En un principio, nada le pareció extraño, más que la suavidad de las sábanas de seda y el techo de un cielo azul marino y estrellado, las motas como soles en una noche artificial. Pero tras unos momentos, ya lúcida, alzó la cabeza y descubrió que no solo aquella cama no era la suya, sino que tampoco la enagua que la vestía, la habitación, ni el pueblo, y quizás ni siquiera el mundo en que se había despertado.
La noche anterior, apenas hubo ingresado al lugar cayó desmayada por la fatiga. En su estado de semiinconsciencia había oído voces, intercambios, palabras y fragmentos; hablaban de ella, y manos y personas la arrastraban de aquí para allá. Poco registraba ya que parecía otro sueño. La cambiaron y vistieron ya que su camisón estaba muy sucio para dormir con él puesto, y la ayudaron a acostarse en el mullido colchón.
Recuperó la conciencia poco antes del amanecer. Luces del alba, familiares pero ajenas, iluminaban la habitación ornamentada en la que la habían puesto la noche anterior. Había intentado ignorar la migraña que se había asentado.
Fue en ese momento cuando cayó en la cuenta de que todo lo que había pasado la noche anterior era, efectivamente, real. Nombres, voces, conversaciones y hechos cruzaron su mente, su memoria, principalmente la lucha con la bestia y la huida del claro hacia un lugar supuestamente más seguro pero igual de desconocido para ella. Gina se incorporó en la cama lentamente cuando una mucama tocó la puerta de la habitación y se adentró en ella, preguntándole si se encontraba mejor, y la joven pelirroja, ante la presencia de otra persona con ella, finalmente gritó en horror.
En toda su estancia en ese extraño lugar, desde que se había dormido en la biblioteca y despertado en un claro crepuscular, no había asimilado en que todo aquello era evidentemente más que un sueño. Solo fue con esa sonrisa amigable y preguntas curiosas -tratándola como una princesa que se había perdido o un simple invitado de alta categoría- que Gina descubrió que su mente no le había estado haciendo ningún truco realmente. Mientras hacía gestos de espanto y balbuceaba palabras extrañas, le dieron maníacas ganas de reír, pues era todo tan ridículo y estresante al mismo tiempo que su mente ya perturbada no la dejaba comportarse de manera normal. Su cabeza latía, la migraña intensificada.
Entonces, saltó de la cama y huyó, ignorando los llamados de la mucama y los pasos pesados de guardias en la puerta de su habitación. Corrió con toda su fuerza, toda su energía, y descubrió que en situaciones de crisis, era mucho más veloz de lo que creía. Salió de la gran casa, casi del tamaño de un palacio, solo que menos lujosa, y se encontró en medio del pueblo improvisado. Gente paseando por caminos de tierra, portando canastas y vasijas, herreros moldeaban espadas de hierro, y carretas se manejaban con una cosecha recién llegada de algún campo. Artesanos, campesinos, granjeros, doncellas y guerreros.
Gina se detuvo, intentando recuperar el aliento, cuando por fin miró a su alrededor. Creyó que estaba cada vez más loca al estar viendo un lugar salido dignamente de una película de género medieval, y contempló con estupefacción la escena. Algunos se voltearon a verla, otros la ignoraron, pero ninguno dejó de hacer lo que estaba haciendo. Parecían ajetreados.
Continuó su carrera y salió al bosque que rodeaba al pueblo. ¿Dónde demonios estaba? Un nombre cruzó su mente. Aegus. Seguramente tenía más respuestas para ella que las pocas que había dado la noche anterior.
Al detenerse, esperando que nadie la encontrara al mismo tiempo que deseaba que alguien apareciera y le explicara todo, se sentó en el suelo y recostó la espalda contra un árbol en un intento por ocultarse. Sintió una especie de deja vu al recordar, no sin algo de gracia, que irónicamente así había terminado también horas antes tras perderse en el bosque. Cerró los ojos, derrotada, y suspiró. Pero al abrirlos, notó algo que no había visto antes, y con curiosidad y esperanza aflorando en su pecho, volvió a ponerse de pie.
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Fantasia
FantasíaGina se encuentra en una situación difícil en su vida; tras la muerte de su madre, ella junto a su hermano, JC, son enviados a vivir con su padre. Años pasaron desde la última vez que alguno de los dos vio el rostro de aquel hombre, y la tensión pue...