- Vamos linda, ven con nosotros -
- Si, si, la pasaremos bien, lo prometemos -
- No, muchas gracias - Cianita respondió con una tremenda sonrisa, el día estaba soleado y tranquilo, no dejaría que unos pervertidos arruinaran su día, además le gustaba bajar a Rodorio a comprar y él la vendría a recoger como siempre, estaba tan contenta que nada podía molestarla en estos momentos.
- No seas tímida, preciosa, nosotros pagamos los tragos - El hombre se le acercó, pero ella no retrocedió, se quedó ahí con su sonrisa de oreja a oreja.
- Ya les dije que no, no insista -
- Venga, no seas así de... - Los ojos de los hombres se abrieron casi saliéndose de sus cuencas, comenzaron a sudar y sus rostros se desfiguraron en una expresión de terror. De detrás de la muchacha apareció un joven alto, de pelo negro, usaba una armadura dorada brillante, su expresión era demasiado seria y su mirada era filosa, parecía atravesarles hasta el alma, era el Caballero, Santo Dorado de Capricornio, El Cid. Salieron corriendo asustados. Cianita había sentido su presencia antes que llegara a su lado, se dio vuelta para poder mirarlo y su sonrisa se hizo más ancha y brillante de lo que ya era, hace dos semanas que no lo veía, dos semanas de martirio que hoy era aliviado.
- ¡¡El Cid!! - Lo abrazó con fuerza, sabiendo que podía, porque no había gente en el camino. Él posó su mano en la tierna cabeza de su amiga, como siempre lo hacía. Ella lo conocía a la perfección y no era mucho de contacto físico, por lo que se separó rápido de él.
- Cianita ¿Te hicieron algo? -Preguntó serio. Ella negó con la cabeza.
- Nop hihi~ y dudo que se atrevan siquiera mirarme ahora con el buen susto que les diste, graciaas~ - Dijo cantando - debería darte algo como agradecimiento... mmm... podría darte un beso - Se acercó a él de forma coqueta. Éste era bastante más alto que ella y la miró desde arriba sin que se le moviera un pelo - Era una broma, que serio. Compré café y hoy bien temprano hice un kuchen de pera, mi especialidad. ¡Vamos! - Él la siguió sin decir nada mientras la escuchaba contarle las cosas que hizo y pasaron estas dos semanas. Cianita hablaba mucho, pero no le molestaba, al contrario, le fascinaba oír su voz, ver sus labios moverse y sus ojos brillantes, le gustaba ver y oír todo de ella, más bien: Le gustaba ella. Cuando le hacía esas provocaciones como ofrecerle besos u otras cosas con un poco de carácter más sexual, tenía que hacer uso de todo su control para parecer que estaba tranquilo, cuando en verdad no lo estaba para nada, pero sabía que lo decía de broma, aunque también lo confundía.
Llegaron ambos al Santuario y entraron a la casa de la chica, en donde ella preparó café y se sentaron a compartir el kuchen. El Cid se sacó su armadura mientras él le terminaba de relatar su travesía.- Y como sé que el primer viernes del mes bajas a Rodorio, le dije a Sísifo que se adelantara y te busqué como prometí.- Le dijo para luego comer del exquisito postre.
- Siempre te digo que no hagas esas promesas. Si algo hiciera que te retrasaras te quedarías con la culpa y no quiero eso.-
- Si las hago es porque las cumpliré.- Le respondió serio. Ella le sonrió muy tierna.
- No puedo decir nada contra eso, debido a que es cierto. Nunca me has fallado.- Él le sonrió de vuelta satisfecho por escuchar eso. Ella era prácticamente la única persona a la que le sonreía y con la única que alguna vez rio.- Ahora, volvamos a los dioses que investigas. Me interesa mucho. Está muy loco todo eso.- Le dijo animada.
- Hijos de Hypnos, el sueño en sí, que junto a su gemelo Thanatos, la muerte, son los dioses consejeros de Hades. Tiene miles de hijos, los principales son cinco: Morfeo, Phantasos, Íquelos, Oneiros y Phobetor.- Contaba serio. Cianita estaba fascinada, siempre fue muy curiosa y le encantaban las historias y las mitologías. De repente tocaron a la puerta y la chica fue a abrir.
- Buenas tardes.- Saludó con una sonrisa quien estaba fuera.
- ¡Sísifo! Hola. Ven, pasa.- El Cid vio que la muchacha tomaba la mano de su amigo y le sonreía, desde hace un tiempo tenía la impresión que a ella le atraía Sísifo, mas nunca ha estado seguro de ello, ya que Cianita siempre ha sido muy de piel, alegre y cariñosa. No estaba celoso de Sagitario, pero sentía un pequeño peso en el corazón cada vez que veía situaciones así.
- Muchas gracias, pero no podré. Vine a buscar a El Cid, tenemos que presentarnos ante el Patriarca.- Dijo dirigiendo su mirada a Capricornio, a lo que éste se levantó de la mesa y tomó la pandora box de su armadura.
- Entiendo. Igual quedas invitado para después. Hice kuchen de pera.-
- Gracias. Entonces vendré más tarde.- El Cid se puso al lado de su amiga.
- Muchas gracias por todo.-
- Cuando quieras.- La chica los vio irse sonriente y luego se adentró en su casa. Retiró lo sucio de la mesa y se dio cuenta que su amigo había dejado un poco de café en su taza. La tomó en sus manos y se rio, aún estaba tibio. Miró para todas partes por si había alguien viéndola, claro que no había nadie, y bebió del café por donde los labios de El Cid habían estado. Sonrojada pensó que debía de verse muy tonta, pero no le importaba, sería un secreto al igual que lo que sentía verdaderamente por él.
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- Han hecho un excelente trabajo. Ahora pueden ir a descansar.-
- Gracias Patriarca.- Los Santos de Sagitario y Capricornio se levantaron y abandonaron el Salón. Bajaron por Piscis y Acuario hasta llegar a Capricornio.- ¿Qué harás ahora?.- Le preguntó Sísifo.
- Entrenaré un rato.- Le respondió serio.
- Acabamos de llegar, deberías descansar.- El Cid empezó a caminar hacia su zona de entrenamiento.- Podrías acompañarme a ver a Cianita.- El Caballero paró su andar y su amigo pudo ver un brillo especial en sus afilados ojos.- Sé que te agrada estar con ella, es la única persona a la que buscas. Vamos, será divertido y te relajarás un poco.- El guardián de la décima casa observó el sol en el horizonte, aún le quedaban un par de horas antes de que el sol se pusiera. Sísifo tenía razón, le complacía la compañía de su amiga, pero tenía una promesa que cumplir, una promesa con el Santuario, con sí mismo y con Cianita, y hasta que no la cumpliera no podía estarse tranquilo. Siguió su camino dejando al Santo de Sagitario atrás, que solo miró como se alejaba con un poco de preocupación por su amigo y luego se dispuso a bajar las casas para visitar a la chica.
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La imagen de la portada la saqué de esta cuenta de twitter.
Gracias por interesarse en esta historia y espero que les guste. 💕
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¿Sin Ti? No, Gracias// TLC
Romance◇ Santo Dorado de Capricornio, El Cid, un hombre duro, frío y de alma filosa. Cianita, una chica alegre, cálida y sociable. Ambos son amigos de la infancia, pero que ocultan lo que verdaderamente sienten. Tienen una historia oscura detrás y cada uno...