Seasons I

2.7K 330 30
                                    

Por lo general, cuando te imaginas una primera cita con la chica que te gusta *, no esperas conocer a los padres de esta. Y menos cuando son madres, no padres.

Karma no tardó mucho en venir a buscarme. Cuando llegó a la entrada, me silbó y yo bajé las escaleras corriendo, cual perrito faldero. A mi hermano le había hecho gracia. A mis padres no tanta, pero ¿cuándo me importaba a mí su opinión?

Iba en una camioneta roja, algo destartalada, pero por alguna extraña razón tenía ese algo propio de Karma. Quien, por cierto, se había cambiado de ropa. Ahora llevaba un vestido floreado y unas botas al estilo cowboy. Demasiado veraniega para la tormenta que estaba seguro que iba a caer.

De camino a su casa, me habló de sus madres. Autumn y Summer. Su historia era... Bonita. Propia de un libro.

Seguía sin comprender cómo había gente, como mis padres, que no aprobaba ese tipo de amor. Siempre había pensado que la sociedad no debería definir qué estaba bien o mal es lo que a relaciones sanas respectaba. Y menos cuando se trataba de personas enamorándose de personas.

—Hay una cosa que mis madres se dicen entre ellas... —comentó mientras maniobraba para aparcar frente a una casa de madera —. Es algo así como: "Las estaciones pueden cambiar, de otoño a verano. Pero yo te querré siempre". Es bastante pasteloso.

—¿Como yo? —pregunté con sorna.

Una risa escapó entre sus labios.

—Exactamente como tú —paró el coche y echó el freno de mano. Se recostó en el asiento y me miró con intensidad —. Su historia es lo único que me hace creer en el amor verdadero, en que dos personas pueden salvarse mutuamente.

—¿Tú quieres algo así?

Sus ojos brillaron.

Mi garganta se secó.

Espero tener algo así. Pero también soy realista. Sé que no todo el mundo lo tiene.

Y entonces, como había supuesto, se puso a llover. Pese a que el camino del coche a la casa de madera no era muy largo, la dejé mi chaqueta para que no se mojara. A mí no me importaba mojarme. Me gustaba.

Cuando entramos en la casa, pude sentir la calidez de un hogar. Y no me refería a la calefacción. Era algo relacionado con el ambiente, con los sentimientos. No como en mi casa, donde todo era frío.

Una mujer vino a recibirnos. Guardaba cierto parecido con Karma, pero más bien en lo que respectaba a los gestos, como su forma de sonreírme o de moverse. Lo curioso de ella era que tenía cada centímetro de piel cubierto de pecas. Y que llevaba unas botas militares negras.

—Así que tú eres Drew —dijo con un tono de voz tan dulce que me hizo sonrojar —. Yo soy Summer, una de las madres de Karma.

—Encantado.

No supe muy bien qué hacer, por lo que acabé ofreciéndole mi mano. Ella, entre risas, imitó mi gesto.

—Supongo que te quedarás a cenar, ¿no? Van a venir los tíos de Karma y tenemos comida de sobra.

Estaba deseando decir que sí, pero antes miré a Karma esperando su aprobación. Ella asintió levemente, así que acabé soltando un sí bastante alegre.

Karma no tardó en arrastrarme hasta su habitación. Aunque bueno, habitación era el espacio enano donde dormía yo, no la planta que tenía para ella sola. Se trataba de una buhardilla hecha habitación, con grandes ventanas en el techo por las que se apreciaba a la perfección la tormenta. No tenía muchas cosas: un colchón con muchos cojines tirado en el suelo, columnas de libros y discos de vinilo, y un escritorio de madera con una silla a juego.

—Bienvenido a mi guarida —dijo extendiendo los brazos y dando vueltas como una niña.

No pude evitar soltar un silbido.

—Ojalá yo con una habitación como esta.

Karma paró de repente, solo para guiñarme in ojo.

—Estás invitado siempre que quieras.

—¿Eso quiere decir qué puedo venir cuando me dé la gana?

—Exacto —respondió.

—¿Y si vengo a las cuatro de la mañana? —seguí preguntando.

—Te gruñiré por haberme despertado, pero te dejaré pasar.

Compartimos una sonrisa cómplice, que no hizo más que hacerme sentir lleno.

A partir de ese momento, nos limitamos a escuchar vinilos de The Beatles y criticar las muchas cosas que no nos gustaban del instituto o de la sociedad en general.

Hablar con Karma era bastante guay.

Al final, acabamos los dos tumbados en la cama. Ella con los ojos cerrados, yo mirándola a ella. Estaba sonando Across the universe y eso, sumado al ruido de las gotas cayendo sobre el tejado, hizo aun más perfecto el momento.

De pronto, las pisadas de alguien subiendo las escaleras consiguieron que Karma abriera los ojos. Para cuando la puerta se abrió, ella se estaba abalanzando sobre un hombre más bien alto y de apariencia intimidante.

—¡Thomas! —exclamó.

Recordé que su madre había mencionado algo de un tío.

Su piel era morena, en contraste con su melena rubia, recogida en un moño. Así, a primera vista, parece un surfero. Porque, aunque supuse que sería más mayor, cualquiera le tomaría por un treintañero.

—¿Cómo está mi sobrina favorita?

Tras una charla tío-sobrina, Thomas reparó en mi presencia. En que estaba en la cama de Karma, para ser más exactos. En un principio frunció el ceño de tal forma que se me pusieron de corbata. Pero en cuanto le vi sonreír, me relajé. Tenía la misma sonrisa que Karma.

—Thomas, tío de Karma y el que te destrozará si rompes el corazón de mi sobrina —se presentó en tono de broma.

Aun así, Karma le echó a empujones de la habitación.

—¡Yo soy Drew! —grité mientras Karma cerraba la puerta.

Karma se apoyó comtra la puerta y suspiró sonriente.

—Parece ser que llevamos toda una tarde escuchando música y hablando —susurró —. Se me ha pasado muy rápido.

—A mí igual.

—Supongo que la cena ya estará. ¿Preparado para conocer a mi familia?

Asentí y, por un momento, solo pude pensar que estaría preparado para cualquier cosa siempre y cuando estuviera con Karma. Y eso me asustó a la par que me gustó.

*(A estas alturas, veía necesario admitir que sí, Karma me gustaba. Y mucho.)

Latch | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora