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El fin de semana había pasado sumamente rápido, sin novedades, todo seguía con normalidad en la vida de Tamara; su rutina era la misma todos los días, despertar, preparar las cosas para Emma  y luego pasar toda la tarde esperando a que su padre llegara con la cena. Esta era la manera en que las cosas funcionaban desde su cambio de hogar, si bien puede sonar algo triste o aburrido para muchos, para Tamara era un honor poder cuidar de su hermanita y ayudarla en lo que necesitara, de todas formas eso era mucho mejor a vivir con miedo de el regreso de su "madre", si es que así se le podía llamar.

El único momento en que la joven no debía seguir esta rutina y podía salir con mayor libertad eran ciertos domingos en los que su padre no tenía que trabajar; estos días los aprovechaba de la mejor manera, yendo a su café favorito, y no precisamente porque le gustara esta bebida, si no porque aquí se encontraba la persona que hizo latir su corazón, así es, Jackson, el camarero del lugar.

Hoy era uno de esos domingos y se encontraba alistándose para ir a la cafetería. A eso de las 6 de la tarde salió de casa imaginándose cómo sería este encuentro, siempre fantaseaba con las miles de escenas en donde ella declara sus sentimientos y estos fueran correspondidos, pero eso nunca pasaría; sus sentimientos sería su secreto y debía protegerlo. Fue así que llegó y entró con una sonrisa en su rostro al ver quién se encontraba trabajando.

-_Buenas tardes señorita, esperaba su visita.- Dice Jackson con tono gracioso.                                       
-_Jajaja ya lo sabes, siempre a las 6.- Contesta Tamara con una sonrisa.
-Ciertoentonces... smoothie de arándanos?
-_Ya conoces mi orden.
-_Hoy tengo mucho que contarte así que no te librarás tan fácil eh.- Comenta el chico antes de ir por la bebida.
-_No puedo esperar por saber de tu vida privada.- Responde Tamara sarcástica y Jackson solo ríe.

  Así se llevaban, eran como mejores amigos, y eso la deprimía un poco, pero con el hecho de poder pasar tiempo con él estaba bien por ahora; solo no quería perderlo. Para ella el chico era mucho más que un simple amor de adolescente, él fue su salvavidas, era su estrella favorita, era la luz que la alegraba siempre que podía; Tamara nunca olvidaría aquel día que la ayudó, cuando más necesitaba del calor de alguien ahí estuvo él para brindárselo, y tal vez sonaba algo insignificante, pero para la vida de Tamara significó un antes y después, un nuevo inicio. Por eso lo apreciaba tanto y esperaba nunca perderlo, pero la vida le enseñó que no es un cuento de hadas; en algún momento acabaría, no?

-_Aquí está su smoothie y un pequeño regalo de la casa.- Dice Jackson mientras dejaba la orden en la mesa para luego sentarse junto a la chica.
-_Está delicioso, como siempre, le pones alguna clase de droga o cómo lo haces para que esté tan bueno?- Pregunta mientras ríe.
-_Supongo que es un súper poder.- Responde con aires de grandeza.- o es que tú eres muy mala cocinera.- Dice mientras sube los hombros.
-_Ey! sé hacer tostadas.- Comenta orgullosa.
-_Como sea, tengo que contarte muchas cosas.- Emocionado comienza hablar.- El viernes una chica muy linda vino al café, era realmente simpática y parecía más o menos de tu edad.

Espera, ¿por qué Jackon le estaba contando esto? ¿acaso le había gustado aquella chica? ¿qué eran estos pensamientos y por qué de repente se sentía incómoda? No entendía nada, estos sentimientos eran nuevos para Tamara pero estaba segura de que no le gustaban.

-_ Tamara, me estás escuchando?- Anuncia Jackson mientras pasa su mano frente la cara de la chica.
-_Emh s-si.- Tamara dice mientras sale de su trance.
-_Entonces... como te decía, pasamos un buen rato aquí charlando, era encantadora y...
-_Lo lamento recordé que debo hacer algo, gracias, hablamos después.- Interrumpe abruptamente mientras deja el dinero sobre la mesa y sale a paso acelerado de la cafetería. 

¡¿Qué había sido eso?! No lo sabía, solo sintió la necesidad de salir corriendo de allí y siguió sus instintos. Se sentía, traicionada? No, no era eso, ellos no eran nada y obviamente Jackson tenía más amigas y estaba completamente bien, pero ¿por qué su corazón se sentía tan destrozado si solo mencionó que conoció a alguien linda? ¿Eran acaso esto los llamados celos?  Los celos son una mierda, pensó mientras caminaba. En eso se encontró con un pequeño parque con juegos y muchos niños corriendo felizmente mientras jugaban; le trajo recuerdos de su hermana y ella  cuando aún era una niña, todas las tardes luego de la escuela salían al parque frente a su casa y pasaban horas disfrutando juntas. Recordaba aquellos días con cariño y amargura a la vez, anhelaba poder hacer que su hermana viviera una mejor infancia, pero ya era muy tarde para ello, por eso siempre trataba de hacer todo lo posible para que su hermana tuviera buenos recuerdos, no como los de ella, sino unos más coloridos.

Teniendo todas estas cosas pasando por su mente se sentó en una banca y se dedicó a observar a los pequeños sonrientes, pero algo llamó su atención. Una risa particular llegó a sus oídos, era tan dulce que no pudo contenerse para no voltearse y ver de donde provenía; era un niño de unos 6 años que reía de las caras graciosas que otro chico mayor hacía, al parecer se trataba de dos hermanos, pues ambos venían agarrados de la mano con una sonrisa en sus rostros. Tamara sintió nostalgia al ver tal escena, aquellos dos le recordaban a ella misma y los momentos que pasaba con Emma; una sonrisa se formó en su rostro al ver el amor con que el chico mayor miraba a su pequeño hermano, ese era el amor más real que conocía, el amor de familia.

De un momento a otro la escena se derrumbó cuando ambos hermanos se encontraban frente a ella con cara de confusión. 

-_ Mmmh perdón pero... ¿nos podemos sentar aquí?- Preguntó el chico mayor con una sonrisa cuadrada.
-_ Ah si si, lo lamento no te había oído, ya me voy.- Responde Tamara algo avengorzada mientras despejaba el asiento.
-_No, no te preocupes.- Dice el chico con amabilidad.

Cuando estaba a punto de marcharse se tropieza y su cuerpo va directo al suelo; estaba esperando el impacto pero nunca llegó, ¿por qué no estaba tirada en el suelo muriendo de vergüenza? Ah si, aquel chico la había sujetado en el momento, pero eso solo duró un segundo, pues justo después de aquello el chico perdió el equilibrio. ¿¡Qué estaba mal con los hombres hoy?!

Love is not overDonde viven las historias. Descúbrelo ahora