Capítulo 2: Amor cerebral

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"Estabas muy equivocado cuando me dijiste que nunca me dejarías sola, aquí en medio de la nada".

- Selena Gomez

Después de lo que ocurrió con Eduardo, experimenté el dolor real de una ruptura.

Ahora no tenía que estar concentrada en mi novio, porque ya no lo tenía, el clavo que sacaría al otro clavo. Verlo todos los días en el transporte se fue convirtiendo poco a poco en un martirio, incluso una vez no pude evitar llorar frente a él. Me preguntó si quería que se fuera de mi vida, pero sabía perfectamente que eso terminaría por astillarme el corazón. Sabía que podría superarlo, poco a poco, con mucho trabajo, si tenía voluntad y fe en mí misma, todo estaría bien.

Para finales de 2014, ya estaba acudiendo a fiestas de XV años, un sueño, claro. Irme de parranda a los 14 era como entrar en círculos sociales, tomarme fotos con los populares, usar maquillaje de noche, vestidos, plancharme el cabello, ser una versión mejorada de mí, salir tantito de mi reflejo de chica regordeta, con lentes, brackets e inseguridad.

Recuerdo una de las tantas fiestas a las que me invitaron. Llevaba un vestido negro, cabello lacio, delineado negro y muchas ganas de bailar. Aunque conocía a pocos de los invitados, logré sentirme cómoda. Sentarme a lado de la niña más popular de mi generación fue como un privilegio para mí, parecía que las agresiones en Ask.fm que me había propiciado hacía tan solo un mes habían quedado en el olvido, incluso quiso tomarse selfies conmigo.

Reía, reía mucho. Me sentía tan bonita como las demás, sentía que, pese a mi peso, encajaba con todo. Fue como ser un jarrón lindo en una casa bonita, una armonía mobiliaria que la alta alcurnia decide tomar en cuenta.

La música inundaba el lugar, todos parecían estar dichosos. La quinceañera lucía hermosa, su vestido era verde menta, muy brillante, muy ancho, parecía una princesa. De repente, el dj nos invitó a tomar asiento. El baile de la festejada iniciaría pronto.

Sus chambelanes y ella lucían muy bien. Como era muy bajita, las piruetas no fueron ningún problema para ellos. Yo aplaudía y sonreía con mucha felicidad, estaba disfrutando del espectáculo. De repente, bajaron las luces y comenzó a sonar la canción que menos me imaginé. Esos acordes de guitarra me regalaron una bomba de nostalgia que me hizo llegar a las lágrimas.

"My life is brilliant
My love is pure
I saw an angel
Of that I'm sure
She smiled at me on the subway
She was with another man
But I won't lose no sleep on that
'Cause I've got a plan

You're beautiful
You're beautiful
You're beautiful, it's true
I saw your face in a crowded place
And I don't know what to do
'Cause I'll never be with you".

- James Blunt

En medio del llanto comencé a cantar a la par que la pista. La gente encendió la linterna de sus celulares y los alzaron, dando la impresión de que había una galaxia terrenal en la fiesta.

No pude aguantar más y decidí correr al baño. Me solté a llorar fuertemente. Esa canción tiene un enorme significado para mí. Una de las tantas veces que sentía que no merecía ser amada, sonaba esa canción en la radio antes de que se bajara Ekaín. Me susurró al oído que me dedicaba la rola y bajó rápidamente del transporte. Me quedé ahí, en shock, viendo la ventana. No podía creer que me habían dedicado una de las canciones más bonitas del mundo.

El escucharla ahora no tenía el mismo sentido de antes. Ya no éramos ni amigos, no le importaba en lo absoluto y probablemente nunca me quiso como decía. Comencé a tomar en cuenta los rumores de la apuesta, ¿acaso sólo fui una inversión para él? ¿De verdad fue pura apariencia todo? Tenía sentido, ya que quería que la relación fuera un secreto, pero todo se le salió de las manos,

Penas de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora