Capítulo 5: El lado oscuro de la luna

41 2 0
                                    

"Yo sólo quiero estar en donde tú estés, sólo quiero mirarte una y otra vez, por siempre recordar, nunca olvidaré que te quiero tanto te amo saranghae."

- Kevin, Karla & LaBanda

Un día antes del 19S, yo estaba entregando papeles para tramitar una beca. El proceso me llevó cinco horas formada bajo el sol, con dolor de estómago y mal humor. Mi amiga sugirió ir al día siguiente, pero me aferré a quedarme y hacerlo ese mismo día. Llegué a casa con dolor de cabeza y el ánimo hasta abajo. No me pasó por la cabeza que al día siguiente ocurriría un siniestro que, a la fecha, sigue marcando fuertemente las heridas de un país entero.

Por cuestiones ajenas a ambos, Ekaín y yo no tuvimos contacto hasta el sismo del 19 de septiembre.
Ese día salí temprano de clases y, me ocurrió una fuerte ironía. Como a las 11 tuvimos un simulacro, pensé: "Sería curioso que volviera a temblar pero que pudiéramos predecirlo".

No pensé que realmente ocurriría unas horas después.

Yo procrastinaba con mucha calma en mi sillón, veía el cover de Dua Lipa, "I'm Not The Only One", pensando en si ya debería comer y hacer tarea o no. De repente, vi que salía como polvo de un mueble que tenemos donde guardamos copas, tazas y tequila. Me levanté asustada, pensando a primera instancia si se trataba de un incendio. Al incorporarme, sentí unos fuertes mareos y tardé unos segundos en entender qué estaba pasando. No sonaba la alerta sísmica aún, lo cual me aterró más. Me asusté mucho porque era mi primer sismo sola, además de que vivo en el último piso de mi edificio, que, aunque no es muy alto, tenía unas escaleras bastante empinadas y con separaciones amplias entre ellas.

Bajando las escaleras, comenzó el terremoto trepidatorio. La dueña del edificio me ayudó a bajar y yo sólo lloraba del susto. En cuanto llegué al patio, me coloqué en una zona segura. El piso se movía horrible y el tiempo parecía eterno.

En ese momento, vi que mi tío bajaba de las escaleras corriendo, no entendía lo que pasaba, me sentía perdida. Me abrazó y nos quedamos así hasta que el movimiento se detuvo. Le dije que pensé que estaba sola, temblando y llorando a la vez.

- Estaba dormido en el cuarto de tu abuela. De repente sentí que la cama se movía y tardé un poco en agarrar la onda. Me levanté en chinga y salí del depa, pero antes de salir vi que estaba tu mochila en la entrada, así que me regresé a buscarte. Como no estabas, supuse que ya habías bajado.

Pobre, lo había abandonado sin darme cuenta. En mi defensa, mi abuela no se encontraba en la ciudad, por lo tanto, no iba a revisar el cuarto de alguien que no está en casa. Me senté en el suelo a llorar mientras mecía mi cuerpo, producto del estrés postraumático que a la fecha me sigue afectando.

Mi tío llamaba desesperadamente a su novia, no le contestaba porque la señal se había ido. Estábamos incomunicados. Subimos al departamento y se metió a bañar, pese a que le dije que era muy peligroso. Cuando salió, analizó la gravedad de su acción y se quedó inmóvil por unos segundos.

- ¿Ya comiste? ¿Tienes hambre?

- No, llegué hace un rato de la escuela, no he comido.

- Vamos a la calle a ver si hay algo que siga abierto.

Nos subimos al carro y recorrimos la colonia. Debo reconocer que era un escenario devastador, mucha gente lloraba, muchas banquetas estaban con grietas gigantescas, deformadas, etc. El ambiente pesaba, todos teníamos miedo, no sabíamos si vendría otro y con mucha más fuerza.

Pronto encontramos unos tacos de carnitas en la calle. Preguntamos si aún había servicio y los chicos, con voz temblorosa pero amable dijeron que sí.

Penas de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora