el chico que se fue.

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(Esta historia es solo una adaptación, la autora es @AllysonDeVil)

Diego había sido afortunado. Tenía buenas notas, dos increíbles padres, una hermana menor que realmente lo hacía feliz y a Scott, su mejor amigo. Pero, aun así, el chico se sentía incompleto.

Iba a la iglesia todos los domingos, y siempre preguntaba al sacerdote de la parroquia por qué tenía aquel sentimiento. El hombre siempre le respondía que tal vez tenía una falta de Dios en su vida. Alguna mentira guardada. Algún acto mal hecho. Un pecado no confesado. Pero Diego estaba seguro de que sus sentimientos no tenían nada que ver con todo esto.

Aun así, el chico podía olvidar su vacío y ser feliz. Hasta que su hermana menor enfermó de leucemia.

¿Alguna vez te has golpeado fuertemente el dedo pequeño con el borde de la cama a mitad de la noche? Posiblemente sí. Bien, Diego se sintió así cuando lo supo. Pero el dolor no desapareció. No se hizo más leve, ni soportable. El dolor simplemente siguió allí, y creció mil veces más cuando supo que la enfermedad estaba tan avanzada que era casi imposible hacer algo.

Ese día el chico, simplemente, salió de la habitación de aquel hospital en el cual estaba su pequeña hermana y fue a la sala de espera, sintiendo lágrimas quemar sus ojos. Se sentó en una de las pocas sillas y miró un punto en la pared. Quería llorar, pero no frente a toda esa gente. Sí iba a sufrir, lo haría solo.

Fue entonces cuando una chica llegó caminando junto a quien debía de ser su padre. Tenía el cabello rubio y la piel blanca, y era hermosa.

Caminaba mirando el suelo, como si el mundo solo estuviese conformado por las blancas baldosas.

Fue entonces cuando escuchó a la enfermera hablar con el padre y con la joven, escuchando la palabra diálisis. Al inicio creyó que era para el hombre, pero cuando la mujer solamente acompañó a la joven hacía el interior y el hombre se sentó unos cuantos puestos a su derecha supo que se había equivocado.

Por un momento se olvidó de sí mismo, de su propio dolor, y comenzó a pensar en la chica, en lo inútil que debía sentirse al saber que su cuerpo no podía hacer lo que debía hacer. En lo mal que debía de sentirse depender de una máquina... Y fue entonces cuando comenzó a pensar en su hermana pequeña. En el gran dolor que debía de estar sintiendo, y en lo idiota que había sido por solo huir de allí porque su estaba demasiado ocupado pensando en su propio dolor.

Pensó en volver, pero algo más atrajo toda su atención. Una chica pequeña, de cabello castaño y largo y una sonrisa que podría, fácilmente, iluminar la habitación, entró a la sala de espera y comenzó a charlar con el padre de la joven. Diego no debió escucharlos, pero aun así lo hizo.

-Ella estará mejor, señor O'Connell.--le aseguraba la pequeña. Su voz, para Diego, era como cantos de ángeles.

-Quiero creer eso, Clairo...

Diego suspiró. Incluso su nombre era hermoso.

-Señor O'Connell, esto no es algo con lo que Billie no pueda lidiar. Ella es fuerte, y puede hacer todo lo que quiera... Dios nos coloca pruebas siempre, señor O'Connell, ella solo tiene que superarlas.

Diego volvió a suspirar. La chica, en pocos segundos, le había demostrado que era realmente increíble.

...

Permaneció en la habitación tres horas más, escuchando la hermosa voz de Clairo cerca de él, jamás atreviéndose a hablarle.

Fue entonces cuando la enfermera llamó a los padres de Billie Eilish.

la chica de la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora