¿Sabes hablar sueco?
Es imposible imaginar que estemos llegando a Estocolmo, mi hermano y yo no pudimos mantenernos tranquilos durante el viaje. Observo por la ventana cuando el avión comienza a descender, siento un apretón en la mano y volteo a ver a Rafael.
—No hay nada que temer, hemos llegado a salvo, Rafita.
Hace tiempo que no le decía así y de alguna manera hacerlo era reconfortante.
—Ya quiero salir de aquí, fue la hora más larga y traumática de mi vida y saber que se repetirá otra vez, me dan ganas de irme en barco.
—Mejor concentrémonos a lo que hemos venido.
—Cierto. ¿Cómo te sientes, Juls?
—¿En serio me lo preguntas? —Enarco una ceja sorprendida —siento que en cualquier segundo el corazón se me saldrá del pecho. Todavía no puedo creer que estemos aquí a unas horas de presentarnos ante quién sabe qué personas.
Pensar en la universidad todo el tiempo me daba jaqueca, estoy segura el cien por ciento de que estudiar artes visuales es un gran objetivo si quiero enseñar al mundo lo que me guardo dentro de la cabeza. Por otra parte, también he pensado en otras universidades, en dado caso de no ser admitida en el ICA, pero, ¿por qué ser negativa ante algo que no sé si sucederá?
Bajar del avión ha sido un alivio para mi hermano, no les miento que estaba a punto de besar el suelo una vez fuera. Sería encantador tener a nuestros padres aquí, pero por razones laborales han tenido que quedarse en Oslo. Fue una buena idea reservar una habitación de hotel para prepararse.
—La ciudad parece sacada de un cuento —comenta él mirando por la ventana del taxi —Julie, ¿sabes hablar sueco?
—No, se supone que la escuela es poliglota, así que no tenemos problema.
—Lo único que sé es: Mat.
—¿Y eso qué significa?
—Comida —pronuncia como si nada.
—Genial, es la única palabra que sabremos decir en el hotel.
Me rio.
Una vez hospedados, arreglados y comido todo lo que pudimos, comenzamos andar rumbo a nuestro destino. Rafael lleva consigo su guitarra y yo mi cuadro bien sellado y resguardado del polvo. Según San Google, el ICA queda a cinco cuadras así que nos salvamos de tomar otro taxi para evitar conflictos con los taxistas a la hora de pagar. Ninguno de los dos se tomó la molestia de investigar el valor monetario de este país.
—Los chicos nos mandan saludos.
Me muestra la pantalla de su celular para que lea los mensajes. No les voy a mentir, los amigos de Rafael son simpáticos y algo caóticos, sin embargo, he logrado acoplarme a ellos a pesar de no ser tan platicadora. No me considero una persona parlanchina ni tampoco una que se reserve sus palabras, simplemente en un término intermedio.
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Y del caos nacen las estrellas #1 ✔
Teen FictionRafael Valtersen, no está preparado para poner en riesgo su vida por un partido de fútbol americano. Sabe que es más hueso que carne y su mundo gira en su vía de escape: la música, donde puede viajar a otro espacio y tiempo. Lara Foster, no es la pe...