Casi un año desde que había comenzado a vivir en la casa de la familia de Cianita, ahora era todo un prodigio en el arte de la espada, puesto que el padre le había enseñado todas las técnicas que conocía, hasta le enseñó a cómo usar una katana. También había aprendido todo sobre la herrería y hoy había acompañado a los hermanos y padre de su amiga a entregar un pedido enorme a la ciudad de Barcelona, de la cual eran ciudadanos, pero vivían fuera de ella. La ciudad era muy bonita, a él le gustaba mucho, en especial el mar. Tenían que llevar el montón de armas hasta el puerto y le alegraba, podía ver ahí a los capitanes de los barcos, oficiales y mensajeros del Rey y guerreros que venían de las Américas.
Él tuvo que quedarse esperando en la playa, pero no le importaba, podía deleitarse con la vista de los barcos en el mar. Estaba tan embelesado, que no se dio cuenta de que alguien se había sentado al lado suyo.
- Es una bonita mañana ¿no crees? - Se asustó al escuchar una voz desconocida tan cerca suyo. Cuando se giró vio a un anciano, su cabello era plateado y largo, vestía una túnica blanca con bordados y llevaba encima collares de oro. Se veía como alguien importante.
- Sí.-
- El mar está tranquilo, mas puede cambiar en cualquier momento. Es demasiado inquieto. Aún así es hermoso.- El anciano tenía razón. Eso le recordó a alguien y sin darse cuenta sonrió.- ¿Qué es lo que te da risa? - Le preguntó también sonriente.
- Siempre lo he relacionado con mi mejor amiga. Creo que lo que dijo también va para ella.-
- ¿Cómo se llama? -
- Cianita, como el mineral.-
- Es un nombre peculiar ¿por qué se llama así? -
- Me contaron que su madre estaba sola cuando comenzó el parto y que le fue muy complicado, pero entró al taller de su esposo y se agachó al lado de un montón de cianita, ahí pudo tenerla por fin. Ella dijo que el mineral le dio fuerza y por eso la nombraron así.- Contestó feliz.
- La madre tierra es una fuente de vida y fuerza, en especial si tienes una profunda conexión con ella y tengo entendido que los americanos son sus fieles adoradores.- Realmente era un viejo sabio, el padre también le había dicho eso... pero ¿cómo sabía que fue una mujer americana? - Veo que le tienes mucho cariño a tu amiga. Dime ¿Quieres protegerla? -
- Por supuesto, le hice una promesa.- El anciano le sonrió y acarició su pequeña cabeza, luego se levantó con la mirada en el mar.
- Entonces tienes que volver.- ¿A qué se refería con eso? - Esa pequeña ahora está en un gran peligro, sufriendo. Yo le diré a tu maestro, toma uno de los caballos de la carreta y corre a la casa.- Ahora estaba serio ¿por qué sentía que tenía que hacerlo? No lo conocía, quizás era solo una trampa para robarle... pero...- ¡¿Por qué sigues aquí?! ¡Corre! - Ya no le importaba. Sentía que le aplastaban la cabeza y una tremenda preocupación lo cubrió por completo. Un joven tenía el caballo listo, mas no se paró a saber quien era y subió al caballo. Se fue tan rápido que llegó en poco menos de una hora, cuando generalmente se demoraban casi dos a ritmo normal. Tomó atajos que solo él y Cianita conocían, ya que se la pasaban jugando en el bosque.
Llegó por fin a la casa, no había nadie fuera. Bajó con cuidado, tratando de no hacer ruido. De repente ¡un pequeño grito!. Entró corriendo a la residencia...
Y lo vio.
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- Buenos días, Cianita.-
- ¡Patriarca, hola! - Contestó abrazándolo. A Sage no le molestaba, desde que la conocía siempre lo hacía cuando la visitaba y todos lo sabían, aunque algunas servidoras del Santuario chismoseaban diciendo que la chica le cumplía "favores" para ganarse cosas y la confianza del Patriarca. Tanto él como ella conocían esos rumores, pero ninguno los atendía, ellos sabían cómo era su relación y les daba lo mismo lo que el resto dijera. Él correspondió el abrazo para luego entrar a la casa.
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¿Sin Ti? No, Gracias// TLC
Romance◇ Santo Dorado de Capricornio, El Cid, un hombre duro, frío y de alma filosa. Cianita, una chica alegre, cálida y sociable. Ambos son amigos de la infancia, pero que ocultan lo que verdaderamente sienten. Tienen una historia oscura detrás y cada uno...