5. Segundas opiniones

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Anthea.

Era fin de semana y me encontraba en casa de Jamie, habíamos quedado en que yo iría a su casa y le pasaría el informe sobre la noticia y el cómo se la había tomado Mycroft, aunque en realidad, no sabía muy bien cómo se lo diría o qué debía decirle, porque él no se lo había tomado de una forma que denotara alguna clase de emoción, más bien, se había mantenido rígido y sereno, sin siquiera demostrar el menor rastro de miedo, enojo, felicidad o tristeza, absolutamente nada.

—¿Entonces, ¿Cómo se lo tomó? —preguntó la rubia mientras dejaba el monitor de bebé sobre la mesita del living, aquello dado que Hope acababa de dormirse luego de algunas horas de feroz lucha contra el sueño.

—Si te soy sincera; no lo sé con claridad—dije desviando mi mirada de sobre la de ella, en aquel momento no quería verla—él no se entristeció, ni se puso feliz, tampoco enojado, simplemente no demostró emoción alguna, sólo se mantuvo tranquilo.

—Pero eso es algo normal en él, ¿no? Es decir, he hablado con Einstein muchas veces a lo largo de los años, y él rara vez muestra alguna emoción.

—Sí, en eso tienes razón, pero yo creí que al menos se frustraría con la noticia, pero, en cambio, no sucedió nada, él sólo se quedó allí, sin siquiera sentir o denotar alguna alteración, él simplemente dijo no saber qué hacer, y la verdad es que lo entiendo.

Jamie se levantó al oír el chiflido que indicaba que el agua había hervido, y regresó de la cocina con dos tazas de té, dejó ambas infusiones calientes y humeantes sobre la mesita, para enseguida continuar hablando del tema, tema que me carcomía cada vez más.

—Alice, creo que es una reacción normal, después de todo, es una noticia grande para él—y corrigiéndose—bueno, para ambos. Mi punto es que ustedes no buscaban un bebé, es normal no saber cómo sentirse al tener la llegada de uno—explicó con calma mi amiga, se había vuelto mucho más comprensiva con el tiempo, y me gustaba el hecho de que apoyara tanto a Mycroft como a mí, era agradable que no le echara enojo a ninguno de los dos, parecía que había madurado bastante con el correr de los años.

—Te doy la razón en eso también—cedía antes de beber un sorbo de té, el líquido caliente recorrió mi cuerpo, ayudando a que mi mente se alejara de la casa de los Tyler por unos segundos, pensando en todo lo que sucedería a futuro, todos los cambios que mi cuerpo y mi mente sufrirían, no me sentía lista para aquello. Y hubo un momento donde volví a oír aquellas palabras de Mycroft; "tampoco quiero dejarte", aquello me había dolido como nunca antes, pero entendía si él prefería alejarse, después de todo, estaba en su derecho hacerlo, aunque me doliera terriblemente.

Un llanto de bebé me quitó de mi mente, Jamie se levantó y se dirigió hacia arriba con rapidez, volvió luego de un rato con su pequeña hija en brazos, meciéndola en busca de que se volviera a dormir.

—No se duerme si está en la cuna, necesita estar siempre en brazos—decía mientras la hamacaba con cuidado y calma—tan pequeña y con mañas.

—Es hermosa—dije casi en un susurro mientras la veía con una sonrisa. Tan pequeña, tan vulnerable, tan inocente, ella no tenía preocupaciones que no fueran comer y dormir, era la etapa más pacífica de todos ser humano.

—¿Verdad que sí? —y sonriéndome agregó—¿Sabes la ventaja de que tú estés embarazada? —negué mientras la veía, expectante de qué cosa buena podría salir de aquello—de que tu hijo o hija, crecerá junto al mío, y con suerte se harán amigos.

Sonreí ante el comentario tan inoportuno, si bien aquello era cierto, no era algo que se me hubiese cruzado por la cabeza en aquel tiempo, pero aun así era un comentario agradable, después de todo, que nuestros hijos también fuesen amigos era algo lindo de pensar.

¿Pequeño gran error? [Mythea Shipp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora