No sé cuánto tiempo habré estado así. Pueden haber sido un par de horas o diez en lo que a mí respectaba. De pronto escuché risas y voces acercándose y me acordé de las compañeras de Chiara que estaban con ella en el río. No sabía qué explicación habían encontrado para el comportamiento de su amiga. Recordaba algunos rostros incrédulos en el momento que Chiara abandonó el grupo, pero hasta ahí había llegado la atención que les presté.
Rápidamente me retiré de la carpa y me alejé un poco. Seguía pendiente de si Chiara salía o no, cuando una muchacha de cabello rubio que le llegaba a la cintura se acercó y abrió el cierre.
- ¿Chiara? ¿Te encuentras bien, linda?- su rostro expresaba preocupación.
Chiara asomó la cabeza afuera y miró alrededor, como si buscara algo.
- Sí, Sam, está todo bien. Sólo me sentí un poco cansada y me acosté a dormir - su marcado acento británico sembró millones de dudas en mi cabeza.
- Está bien. ¿Quieres jugar a las cartas conmigo y las demás? Vamos al cobertizo.
-Seguro, las alcanzo en un rato.
Cuando se quedó sola, Chiara se sacudió el cabello y, con los ojos entrecerrados, comenzó a buscar por el piso y las paredes de la carpa y, poco a poco, fue acercándose al grupo de árboles donde yo me encontraba.
Estaba buscando lo que la había hecho sentir segura, ¡me estaba buscando a mí! Mi corazón hubiera saltado de pura alegría, porque eso debía significar que no la había asustado, o por lo menos no tanto como la vez anterior. Quizás incluso se había sentido contenida. Me sentía feliz, y mientras Chiara se acercaba, supe que debía compartir esta felicidad con ella. Me lancé hacia su rostro, tal vez más fuerte de lo que pretendía. El vestido de verano que Chiara llevaba ahora puesto ondeó con la ráfaga de viento, y de pronto vi que Chiara cerraba los ojos y fruncía el ceño. ¡Oh, no! ¿Le habría molestado mucho lo que acababa de hacer? ¿Se asustaría y volvería a la carpa otra vez? Sentía ganas de golpearme la cabeza contra el árbol por haber sido nuevamente tan impulsivo y tonto.
En el momento en el que estaba a punto de dar toda esperanza por perdida, Chiara abrió los ojos y sonrió. Sí, una sonrisa genuina y tan grande que podía compararse con la luna en su etapa media. El placer y el agradecimiento por su aceptación crecieron tanto en mí que no creía posible medirlos con ninguna escala.
Vi el vestido de Chiara alejarse hacia una galería techada, con un esbozo de sonrisa en su rostro. Me dispuse a simplemente observarla durante el resto del día, y lo que veía no hacía más que reforzar mis sentimientos hacia ella. Era, sencillamente, una buena persona. Reía cada vez que le ganaban en una partida, haciendo gracia de su propia ineptitud para el juego. Cuando una muchacha de cabello caoba atado en una cola, que según escuché se llamaba Jenna, pidió ayuda para traer la comida de la tarde, Chiara fue la primera en ofrecerse para ayudarla. Era bastante despistada, y la vi olvidarse de qué hacía o donde estaba yendo varias veces, razón por la cual sus amigas le hacían bromas, mientras ella lanzaba carcajadas. Era una luz. Helios, el dios sol, palidecía al lado de la vida con la que ella brillaba.
En el momento en que los coordinadores del campamento anunciaron la hora de irse a dormir, la extrañaba tanto que por poco no me materialicé en mi forma humana en frente de ella y de todo el mundo. Varias muchachas, entre las que estaba Chiara, Samantha (o Sam, como ella la había llamado) y Jenna pidieron permiso a uno de los adultos a cargo para dormir al lado de la fogata que habían prendido hacía un rato, y yo reconocí una oportunidad al instante. Formaron un círculo con todas sus bolsas de dormir alrededor del fuego, en el cual yo me introduje. La noche y la ausencia de Helios habían hecho que el ambiente se enfriara, y por ningún motivo quería que esta humana sintiera frío. Sobre todo ya que, según lo que había observado, estaba seguro de que olvidaría poner su aislante en el suelo. Luego de algunas charlas y de que todas las muchachas apagaran sus linternas, se durmió la mayoría.
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El hermano de Cupido
RomanceAnteros es un joven dios al que le gusta relacionarse con mujeres hermosas bajo la forma de elementos naturales. En una de sus exploraciones conoce a Chiara, una muchacha sensible de la cual se enamora, lo cual lo obligará a atravesar una serie de p...