Aegus la acompañó fuera del pueblo en que Gina había estado viviendo las últimas semanas y se dirigieron a los bosques. Por su parte, Fiore había dicho que los encontraría cuando verificara un par de cuestiones, y aún no habían vuelto a ver al hada en ningún lado.
Gina, contra todos sus instintos, dignos de haber viajado con precaución en calles de grandes ciudades y de saber lo que le pasaba a la gente todos los días en su mundo, intentó confiar en él. Además, pecaba de confianzuda; había creído en la palabra de Edlen, de Leret, y hasta del hada. No era raro de ella que ignorara esos supuestos instintos, al punto que pareciera no tenerlos. Sí, nunca había previsto encontrarse en una situación que debiera defenderse, por más que su estómago se estrujara ante ciertos escenarios o que su mente repitiera sin parar que algo podría pasar. Ignoraba todo, porque sabía que si hacía caso a su mente, por más razón que tuviera, terminaría cayendo en espiral dentro de un pozo de ansiedad, con un ataque de pánico que era propensa a tener y que la inmovilizaría aún más de lo que lo estaría haciéndose la tonta ante sus preocupaciones.
Siempre había sido así, e incluso en su complicada situación, le era difícil parar. Ya no era el peligro normal, de caminar por la calle rodeada de extraños, o las preocupaciones casuales al conocer a alguien nuevo que podría lastimarte. Ser de aquella forma le había ganado malas pasadas en la escuela. Creía en la gente, se amigaba rápidamente, solo para descubrir que el sentimiento no era mutuo y que estaba siendo utilizada.
Pero ahora aquello era peor, pues no tenía a su familia cerca para protegerla, o podía volver a su casa a dormir y olvidar sus malas pasadas. Estaba en un lugar completamente desconocido, otro mundo según las palabras del hada, conociendo extraños a cada minuto e intentando confiar y sobrevivir lo más que pueda. Hacerse la tonta ya no era una mala costumbre de Gina; había transformado en un arte el ignorar sus preocupaciones.
Además, Aegus la había salvado ya dos veces, y no parecía tener ninguna intención más que hacerla sentir cómoda y protegida. Parecía saber que detrás de sus decisiones apresuradas, Gina igual tenía miedo, como cualquier persona sensata. Y volvió a demostrarle que sus intenciones eran buenas cuando le dijo que, tras explicarle lo que quisiera y necesitara saber, era libre de ir con él, o volver al pueblo y seguir con su vida, como si aquella conversación nunca hubiera pasado.
- De todas formas tengo que buscar otro trabajo -rió Gina con ironía, sentada frente a la fogata que Aegus había improvisado. Estaba anocheciendo, y el joven había logrado conseguir algo en el pueblo para cenar aquella noche.
- Si quieres volver con ella, no puedo impedírtelo -se encogió de hombros el guerrero, sonriendo también. Le tendió un cuenco con un trozo de pan y queso, frescos de aquél día, y algunas frutas-. Pero sí, creo que sería conveniente buscar otro lugar -rió por lo bajo.
Gina, al verlo tan despreocupado en ese momento, un lado de él que no había visto hasta ese momento, no pudo evitar comenzar a preguntarse sobre el chico. ¿Por qué parecía evitar a toda costa la atención de otras personas? El joven había sido un misterio para ella desde el momento en que lo había conocido. Era serio, centrado en sus objetivos, un gran luchador y al mismo tiempo, despreocupado y risueño cuando la tensión del momento se desvanecía.
Por lo menos, aquella impresión le había dado a ella; por un lado, allí se encontraba, risueño e intentando animar a Gina tras lo que había sucedido, y a la vez, cuando lo había visto con Eric, toda la caminata había sido tensa, pues la alarma de los jóvenes no podía dispersarse con huargos a sus espaldas y una joven al borde del desmayo.
Se sentía algo avergonzada de haberlos conocido en aquél estado, aterrorizada, lívida y confundida.
Aegus se estiró con un suspiro. No pudo evitar contemplar cómo se acomodaba frente a la fogata y probaba la comida de su propio cuenco. Le picaba la curiosidad, realmente; Aegus la conocía muy poco y, sin embargo, cada vez que se encontraban la cuidaba demasiado sin razón alguna.

ESTÁS LEYENDO
Fantasia
FantasyGina se encuentra en una situación difícil en su vida; tras la muerte de su madre, ella junto a su hermano, JC, son enviados a vivir con su padre. Años pasaron desde la última vez que alguno de los dos vio el rostro de aquel hombre, y la tensión pue...