Flashfoward

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Hacía frío en la habitación.

Era de esos días lluviosos de febrero, en los que solo te apetecía quedarte en casa. Aunque ahora era de noche y no podía dormir.

Karma se retorció a mi lado y se deshizo de mi abrazo. Ahora la tenía de frente, respirando lentamente. Aparté los mechones que se habían escapado de su coleta y vi que tenía las mejillas sonrosadas.

Parecía mentira que alguien con tanta energía como ella pudiera hacer algo tan tranquilo como dormir. Me gustaba mirarla mientras lo hacía, por muy raro que sonara. Llevaba bastante tiempo haciéndolo y no me cansaba.

Escuché cómo alguien tiraba de la cadena del váter. Supuse que era Ezra. De repente me puse tenso, a sabiendas de lo que vendría. Si yo había escuchado la cadena del váter, entonces...

Alguien empezó a berrear a mi derecha. Karma abrió los ojos nerviosa y me miró.

—¿Qué...? —preguntó mientras hacía un puchero.

—No te preocupes, ya me levanto yo —susurré —. Tú descansa.

Besé su frente y ella volvió a cerrar los ojos. Pese a que me costó, aparté las sábanas y me levanté. Todo estaba a oscuras, así que me dejé guiar por el oído.

Llegué hasta la cuna que había junto a la ventana. El bebé que había dentro de ella se retorció mientras lloraba, moviendo los puños.

Sonreí mientras le cogía en brazos. Paseé y le acuné. Él me miraba curioso. Y así nos quedamos hasta que, por fin, volvió a dormirse.

Cuando le dejé en la cuna de nuevo, solo pude pensar en una cosa.

Karma y él son iguales mientras duermen.

Latch | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora