Erick ríe con gracia al ver el rostro sonrojado de su novio.
Su padre se ha encargado de poner en ridículo a Joel desde que llegó del trabajo. Haciendo bromas pesadas en doble sentido y advirtiendo que su sable, objeto que no tiene ni conoce, cortará las partes reproductoras del muchacho si se entera que ha perturbado la inocencia de su niño.
—Se-señor Colón, y-yo no he... hecho nada ma-malo —tartamudea sintiendo pequeñas gotas de sudor en su frente.
—Alonso, basta —manifiesta con falso enojo la madre de Erick—. Estás asustando al chico.
—Tiene que saber que con mi terroncito de azúcar nadie se mete o mejor dicho nada ni nadie se le mete hasta después del matrimonio.
—¡Papá! —exclama con vergüenza el azabache, pateando la pierna de Pimentel al ver un intento de sonrisa en su rostro.
—¡Pero, hijo! No es bien visto que...
—¡Ya follé con Joel! ¿Contento? —se levanta abruptamente de la mesa y camina enojado hacia su habitación.
Los dos pares de ojos se sitúan en el muchacho que se encuentra más blanco que el papel.
—Ve con él, cielo.
—¡Mujer!
—¡Te callas, Alonso!
Ni corto ni perezoso, hace una leve reverencia y corre en dirección a la alcoba de su pequeño novio. Golpea suavemente la puerta, pero al no oír respuesta decide ingresar. Lo encuentra en posición fetal envuelto en el grueso edredón. Cierra la puerta con lentitud, camina hacia el haciendo el menor ruido posible.
—Ya no soy un niño —murmura muy bajito Erick.
—Amor, tu padre sólo se preocupa por ti —toma asiento en la cama, levantando a Erick y haciendo que apoye la cabeza en su regazo. Acaricia suavemente su cabello, escuchando los inaudibles sollozos que se escapan de su boquita.
—Pero no debe meterse en esos asuntos personales. Qué le valga nada lo que hagamos a solas. Si follamos o no, qué...
—El amor —acota, jugando con su oreja.
—¿Eh?
—No te follo, te hago el amor.
—Pero...
—Es lo mismo, hay miles de sinónimos, lo sé. Pero desde mi punto de vista te hago el amor, porque siempre me entrego a ti como lo hice el primer día que dimos ese gran paso.
Erick se remueve hasta quedar de rodillas frente a él. Se siente sobre sus talones y coloca sus pequeñas manos en cada muslo.
—Joey...
—¿Qué sucede?
—¿Me harías el amor ahora mismo? —pregunta, viéndolo fijamente con esos hermosos ojos de color esmeralda, aquellos que le trasmiten siempre paz.
***
La joven pareja se encuentra cómodamente en la cama, con las manos entrelazadas y con un audífono en uno de sus oídos. Mientras Joel utiliza en el izquierdo, a Erick le toca ponerse el del lado derecho.
Por más que el menor insistió a su novio para que lo tocara siquiera un poco, el mayor se resistió sin saber de dónde salieron sus fuerzas. Tal vez se debe a que los padres de su precioso chico están en casa.
—¿Crees que deba hablar con papá?
—¿Harás caso a lo que te digo?
—No.
—Entonces no vayas.
Erick se gira, poniendo su cabeza en el pecho de Pimentel junto a una de sus manitos, pasando además su pierna por sobre el cuerpo del individuo.
—¿Crees que me odie?
—No, cariño —susurra, rodeando su cintura y acariciando su mano—. Nadie podría odiarte sabiendo que eres un peluchito tan dulce.
—¡Joel!
—Pero, sí debes pedirle disculpas. Ambos deben hacerlo, sus comentarios no fueron atinados mientras comíamos.
—Lo sé. Pero debe entender...
—Que no eres un niño —termina por él—. Entonces dale a entender eso y ve de una buena vez a conversar con él.
—De acuerdo.
Ambos se terminan poniendo de pie, Joel abraza por detrás a Erick y recarga su barbilla en la cabeza del más bajo. Entre pequeñas risas llegan hasta la sala, donde se encuentran con los padres de Erick.
Pimentel se despide de la familia, sabiendo que en esa conversación él no pinta para nada. Ya luego su novio le contará.
Después de haber pedido disculpas cada uno, los tres miembros de la familia se dan un abrazo. Pues es la primera pelea que ocurre.
—Los quiero.
—Te amamos, hijo —responden al unísono.
***
Kk :'v
No me gusta, pero ya está y tampoco quiero volver a escribirlo.
Ya viene lo chido ah ok no
❤