Capítulo 10: El eclipse lunar

22 0 0
                                    

"Yo era joven, no sabía nada del amor, tú eras salvaje, no podías tener suficiente, le di mi corazón a otro amante, no sé cómo pude dejarte ir. Encuéntrame en otro lugar y tiempo, si tan sólo fueras mío, pero ya soy el "cariño" de otra persona. Supongo que tuve mi última oportunidad, y ahora este es nuestro último baile, caíste a través de las grietas de mis manos, es difícil decir que se acabó, pero ya soy el "amor" de otra persona."

- MARINA

La penúltima vez que hablé con Ekaín fue cuando cumplí 21. Me había felicitado puntualmente, pero a estas alturas ya no me sentía cómoda hablando con él, al fin y al cabo, había iniciado una relación, una relación que en el fondo sabía que era como otro auto de escape.

Opté por dejar de responder sus mensajes y enfocarme en mi nueva relación. Ya todo era prácticamente público, nos etiquetábamos en cosas y hablábamos todo el tiempo, francamente creo que muchas veces Guillermo sólo decía y hacía lo que yo quería o esperaba que hiciera.

Mi cumpleaños fue fantástico, lo festejamos en el bar de mi familia, hubo mariachis, baile, alcohol y ambiente familiar. Todo pasó demasiado rápido, tan rápido que mi familia conoció a Guillermo ese mismo día. Parecía ser la relación perfecta, pero había una persona que notaba que no todo sería color de rosa: Erick.

Varias veces me llegó a hacer comentarios acerca de su desconfianza con la relación, es decir, Guillermo vivía en el estado y yo en la ciudad, no tenía mucho que habíamos empezado a hablar y ya éramos novios, era lógico tener poca esperanza en una relación así. Me dijo que no me ilusionara tan rápido, pero no podemos controlar del todo ese tipo de cosas.

Tuvimos nuestra primera cita un día después de cumplir un mes. Fuimos a comer a Coyoacán mientras nos conocíamos mejor, caminamos, nos subimos al tour por tranvía y reíamos. Parecía de ensueño, me sentía cómoda y feliz. Resulta ser que no llevaba dinero y como trabajaba, no dudé en invitarle las cosas. En la noche me acompañó a mi casa y estuvimos un buen rato juntos. Hablamos, nos besamos, todo bien.

Guillermo me prometía una y otra vez que repararía mi corazón, que no me lastimaría, que en serio quería tener algo serio conmigo, que me adoraba, me prometía estar junto a mí siempre y que se sentía feliz con la relación.

Parecía que todo iba viento en popa, lo único feo era que no nos podíamos ver nunca porque siempre tenía algo que hacer, y así siguió la relación hasta que dos semanas después de nuestro primer mesiversario Erick me mandó un mensaje durante mi clase de Dibujo.

- Oye, es algo muy difícil de decir, pero creo que es mejor que lo sepas, avísame cuando tengas tiempo.

- Tengo 10 minutos de descanso, dime, me preocupé.

- Bueno te digo cuando llegues a casa, la neta es por tu bien.

- No mames, dímelo ya, me dejaste demasiado tensa.

- Okay, bueno. Mira... Guillermo está muy raro, me ha dichos muchas cosas, él me dijo literal que no está listo para una relación, que no puede con esto, etc. Me ha comentado varias cosas de ese estilo, será mejor hables con él.... Lo siento, pero es lo mejor decírtelo.

- ¿Y cómo le digo?

- Te lo digo porque me interesan ambos, y pues...la verdad yo creo que tienen que hablarlo como si nada. Es momento de que se den cuenta ambos.

- ...

- Lo siento, pero es lo mejor.

- ¿Pero qué le digo?

- Pues que tienen que hablar, es más, si quieres dile que yo te dije, no importa, es por su bien.

- ...vale, wey, es que, ¿qué pedo?

Penas de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora