1. La primera noche juntos luego de tanto

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Antes que nada, lo puse también en la sinopsis, pero igual.

Créditos por la portada a: MSCordoba

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Nos encontrábamos en la cama, luego de la pequeña celebración que habíamos tenido en mi estudio y luego también en el dormitorio, aun me encontraba por completo desnudo y Anthea igual, pero a diferencia de mí, ella se hallaba dormida, aquello mientras que yo intentaba no moverme demasiado para no despertarla o incomodarla de ese sueño que bien merecido tenía.

Nosotros al fin volvíamos a estar juntos como pareja luego de varios meses de estar cada uno por su lado, sin hablar con el otro a menos que fuese por algo estrictamente profesional. Y mentiría si dijese que no me sentía bien de volver a tenerla conmigo de forma sentimental, acurrucada a mi lado mientras yo tan sólo la abrazaba, y jamás creí que diría esto; pero era una sensación muy agradable luego de tanto tiempo.

Comencé a sentir como Alice se removía lentamente a mi lado, despertándose mientras se iba girando con precaución hasta quedar de frente conmigo.

—¿No puedes dormir? —preguntó con voz algo ronca al tiempo que sus ojos comenzaban a abrirse, dejando ver un brillo entre la tenue oscuridad que había en todo el dormitorio.

—Insomnio, nada nuevo, lo siento si te desperté—me disculpé, como era habitual desde que habíamos dormido juntos por primera vez.

—Descuida, suena estúpido, pero creo que había extrañado tu falta de sueño—dijo entremezclando un bostezo que censuró tras su mano—. ¿Charla de almohada entonces?

—Charla de almohada.

—Extrañaba esto, ¿sabes? —preguntó de forma retórica mientras veía hacia la ventana— tú, yo, juntos sin remordimiento, simplemente acostados en la cama charlando.

—Lo sé, y mentiría si dijera que yo no siento lo mismo.

Hubo un pequeño silencio entre nosotros, y Alice aprovechó para reacomodarse conmigo, dejando descansar una de sus piernas por sobre mi cadera y sus brazos rodeando mi torso, mientras yo me quedaba boca arriba, viendo las sombras que se creaban en el techo gracias a la luz que la luna reflejaba, aunque la luz no fuese de la luna como tal, claramente.

Dejé escapar un suspiro en mitad de la oscuridad. Sí, la tarde anterior había sido increíble, pero de igual forma continuaba habiendo algo amargo en mi vida, y ese algo; era mi hermano.

—¿Estás bien? —preguntó ella mientras comenzaba a acariciar mi pecho con suavidad.

—Sí, descuida, solo pensaba en Sherlock.

—¿Quieres hablarlo? Es decir, simplemente quiero saber si te sietes preparado para mañana—preguntó, era casi inevitable que no lo hiciera, y aquello no me molestaba, no del todo, es decir, Alice simplemente se preocupaba por mí, y viceversa, lo que sí me incomodaba o aturdía, hasta cierto punto, era que yo no sabía qué debía responderle, nunca lo sabía, no cuando se trataba de mis emociones o sentimientos.

"¿Qué debería responderle?"

Aquello siempre me era un problema, y no solo con ella, también cuando mi madre me preguntaba por cosas de ese estilo, tenía ganas de que un conflicto estallara y me librase de esa charla, porque yo no tenía idea de cómo hablar de mis sentimientos sin que unas cuantas copas de más estuviesen involucradas, porque sí, le podía decir a Alice que la amaba, pero no iba más allá de ello.

Así que no, no tenía idea sobre qué responder.

—En realidad, no tengo nada clara al respecto, es decir, me siento algo mareado por todo lo que ha estado ocurriendo, pero a la vez, sé que es algo que debe suceder, y que no puedo evitar, no esta vez—susurré lo último, como evitando que ella lo oyera, sentía como Alice acomodaba mejor su cabeza sobre mí, generando que su cabello hiciera un leve cosquilleo en mi pecho y parte de mi cuello mientras me oía.

"Creo que esto es lo mejor que puedo decir, y estoy seguro de que lo sabes".

—Comprendo, es una situación fuerte, y es entendible el que estés aturdido—asentí mínimamente con mi cabeza, para enseguida volver a oírla—. Pero cualquier cosa, sabes que estaré para ti, cielo, por si quieres hablar, o si simplemente necesitas un abrazo—sonrió con ternura—yo siempre estaré allí.

—Lo sé, y me cuesta decirlo, pero sabes que agradezco que así sea—contesté casi en un susurro, uno que se perdió en la fría noche de invierno—. Ahora si pudiéramos cambiar totalmente de tema, sería mucho mejor, no siento deseo de hablar de mi hermano o del trabajo, no ahora.

—Entiendo, ¿de qué quieres hablar? Ya que ninguno parece poder dormirse.

—No lo sé—dije, era cierto que no quería hablar de aquello otro, pero tampoco tenía muchos más temas en aquel momento, ese asunto abarcaba toda mi mente, era molesto, aunque también, como Alice dijo, era entendible—. Bueno, no sé de qué hablar, así que; ¿te gustó? Y sabes de qué estoy hablando—oí una risa suave y pausada por parte de ella, aquello para luego darme una respuesta.

—Sabes que sí, contigo siempre es así—y luego agregó—y admito que no me vino mal después de tanto tiempo.

—Me alegra que así sea, aunque creo que tres veces fue algo innecesario, con una hubiese bastado, más aún porque mañana tu cadera dolerá bastante—oí su risa mientras golpeaba con cariño mi pecho, a modo de regaño—pero no me arrepiento.

—Yo tampoco, y fuiste tú quien quiso repetir, no yo—habló viéndome desde un ángulo bajo, a lo cual le devolví la mirada.

El cabello desaliñado, la sonrisa semi dormida en esos labios gruesos y oscuros, ese brillo en sus ojos, la forma en la que me veía, y como toque final, el estar desnuda y acurrucada conmigo.

"Toda ella es tan hermosa, en todas las facetas que la palabra puede abarcar, ¿por qué diablos fui tan imbécil de alejarla de mí?"

—Te extrañé mucho—dijo con calma, regalándome una pequeña sonrisa curvada en sus labios.

—No eres la única.

Vi como Thea comenzaba a incorporarse, jalando de la sabana para así cubrirse a medida que se sentaba a horcajadas sobre mis piernas

—Jamás te imaginé así, es decir, los hicimos tres veces en una noche, nunca creí que tuvieras tanto aguante y fueras tan eficiente a la vez.

Yo la vi sin responder, y es que me era difícil no verla, ella aun continuaba desnuda, y la poca luz que entraba ya me dejaba ver lo suficiente, con esa poca nitidez a mí ya me bastaba, ¿y es que ¿Cómo podía yo haberle dicho que no a esa figura? Si hubiese sido por mí, lo habríamos hecho cuatro veces, pero, aun así, esperaba que aquel ataque de lujuria no se me volviera a dar, porque por más que no pareciera, yo jamás era así, con una vez en la noche ya me bastaba, a ambos de hecho.

—¿Acaso usted dudaba de mí, señorita Hoffman? —pregunté con fingida ofensa.

—Quizás un poco, señor Holmes, pero siento mucho haber vacilado—yo tan sólo me limité a sonreírle, viendo que ella hacía lo mismo—. Bien, ya deberíamos dormir, Myc, mañana debemos madrugar.

—Sí, tienes razón en ello—Thea volvió a acomodarse a mi lado, a lo que yo respondí abrazándola, como ya era costumbre—que descanses, cariño.

—Tú igual.

Ella cerró sus ojos, y aunque yo lejos estaba de dormirme, no quise preocuparla con problemas cuando recién acabábamos de regresar juntos, pero la idea de mandar a la muerte a mi pequeño hermano me carcomía por dentro cada vez más, si bien yo había podido lidiar con lo de Eurus solo y durante tantos años, sin que, hasta aquella fecha, nadie se enterara, Sherlock era un caso distinto, y jamás lo diría en voz alta, pero la idea de verlo irse para jamás regresar era algo que me estaba matando cada vez que lo pensaba, quería dejar de darle vueltas al asunto, pero mal o bien, él era mi hermano menor, a quien yo había jurado proteger desde niño, y el hecho de que yo fuese quien lo sentenciaba a su muerte no era el mejor pensamiento antes de dormir, aquello había escapado de mis manos, y yo ya no tenía de otra que; dicho de manera brusca, asesinar a mi propio hermano. Tendría que suceder un milagro para que aquello no se ejecutara, y yo bien sabía que los milagros ya no existían, ¿o quizás sí? 

¿Pequeño gran error? [Mythea Shipp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora