tal y como dicta la norma. Mientras él trabaja de herrero en Goldown, ella ha tenido que venir hasta aquí, ya que el mercado laboral está bastante mal, y más para una mujer.
Me levanto y rápidamente me dirijo al cuarto de baño para asearme. Recojo mi larga melena azabache en un moño y me pongo el uniforme habitual. Nos han dado dos pares de uniformes, que debemos mantener impecables para dar una buena imagen. En cuanto la campana suena a las 4:00h salgo al pasillo con Aveline a mis espaldas y lo recorro en dirección al comedor del servicio, donde el desayuno ya está dispuesto para nosotras. Nos saludamos cordialmente entre todas las doncellas mientras nos sentamos y comemos nuestro desayuno habitual, un bol de avena con frutos rojos y un vaso de leche.
No he tenido la oportunidad de conocer a muchas de mis compañeras porque las clases han consumido mucho tiempo. Al acabar nuestra comida, nos dirigimos a la entrada, donde nos espera Leah. Como es habitual en ella, hace una mueca al vernos entrar. Yo agacho la cabeza; ya he sido el blanco de sus burlas durante toda esta semana, no quiero darle más motivos para dirigir su furia hacia mí. Como cada día, nos repasa meticulosamente con la mirada para comprobar que todo este en su sitio.
Milagrosamente, hoy no me dirige la palabra, cosa que me alegra en grande, al menos hoy puedo respirar tranquila.
— Bien señoritas, ya ha concluido vuestra formación como doncellas y he de anunciar que la mayoría la ha superado con creces.
Siento el peso de su mirada cuando pronuncia estas palabras. He de admitir que al principio me mostraba reacia a seguir sus ordenes, ya que nadie me ha dicho nunca lo que debía hacer. Pero después del primer día aprendí que era lo que tenia que hacer para sobrevivir en este sitio, así que trabajé como la que más para dar el pego.
— Antes de empezar con vuestras tareas diarias, pasaremos a asignarles un puesto en la casa.
Yo miro sorprendida a Aveline, pero esta parece no alterarse por el comentario. Había dado por hecho que todas trabajaríamos en el mismo puesto, pero parece que me equivocaba.
— Estos puestos van desde ayudante de cocina, hasta camarera o limpiadora. Todos los puestos se han asignado en función de la calificación obtenida en la instrucción, así pues, ustedes han sido las que verdaderamente han elegido el lugar que ocuparán. Empecemos.
Leah comienza nombrando a las que serán las ayudantes de cocina. Estas se encargan de ayudar a los cocineros, así como de servirnos el desayuno a las demás doncellas. Las dos afortunadas son Lilian y Marina, quienes se marchan inmediatamente por el pasillo para ocupar su puesto.
Las siguientes dos en ocupar el puesto de camarera y, por tanto, las que se encargan de atender a los demás miembros de la mansión, son Elena y Clarisa. A medida que el número de chicas va disminuyendo, me voy poniendo cada vez más nerviosa.
— Bueno y, por último, las limpiadoras son Eve y Laila.
Aveline y yo nos miramos sorprendidas. No nos han asignado ningún puesto. Me pongo cada vez más nerviosa. La posibilidad de comprar las medicinas de mi madre se desvanece de mis manos y la esperanza empieza a abandonarme. Esto solo puede significar una cosa, nos echan y ni siquiera hemos empezado a trabajar.
— Señora Leah, debe de haber un error.
— No hay ningún error, señorita Aveline.
Nos quedamos de piedra, mirándonos mutuamente. Durante el corto periodo de tiempo que hemos pasado en la mansión hemos forjado una fuerte amistad, y es lo único que nos va a quedar cuando salgamos de aquí, sin trabajo y sin dinero. Pero no me doy por vencida. Si me voy a ir de la mansión, al menos me iré con la cabeza bien alta y expresando lo que siento.
— Señora Leah...- empiezo a decir, dispuesta a mostrar mi desagrado, pero ella me corta antes de que pueda continuar.
— Antes de que empiece a replicar, señorita Zena, déjeme continuar. Ustedes han sido asignadas en un puesto muy especial y que por tanto solo puede ser ocupado por las mejores doncellas de la casa. Sí, sí, con eso me refiero a ustedes dos.
¿Eso ha sido un cumplido? Me quedo boquiabierta. Después de todos los comentarios crueles y de todas las bromas que he recibido durante toda esta semana por su parte ¿me dice que soy una de las mejores doncellas?
— No se sorprendan tanto. Bien, acompáñenme por favor.
Antes de que pueda darme cuenta, estoy subiendo las grandes escaleras de piedra que dan a la planta alta de la mansión. "No deberíamos estar haciendo esto" es lo primero que se me pasa por la mente. Según el reglamento, que he leído meticulosamente, esta prohibido que el personal de servicio acceda a esta parte de la casa.
Empiezo a ponerme nerviosa, pero aún así no pierdo detalle de la decoración ni de las estancias. Desde aquí, todo es más majestuoso. Vamos por el pasillo de la derecha. Este está decorado con la misma alfombra que se encuentra en la entrada. Las paredes están cubiertas con un papel pintado que imita pequeños pájaros, igual que el escudo del rey. A ambos lados del pasillo cuelgan cuadros con las caras de los reyes que el reino de Pirsta ha tenido hasta el día de hoy. Todos barones, tal y como marcan las leyes, al menos desde la Gran Guerra, hace miles de años. Apresuro el paso, ya que me he quedado un poco rezagada observando toda la cantidad de obras majestuosas que yacen en el pasillo.
Leah para al final del pasillo, donde hay dos puertas, una enfrentada a la otra. Las puertas también son majestuosas, de color blanco con detalles en dorado, seguramente revestido de oro. Se gira hacia Aveline y yo, que formamos fila detrás de su espalda.
— Bien, señoritas. Ante ustedes se encuentra el que será su lugar de trabajo durante el tiempo que vivan en esta casa. Su trabajo se basa en complacer y ayudar a la señora en todo lo que puedan. Señoritas, siéntanse privilegiadas, ha llegado el momento de que conozcan a Lady Katherina Rose Wells II, princesa de Pirsta.
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Inefable
Teen FictionImagina despedirte de toda tu familia. Imagina tener que viajar a un sitio desconocido para poder sobrevivir. Imagina encontrar algo que ni siquiera estabas buscando. Cuando desaparece el pilar fundamental de su familia, es Zena quien debe mantenerl...